Abraham Rendón es músico y guitarrista, en ese orden, llegó a Xalapa con la idea de convertirse en guitarrista de jazz pero la interacción con tanta gente proveniente de tantos lugares y con maneras tan diferentes de pensar y concebir la música, le abrió el panorama y concluyó que si bien el jazz es la escuela que guía sus pasos, no es el único camino que quiere recorrer, de ahí que encaje perfectamente en grupos tan disímiles entre sí como Guacamole, Hilvana y su proyecto personal, el Abraham Rendón Sexteto.
Comenzó, como muchos jazzistas, en agrupaciones de música religiosa, después, como tantos adolescentes, fue seducido por los cantos de las sirenas de la trova. El hueso lo llevó a la música latinoamericana y al jazz, y JazzUV le abrió las puertas de la música «impura» que toma elementos de todos lados para hacer una versión contemporánea de la realidad.
De todo eso platiqué con él la semana pasada.

Raíces

Soy Abraham Rendón Coronel, soy guitarrista, tengo 23 años y soy de San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Realmente, nadie de mi familia, ni cercanos ni lejanos, son músicos, yo soy el primero. Creo que por parte de mi abuelo paterno sí había un gusto por tocar pero era muy poquito, nada más para la bohemia en la familia pero ni siquiera conocí a mi abuelo entonces no tengo esa relación tan directa con la música por parte de él.
En mi casa sí hubo un ambiente musical pero hasta hace poco me di cuenta de todas las influencias que tengo por parte de mis papás. Mi papá es de Guerrero y le gustaba la música norteña como Bertín y Lalo, Los Cadetes de Linares pero me no me agradaba mucho esas canciones, hace poco volví a escucharlas y ahora me gustan bastante y siento un vínculo con esa música.
Mi mamá es de San Cristóbal entonces tengo una relación directa con la música tradicional de allá, mi abuela siempre contrataba grupos de marimba para que tocaran en sus comidas, eso es normal allá, además en la casa había discos la Marimba Orquesta de Chiapas y los Éxitos de Ayer y Hoy de la Marimba, ese fue mi ambiente materno. Por parte de mis dos papás escuchaba a Rocío Durcal, Luis Miguel, Emmanuel, José José, Alberto Vázquez, todas esas cosas de esos años. Yo sentía que no tenía nada arraigado musicalmente porque, además, empecé en la música desde un lado totalmente distinto a todo eso, pero ahora veo que sí están bien marcadas todas esas raíces.

Hoy ten miedo de mí

Cuando comencé a tocar fue una combinación meramente casual entre que había una guitarra en mi casa (porque mi hermana tenía una guitarra, la dejó de tocar y estaba ahí tirada) y que en ese tiempo andaba yo en un grupo religioso de jóvenes, ese grupo necesitaba un guitarrista porque el que estaba (actualmente es doctor, se llama Luis) se tenía que ir y tuve que aprender casi la fuerza la guitarra pero él mismo me ayudó bastante, aparte enseñarme las cosas que tenía que hacer para ese grupo, siempre me recomendaba muchísimos discos, me decía escúchate esto y esto y esto. Me pasó muchas grabaciones de guitarra clásica que sí me gustaban pero tampoco me apasionaban, las escuchaba y decía sí está bien bonito, qué virtuosos, pero hasta ahí, no me daban ganas de tocar como ellos, nunca supe por qué no se hizo esa conexión.
También me mostró mucha trova, me pasaba discos de Fernando Delgadillo y me gustaban las letras, creo que en esa época me atrajo más la música por la letra de las canciones de Fernando Delgadillo. Andaba en la época de la secundaria entonces, ya sabes, toda esta onda existencial adolescente más las letras de Fernando Delgadillo, Silvio Rodríguez, [Luis Eduardo] Aute, todos ellos, pues me gustaba bastante. Aparte, allá en Chiapas, sobre todo en San Cristóbal, hay mucho movimiento de trova, como es tan turístico hay muchos cafecitos y sales a caminar y escuchas a un cantautor, cosas así, entonces, me gustó mucho ese movimiento y me puse a escuchar muchísimo a Fernando Delgadillo, estuve como unos dos años clavado con él, tenía todos sus discos, trataba de sacar cosas en la guitarra y junto con él vinieron todos esos que te digo, Silvio Rodríguez, Aute, Alejandro Filio y la lista de trova se hizo larguísima.

