El martes por la noche el periodista Ciro Gómez Leyva aventuró una hipótesis en relación al proceso de extradición que se le sigue a Javier Duarte. Dijo que si bien el gordo se allanó a la extradición por los cargos que le fincó el gobierno de Veracruz, puede negarse a que lo extraditen por las acusaciones que le hace la Procuraduría General de la República, con lo que metería en un brete a la justicia mexicana.

Las imputaciones del gobierno estatal por tráfico de influencias, incumplimiento del deber legal, peculado y abuso de autoridad son -para utilizar los términos del mismo Javier-, infundadas, ligeras, vagas e imprecisas.

Con todos los elementos a su favor, la Fiscalía de Jorge Winckler no pudo (o no supo) armar un expediente con argumentos lo suficientemente sólidos como para que el bandido pague con muchos años de prisión su crimen.

Es casi seguro que cada una de las cuatro acusaciones las eche para abajo el abogado de la defensa Pablo Campuzano.

Si Duarte dice no a la petición de extradición de la PGR, pero aun así el gobierno guatemalteco lo manda para acá, se le juzgará exclusivamente por las denuncias que le hace el gobierno de Yunes Linares, y no por las que le imputa la PGR (operaciones con recursos de procedencia ilícita y delincuencia organizada) que son más perronas y podrían refundirlo en la cárcel.

Un abogado me dijo que el nuevo Sistema de Justicia Penal le da mil garantías al procesado. “Las acusaciones que le hace el gobierno estatal (a Javier Duarte) contienen pifias jurídicas, no son graves y alcanzan fianza ya que no acreditan el acto punible. Además, tienen rendijas que serán aprovechadas por la defensa para que por ahí pase la voluminosa figura del acusado rumbo a su casa”.

El abogado agregó: “Duarte se aprendió de memoria el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio y Adversarial, tuvo seis años para eso. Lo estudió tan a fondo que en su última reunión con su Fiscal estatal, Luis Ángel Bravo Contreras y los fiscales regionales, les dio cátedra durante casi dos horas. Y a ese Sistema, que se supone lo podría mandar muchos años a prisión, le está sacando todo el provecho posible”.

Uta.

Sin duda por eso sonreía con tanta insolencia en la Sala de Audiencias Penales de Guatemala. Por eso se veía tan confiado, tan dueño de sí, tan cínico.

Pero si lo anterior resulta cierto y Javier abandona la cárcel meses después de regresar a México, la debacle del PRI y de Yunes Linares con el PAN estarán más que cantadas en Veracruz.

El PRI no ganará la gubernatura en 2018 ni aunque lleve como candidato a Su Santidad el Papa. Pocos votarán por el abanderado de un partido de donde salieron los ladrones Fidel y Javier.

Y en el caso de Miguel Ángel Yunes, verá evaporarse su sueño de perpetuar a su familia en la gubernatura, no sólo por la inseguridad y la violencia existentes, sino porque le achacarán la responsabilidad de haber dejado ir a un pez gordo por la ineptitud de su Fiscal y por la ineptitud de él mismo.

Todo lo anterior deja un amarguísimo sabor de boca.

De acuerdo con el abogado, Duarte se preparó para robar y vaya que robó, pero además preparó con todo cuidado su fuga a un país determinado y su muy posible libertad bajo caución para disfrutar a sus anchas del botín. Con lo que la burla continuará.

Qué poca vergüenza, procacidad y ruindad la de este gordo malnacido que con tal de lograr su objetivo, prometió a los veracruzanos casi el paraíso.

Pero no hay que adelantar la víspera; veremos qué pasa en el futuro cercano.

bernardogup@nullhotmail.com