Sobre el arte
El hombre puede sentirse un ser civilizado, cuando en él busca la forma de acercarse a la naturaleza y al contexto social de su presente, el pasado o el futuro,en una infinitud de tiempo y espacio. Y no en buscar la manera de someter a sus semejantes. El artista tiene la razón cuando tiene libertad en la expresión, para superar la fase de las civilizaciones y de su civilización, esto a pesar de los limitados presupuestos que se asignan al arte. Las personas emplean exiguo recurso monetario para estimular y adquirir obras, las instituciones públicas y privadas, no aportan la inversión suficiente para proveer al artista de lo elemental y ya ni se diga de lo trascendental.
El arte, sin embargo, no esta de ninguna manera aislado de la cultura humana. El arte y los artistas, son una especie que florece, a pesar de los obstáculos y adversidades con los que pretenden someterlo. A pesar de ello, emerge en todos los contextos; inapropiados o apropiados, moral o inmoral, porque la inmoralidad que asusta en estos tiempos y en otros, es el atrevimiento a la razón. El arte es evolucionista y a través de su larga existencia, su tendencia es mostrar señales de cambio. El arte a la belleza o a la fealdad, está manifiesta en la humanidad. Necesidad vital, ésta, de la condición humana. En todos los tiempos, los hombres de talento, logran obras maestras, que trascienden a su propio tiempo, llenando de espiritualidad, regocijo y emociones el alma humana con su encanto. En la existencia del hombre, en el arte se busca la justificación del hombre mismo, como prueba biológica de supervivencia.
Pero en términos de valores relativos al poder, el brillo de las ciencias del arte, se puede ver opacado y apocado, por una visión imperfecta, alterada por emociones momentáneas o transitorias de poder.
Así, en ello, se alienta la desventajosa irracionalidad, de imponer formatos inadecuados, que precipitan
la ausencia de las expresiones artísticas, que debieran y deben tener, la libertad del ser, que busca en sus obras, trascender el habitus social, de obra, pensamiento y sentimiento, interrelacionados con los husos. El habitus como acto y potencia entre el exterior y el interior, el yo social y el yo interior, de la colectividad a la individualidad y de la individualidad a la colectividad. Como en los conceptos de Pierre Bourdieu; en donde el habitus va a recibir y a residir en una formulación sistémica y sociológica. Esto sirve para superar la oposición, entre objetivismo y subjetivismo.
Y en ese subjetivismo, la Rectora, Sara Ladrón de Guevara, y su equipo académico han considerado subjetivamente, nombrar de mutuo propio, a quien llevará el encargo, que no la dirección, de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana en Xalapa, de la otrora gloriosa facultad, con reconocimiento nacional e internacional. Esa forma de selección para encargos administrativos, en poco ayudan en el desarrollo de la Universidad y de la universalidad, dañan a la propia Rectora,a la Rectoría,a la persona que se le da el encargo, a los académicos y a la academia, pero sobre todo, a los artistas en formación, quienes por transferencia de esas acciones,se opaca la flama interior de la creación. Con esas actitudes, de decisiones subjetivas, pretendiendo equivocadamente, ayudar, des-ayudan. La generación de artistas académicos, ajenos a las prácticas culturales de la libertad interior, a partir de los cuales los sujetos perciben el mundo y actúan en él, son sometidos a una voluntad individualista, de un poder que se puede volver contra sí. Hechos así,mitigan y someten el expresionismo. Estos esquemas de emociones, trasladadas al arte, les convierten en estructuras socialmente estructuradas, generando una inducción o sometimiento de la libertad de expresión artística.
Reflexionar a tiempo para corregir, lo «corregido», es necesario para la armonía del espíritu creador. Darse un espacio para examinar, para examinarse,para criticarse así mismo, visualizando el contenido de las decisiones, sin derrochar poder, satisface la tarea de los principios morales de la obligación de ejercer un rectorado con resultados suficientes, que concreticen el objetivo primordial de la academia de las bellas artes.
La señora Sara Ladrón de Guevara, no puede, menos, que ponderar la insistencia de la inconformidad del nombramiento de la señora Ana Gabriela Ramírez Lizárraga en la Dirección de la Facultad de Artes Plásticas de la UV. No es conveniente ignorar, las reacciones adversas a su propuesta, considerando que se pretende mejorar la academia de arte y su significado, mantener a un sujeto con un propósito meramente decorativo, daña el continuum de la esencia de las artes,colocando en riesgo la riqueza artística, para que esta sea revelada, a los simples de espíritu, implica, sobre todo, que vale la pena ponerse a meditar.
Sobre las mujeres del poder
A propósito de estos tiempos.
De «Una historia casi universal» de la obra de Eduardo Galeano, Espejos, en Siglo XXI, editores.
Julio César
Lo llamaban el calvo putañero, decían que era el marido de todas las mujeres, y la mujer de todos los maridos. Fuentes bien informadas aseguraban, que había estado encerrado varios meses en el dormitorio de Cleopatra, sin asomar la nariz. Con ella, su trofeo, regreso a Roma desde Alejandría. Y coronando sus campañas victoriosas en Europa y en África, rindió homenaje a su propia gloria, mandando a la muerte a una multitud de gladiadores, exhibiendo jirafas y otras rarezas que Cleopatra le había regalado. Y Roma lo vistió de púrpura, la única toga de ese color en todo el imperio, y ciño su frente con corona de laurel, y Virgilio, el poeta oficial, canto a su estirpe divina, que venía de Eneas, Marte y Venus. A Cleopatra, sus cortesanas la bañan en leche de burra y miel. Después de ungirla en zumos de jazmines, lirios y madreselvas, depositan su cuerpo desnudo en almohadones de seda rellenos de plumas. Sobre sus párpados cerrados, hay finas rodajas de áloe. En la cara y el cuello, emplastes hechos de bilis de buey, huevos de avestruz y cera de abejas. Las cortesanas impregnan de rosas sus manos y perfuman sus pies con elixires de almendras y flores de azahar. Sus axilas exhalan fragancias de limón y de canela, y los dátiles del desierto dan aroma a su cabellera, brillante de aceite de nuez. En el maquillaje, polvo de escarabajos colorean sus mejillas y sus labios, polvo de antimonio dibujan sus cejas. El lapislázuli y la malaquita pintan un antifaz de sombras azules y sombras verdes en torno a sus ojos. En el palacio de Alejandría, Cleopatra entra en su última noche. La última faraona, la que hablaba varias lenguas y entendía de economía, la que deslumbro a Roma, la que compartió cama y poder con Julio César y Marco Antonio, lentamente se sienta en su trono, mientras las tropas romanas avanzan contra ella, Julio César ha muerto, Marco Antonio ha muerto. Las defensas egipcias caen. Y la reina del Nilo, abre su túnica y ofrece sus pechos desnudos, brillantes de polvo de oro a la serpiente de cascabel.