Toda esta novela de Javier Duarte ha confirmado que el sistema político en México está en descomposición y que la percepción de la realidad por parte de la clase gobernante está completamente distorsionada.
La historia que se urdió este fin de semana y las declaraciones de unos y otros demuestran que hemos vuelto al primitivismo político, de tal forma que lo mismo aquí en la aldea que en el altiplano, piensan que gobiernan a una horda de imbéciles no tenemos la mínima capacidad de cuestionar lo que sucede a nuestro alrededor.
Si bien la detención del ex gobernador veracruzano se observa como un acto indiscutible de justicia, no logra despojarse de la percepción generalizada de que se trató de un burdo montaje, resultado de un acuerdo político urgente y necesario para ambas partes, donde los únicos que mordieron el anzuelo fueron los dueños de la caña de pescar.
Cuando se ha levantado la polvareda por la gran cantidad de información que se generó desde la noche del sábado, la misma pregunta sigue rondando en la cabeza de millones de personas: ¿De verdad Duarte es tan imbécil cómo para llevar a ochos familiares -sus tres hijos entre ellos- a su refugio en otro país, donde tenían que realizar una serie de trámites migratorios? Peor aún, ¿De verdad quienes elucubraron la novela pensaron que el auditorio lo iba a consumir con las misma convicción y lágrimas que en Los Ricos también Lloran? Se les acabó la imaginación.
Y en la aldea andamos igual. La detención de Duarte representa para el Gobernador Yunes y sus aplaudidores el traje del nuevo emperador –del cuento danés de Hans Christian Andersen-: supone que sólo los estúpidos no ven que fue él quien logró apresarlo. Este gobierno sigue desnudo.
Decir que la detención fue su propio mérito mostró al gobernador desesperado por recuperar la legitimidad perdida. ¿Quiere colgarse una verdadera medalla en materia de justicia? Ahí están los duartistas con los que ha pactado su libertad a cambio de dinero –él mismo lo ha dicho cuando presume que ha recuperado parte del capital pero no dice cómo ni a dónde ha ido a parar- y operación política.
Lamentable también la declaración de Alberto Elías Beltrán, subprocurador Jurídico y se Asuntos Internacionales de la PGR quien se tiró la puntada de asegurar que “todo lo que Duarte se robó, será devuelto”. Pero si las investigaciones no alcanzan siquiera a su esposa, ¿cómo piensan cumplir con tal ocurrencia? “Fue un operativo de inteligencia lo que permitió su detención”, dijo también en su conferencia de prensa del domingo. ¿Para qué salir con una serie de frases arrogantes que sólo confirma la incapacidad y soberbia de la autoridad en este y otros casos?
Como la aldea está tan polarizada entre quienes aplauden a rabiar y todo lo critican, entonces me quedo con algunas de las ideas más sensatas en torno a este culebrón.
“Javier Duarte de Ochoa decidió entregarse porque constató que en sus condiciones sería imposible seguir huyendo. Después de 186 días de prófugo lo más lejos que Duarte logró llegar fue a Guatemala; asumió entonces que el cerco sobre él y su mujer no tardaría en cerrarse”, escribió Ricardo Raphael de la Madrid.
Para Salvador García Soto, “ ( ) nada tuvo que ver, por cierto, el Gobierno de Miguel Ángel Yunes, que ayer salió de inmediato a “celebrar y festinar” la captura como un mérito también de su Gobierno que, dijo, tiene varias órdenes pendientes contra Duarte. La realidad es que esa “politización” descarada de Yunes sorprendió y molestó en el Gobierno federal”. La reacción de la PGR así lo confirma.
A la par, también han surgido versiones de que la entrega pactada implicaría también que, durante el proceso, se hicieran públicos los encuentros entre el ex gobernador y representantes y candidatos de Morena, a fin de atajar el crecimiento de las huestes lopezobradoristas.
En todo caso, en el amplio espectro de especulaciones sobre lo que sucedió este fin de semana, nadie parece apreciar que sólo se trató de un acto liso y llano de justicia, donde la autoridad persiguió y capturó a uno de sus objetivos más buscados.
Por lo pronto, Karime sigue en libertad –con todo y que habría entrado ilegalmente a Guatemala- y no hay ninguna orden de aprehensión en su contra; tampoco se ha confirmado investigación que la vincule a los delitos por los que su esposo está detenido y será procesado. Del dinero robado tampoco nada se sabe: cuánto es, dónde está y cuándo será devuelto a los veracruzanos.
Pero los gobiernos siguen siendo tan primitivos que piensan que somos una bola de imbéciles, cuando en realidad en ellos coinciden ambas condiciones. Tal vez por eso a Javier nunca se le borró la sonrisa.
Las del estribo…
- ¿Y Fidel? ¿Qué le representa al ex cónsul en Barcelona la detención de Javier Duarte? ¿El escándalo sirve para que se olviden de él, o en contrario, es el inicio de un proceso que podría alcanzarlo? No olvidar que Yarrington fue gobernador aún antes que Herrera.
- Llevamos un mes como líder nacional en casos de dengue. Pero qué importa… a Duarte ya lo agarraron.