Bueno, pues Javiercito no viene por el momento a este país al que (literalmente) tanto le debe.
El ex gobernador de Veracruz, preso en Guatemala, no aceptó ser deportado a México y dijo que esperará a que el gobierno guatemalteco reciba formalmente la solicitud de extradición del gobierno mexicano y no una copia como la que le llegó al juez.
Y es aquí donde uno se pregunta qué carambas estaban haciendo las autoridades de la PGR que en 72 horas no pudieron entregar de manera formal una orden de esa naturaleza.
Javier Duarte pudo ser deportado sin más trámite por haber entrado a ese país como indocumentado, pero inexplicablemente el gobierno guatemalteco no lo hizo, por lo que habrá que esperar 60 días a que pise tierra mexicana.
Durante la audiencia, el fiscal que leyó las acusaciones de la PGR se tardó 35 minutos en dar a conocer el cúmulo de señalamientos que espantarían a cualquier litigante principiante, pero no al joven abogado Pablo Campuzano de la Mora, que a pesar de que llegó con minutos de retraso a la sala, tomó nota de que los delitos que le imputan a su defendido son de esos con los que puede salir en libertad bajo fianza.
No hubo el menor señalamiento sobre personas desaparecidas ni sobre la existencia de fosas clandestinas que han convertido a Veracruz en un gigantesco cementerio. Tampoco un desglose de las imputaciones. Por ejemplo, no se habló del dinero que presuntamente Duarte robó a los pensionados del IPE, tampoco de los 2 mil millones de pesos que quedó a deber a la Universidad Veracruzana; de las becas que no pagó a los estudiantes, de la deuda con los empresarios y de un cúmulo de imputaciones que le hubieran llevado al fiscal 35 horas.
Al parecer Duarte será acusado por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita. Y ya.
Quizá por eso al término de la audiencia se veía relajado y un tanto tranquilo. Tan es así que se despidió de mano del fiscal con un “muy bien” antes de ser reingresado al penal de Matamoros.
Y mientras tanto aquí la vida sigue igual. Siguen las desapariciones, los secuestros, los levantones y los ejecutados.
El gobernador Miguel Ángel Yunes simplemente no ha podido con el paquete y será bueno saber, nomás por puro morbo, qué es lo que va a decir el próximo mes en que se cumple el plazo que él mismo se fijó para acabar con la delincuencia y la inseguridad.
Y el desempleo está bárbaro.
Según cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, en los primeros meses del gobierno de Yunes se han perdido 8 mil 687 empleos.
Al finalizar el sexenio anterior se contabilizaban 718 mil 963 trabajadores en activo, pero en marzo de este año el IMSS tiene registrados sólo a 710 mil 276.
Caray, y pensar que siendo candidato Yunes dijo que no correría a nadie.
También regresan las manifestaciones.
Trabajadores desempleados, campesinos sin apoyos, agrupaciones que exigen obras en sus municipios vuelven a manifestarse en la Plaza Lerdo, pero como en ocasiones anteriores nadie les hace caso.
Y mientras todo esto sucede el gobernador insiste (ahora en televisión nacional), que gracias a él agarraron a Javier Duarte, aunque felizmente son menos los incautos que le creen.
A cuatro meses y medio de haber llegado al poder, Yunes Linares sigue en campaña vendiendo promesas, sigue peleándose con quien se le pone enfrente, sigue despidiendo a empleados estatales y sigue sin gobernar la entidad.
En fin, la vida sigue igual en Veracruz.