Que me tenga cuidado el amor / que le puedo cantar su canción

Como desde los 14 o 15 años ya andaba en la onda del hueso porque, como te digo, en San Cristóbal hay muchísimos lugares donde tocar y se me hizo fácil porque yo soy de ahí y siempre anduve en ese medio. Creo que andar tocando en esos lugares me dio muchísimo cayo y de un jale a otro fui conociendo a mucha gente y de repente ya me llamaban nada más para tocar guitarra porque en ese entonces trataba de hacerle como trovador, cantar y tocar y me di cuenta que el canto no era lo mío (risas) y de repente me empezaron a llamar nada más como guitarrista, yo también ya dejé el gusto del canto, no le seguí mucho tampoco.
Me empezaron a llamar para tocar cosas medio latinas y tenía que ponerme a buscar cómo se lee una partitura, los cifrados, todo eso, ya me tocó lo del Internet entonces estaba un poquito más fácil, no sé si fácil sea la palabra pero sí más accesible.
Durante ese tiempo, que fueron como dos años, siempre fui autodidacta, creo que ir aprendiendo música de puro oído me retrasó un poquito en mi camino pero al final aprendí lo que tenía que aprender de eso.

Como un acróbata demente

Ya después, las chambas para las que me llamaban eran de otra cosa, de repente me salía una boda pero era tocar jazz, el jazz de ahí no era nada especializado pero por lo menos ya me obligaban a tocar ciertas cosas que normalmente yo no tocaría.
Para ese entonces ya había salido de la secundaria y ya buscaba otras cosas, mis gustos musicales se fueron yendo hacia otro lado, creo por la influencia de la trova me fui un poquito por la parte latina como la guitarra de bossa nova, escuchaba mucho a Chucho Valdés, estuve escuchando un ratote a Astor Piazzolla, grupos de los que no sabía nada pero me los recomendaban o teníamos que tocar alguna rola de ellos en algún hueso y me ponía a buscar su música. A partir de ahí fue que empecé a centrarme un poquito más en el estudio del instrumento porque de repente improvisaba y no me gustaba lo que hacía, tenía lo súper básico entonces, la misma necesidad de empezar a tocar otras cosas me obligó a escuchar otros grupos.
Toqué mucho tiempo con un pianista que se llama Alan Aguilar, ahora está en la Ciudad de México, siempre andábamos juntos y queríamos hacer un grupo, a veces no funcionaba y hacíamos otro y así anduvimos aprendiendo los dos.
Hasta ahí fue cuando ya me empecé a meter en una escuela de música, era la academia de un guitarrista que se llama Julio Flores, era el guitarrista de Ameneyro, una banda de allá de San Cristóbal que hace jazz chiapaneco, su propuesta es muy buena, todos son egresados de la Superior y son pilares del jazz en Chiapas.
La academia empezó justo cuando yo comencé a tomar clases con Julio, primero tuve un par de clases con él y ya después hizo la academia, me metí y ahí aprendí bastante, empecé a ordenar todo, empecé a entender que se tenían que estudiar más cosas, ya tenía el conocimiento teórico de muchas cosas por andar curioseando en la guitarra pero ahí se me aclararon. Estuve ahí como seis u ocho meses, más o menos.

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y decidir

Cuando me salí ya estaba terminando la prepa entonces ya tenía que decidir qué iba a hacer y me decidí por la música. Primero estaba la opción de la UNICACH, en Chiapas, donde también hay una licenciatura en jazz. También conocía la Facultad de Música de aquí e intenté pero en realidad yo nunca tuve una formación clásica y, te digo, nunca me emocionó tanto esa música. Presenté el examen, no quedé pero justo en ese viaje conocí JazzUV, cuando todavía estaba en Allende, me puse a investigar y vine a presentar examen.
Estuve en la UNICACH como dos meses en un curso que daban antes de iniciar clases. Tuve de maestro a Abraham Coutiño, un guitarrista de allá de Chiapas que es muy bueno y muy buena persona, me apoyó bastante pero cuando estuve ahí pasaron muchísimas cosas que no me terminaron de convencer: procesos administrativos burocráticos, no tuve maestro de guitarra un rato, muchas cosas.

(CONTINÚA)

SEGUNDA PARTE: Días de lira y rosas
TERCERA PARTE: Vamos ya, artesanos de la calle, para ser libres
VER TAMBIÉN: Abraham Rendón, una conversación │ Avance



 

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