39 obras terminadas de esa música que llamamos clásica (aunque en este caso el compositor también ha sido influenciado por los periodos barroco y romántico), 19 en proceso, ocho composiciones para ensamble de jazz, algunas participaciones, como actor y musicalizador, en obras de teatro y una biografía suya escrita en inglés, probablemente en el siglo XXII, por Jean Philip Taruskin, nieto del reconocido musicólogo Richard Taruskin, configuran el universo individual de Emiliano Dorantes Meseguer.
Universo que ha sido concebido en solo siete años, compuso su primera pieza a los ocho años de edad y actualmente tiene 15. La producción musical que enumero arriba corresponde al pasado 20 de mayo, día que platiqué con él, esta precisión es necesaria porque su padre, Édgar Dorantes, me dijo que compone todos los días y la lista se alarga con la rapidez y la vastedad con las que proliferan los conejos.
La biografía es una tarea de su clase de inglés, la lúdica resolución del ejercicio se corresponde con la frescura y la fluidez con que compone. Además de componer (la mayor de sus pasiones), Emiliano estudia piano en la Facultad de Música y toca la flauta de manera empírica pero profesional. Sueña con estudiar en Europa, componer ópera, tener un hijo que sea su discípulo y, como el humor negro es parte de su esencia, estrenar su Réquiem cuando muera su padre. Así me lo narró.

Preludio

Mi nombre es Emiliano Dorantes Meseguer, yo nací en Denton, Texas, pero viví ahí menos de un año, tal vez; no lo recuerdo, mis primeros recuerdos son aquí en Xalapa, viviendo en casa de mis abuelos.
Mi papá es Édgar Dorantes, es músico, mi mamá baila danza contemporánea, se llama Shiraí Meseguer. Casi todo el tiempo había jazz en la casa porque mi papá siempre ponía discos y se ponía a tocar y a veces yo iba a los conciertos. Cuando era niño escuchaba eso y algo de música clásica también.
Me gustaba mucho la música y un día le pedí a mi papá que me enseñara una canción en el piano, yo tendría unos siete u ocho años, más o menos. Empecé a tocar el piano pero en realidad solo tocaba unas poquitas piezas de caricaturas, le decía a mi papá oye, quiero tocar esto y ya me enseñaba cómo iba, me acuerdo mucho de la Pantera Rosa, Monsters Inc y esas cosas, siempre eran temas de películas que me gustaban.
Poco a poco me empecé a familiarizar más con la música y compuse una primera piececita, a los ocho años, yo hice la parte de la mano derecha del piano y mi papá escribió la de la mano izquierda.
Luego me empezaron a interesar otras cosas y dejé el piano. Me metí a estudiar teatro, estuve 4 años en El Telón Sala de Artes con los maestros Fernando Soto y Tania Hernández.
Después entré a estudiar violín al Instituto [Superior] de Música [del Estado de Veracruz], mi maestra era Brigitte Thoreoux, también tomé clases de solfeo. Estuve uno o dos años ahí, no recuerdo, pero no estudiaba nada (risas). Ahí empecé a leer música pero muy poco, en realidad.

Falling in Love with Jazz

Luego me volvió a interesar el piano, volví a tomarlo y me gustó mucho. Empecé a tocar jazz, mi papá me enseñó cómo funciona la armonía y cómo tocar voicings con la mano izquierda, luego, poco a poco te vas acostumbrando y ya puedes improvisar al mismo tiempo. Empecé a tocar unos poquitos de standards y poco a poco me empecé a aprender otros, de todas formas no es así de que me haya aprendido muchas piezas de jazz, de hecho, me sé poquitas (risas) pero siempre me gustó improvisar.
A veces iba con mi papá a las jam sessions y tocaba, no siempre porque luego eran muy tarde y al siguiente día había escuela pero ahí aprendí con otros músicos, amigos de mi papá.
Una vez fui a un curso de jazz que dieron en el Instituto de Música [Primer Encuentro Internacional de Jazz. Xalapa 2015] y ahí tuve otros maestros, Alex Mercado, por ejemplo y un poquito de clases de ensamble con Aldemar Valentín y creo que por ahí otra cosa de armonía, un poco, y vinieron algunos invitados de fuera, entonces dieron sus clases maestras y ahí aprendí algunas cosas padres, me gustó.
Tomé clases de batería como un año con Jesús Rodríguez. Antes de eso, estuve en una escuela que se llama Enlace, que está por la rotonda, con Ángel Luis Guerrero y ahí hacían unos pequeños ensambles de rock y cosas así, y ahí fue donde tomé batería con su esposa, que se llama Mina [Smirna Prieto], y luego me pasé con Chucho.

La flauta mágica

La primera pieza clásica que toqué fue el segundo movimiento de una sonata de Mozart en do mayor. Me encantó esa sonata y luego la toqué toda. Después toqué otro primer movimiento.
Entré a la Facultad de Música, hace más o menos dos años con ese poquito de repertorio y empecé a tocar jazz también, un poco. Ahorita estoy en cuarto semestre de iniciación en la Facultad de Música y ya voy a pasar a preparatorios.
En la flauta soy autodidacta, en realidad nunca he tomado una clase de flauta en mi vida. Necesitaba una flauta para la escuela y mis papás me compraron una. En la primaria y la secundaria te enseñan más o menos cuáles son las posiciones pero nada más te enseñan la escala de do mayor y una piececita de tres o cuatro notas. Luego seguí yo solo, me encontré un manual que tenía las posiciones de la escala cromática, me las aprendí y empecé tocar.
Me gustó la flauta porque descubrí que también es un instrumento antiguo y como me gusta muchísimo la música antigua, con la flauta quise tocar los Conciertos de Brandeburgo, de Bach, y otras cosas, nunca las he tocado con una orquesta pero sí me gustaría llegar a hacerlo, eso está padre.
Actualmente, aparte de la Facultad de Música, tomo clases particulares de piano con Leonardo del Castillo, en el Instituto de Música.

(CONTINUARÁ)







SEGUNDA PARTE: El lado soleado
TERCERA PARTE: Vuela el pensamiento, libre
VER TAMBIÉN: Conversación con Emiliano Dorantes Meseguer │ Avance

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