Nadie regatea al gobernador de Veracruz Miguel Ángel Yunes que fue un niño muy aplicado, estudiante de excelencia y a lo largo de su carrera, un político tozudo difícil de vencer.
Pocas biografías políticas tienen derrotas tan contundentes como la suya –exiliado del estado, confrontado con gobernadores, primer dirigente del PRI en Veracruz que perdió más de un centenar de presidencias municipales, expulsado de su bancada como diputado federal, derrotado en una elección a Gobernador, acusado de lo indecible- y que sin embargo, haya logrado alcanzar el poder.
Pero resulta que Miguel Ángel Yunes dejó de ser un niño de diez. Cuanto está por cumplirse la cuarta parte de su bienio, los veracruzanos le otorgan una escasa calificación al desempeño de mandatario de apenas el 26.7 en una escala de cien. Además, en cinco meses, sólo el 33.8% de los veracruzanos aprueba su gestión, es decir, el porcentaje más bajo de los últimos gobernadores, a pesar de la gran expectativa que generó su triunfo electoral.
No sabemos si la detención de Javier Duarte en abril pasado le abonó puntos al mandatario estatal. Como fuere, la detención y encarcelamiento de otros ex funcionarios no ha tenido el impacto que esperaban. Y el tiempo corre.
La percepción, como lo justifica el discurso oficial, no es casual. Su administración sigue dando traspiés, sin encontrar la solución a los problemas de fondo del estado: la seguridad y las finanzas. Su gabinete es inexperto y frívolo. Y aunque pueda alegar que es sólo una apreciación, lo cierto es que para los veracruzanos, la realidad confirma que se trata de un gobierno fallido.
Tal vez su consuelo es que no es el único; todos los gobernadores del país han sido reprobados por sus gobernados. Acaso algunos, los más destacados, logran superar el 50 por ciento de aprobación. Según estas cifras, tendríamos a la peor clase gobernante en la historia del país, donde Miguel Márquez, de Guanajuato, es el mejor calificado y Yunes Linares aparece hasta el lugar 19.
De acuerdo a la evaluación de gobernadores (marzo 2017) publicada por el portal SDPnoticias.com, la calificación media de los mandatarios es de 28.6, es decir, todos están reprobados. Vale decir que aquéllos con las calificaciones más altas –decir que las mejores resultaría de una ironía extrema- son Miguel Márquez de Guanajuato, José Rosas Aispuro de Durango, Claudia Pavlovich de Sonora, Rolando Zapata de Yucatán y Francisco Domínguez, de Querétaro.
En cuanto a su aprobación –quienes están satisfechos con su gobernante-, el promedio es del 35.4; del total, sólo siete gobernadores superan el 50 por ciento de anuencia. Eso quiere decir que dos de cada tres mexicanos no están satisfechos el desempeño de su gobernador. El peor es el de Chiapas.
Y resulta que en el selecto grupo no se encuentran los mandatarios estatales más mediáticos y mejor conocidos del país: El Bronco en Nuevo León, Miguel Ángel Mancera en la Ciudad de México –los dos presidenciales, según ellos mismos-, y Eruviel Ávila en el Estado de México. Por supuesto, ni soñar que aparezca Veracruz.
¿Cómo anda Veracruz? La gente piensa que bastante mal. Las calificaciones del mandatario veracruzano y la aprobación de su gobierno están por debajo de la media nacional donde, como hemos dicho, todos están reprobados. El estudiante de 10 se convirtió en un gobernante de 2.6 de calificación, donde dos de cada tres veracruzanos no está de acuerdo con su desempeño.
Pero no toda la culpa es de él… o sí. Resulta que designó al peor gabinete en mucho tiempo. Son funcionarios sin experiencia y recomendados que apenas tienen una idea de la administración pública; además, su alianza política le obligó a entregar posiciones estratégicas, lo que ha contribuido a un gobierno que al interior desconfía de sí mismo. Nadie los conoce y poco resuelven.
A estas alturas, por la ruptura natural que se dará entre el PAN y el PRD, -además del arranque formal de la sucesión estatal-, nadie duda que en cosa de un mes, haya una renovación muy importante en el gabinete, es decir, luego de la jornada electoral del primer domingo de junio. Se irán muchos, los que ya no caben en el gobierno y los que no respondieron a la confianza del mandatario.
En su lugar llegarán operadores políticos que ayuden a enderezar el barco y lo dirijan a la elección del 2018. El mandatario sabe que el tiempo se agota, que las condiciones del estado le impiden realizar acciones de largo plazo; lo único que queda es mantener el enojo por los agravios del duartismo.
Así, Veracruz habrá perdido dos años entre la herencia de la corrupción y la incapacidad de un gobierno que ha sido reprobado por la gente, no por los medios. Difícil vivir en un país donde todos sus gobernantes están reprobados.
Los gobernadores han recibido una calificación que se han ganado a pulso, y que confirma la descomposición de la clase gobernante del país, más allá de sus colores partidistas.
La del estribo…
- La celebración de diez de mayo trajo dolor y nostalgia a muchas mamás que siguen en busca de sus hijos desaparecidos. Siempre se dijo que el uso político de estas tragedias actuaría en contra del gobierno. Las medallas que entregaron ayer, hoy se las escupen en la cara. Esa es la verdadera razón por la que el fiscal Winckler debe irse.
- Suspender a Flavino Ríos como notario o quitar el nombre de Karime Macías a un hospital de Coatzacoalcos, podrían ser la triste señal de que los expedientes y las ideas se agotan.