Ni duda cabe; el ex titular de la Secretaría de Finanzas y Planeación, Mauricio Audirac Murillo, es un pez muy gordo que está acusado del delito de coalición al desviar recursos del Seguro Popular por 2 mil 300 millones de pesos.
Como sabes lector, este sujeto fue aprehendido el miércoles en el estado de Puebla y ese mismo día durmió en el penal de Pacho Viejo donde al parecer estará un año, ya que la jueza de control Alma Aleida Sosa Jiménez, le dictó esa medida cautelar.
Todo eso está muy bien. El problema es que el delito que le imputan no es considerado como grave.
De acuerdo con la Ley, echarte a la bolsa 2 mil 300 millones de pesos y dejar sin comer a miles de personas necesitadas se puede arreglar con una fianza.
Y es que con un buen equipo de abogados, Audirac podrá salir de prisión en cuestión de semanas.
En síntesis, quien roba ahora no tiene mucho de qué preocuparse. Más temprano que tarde don Mauricio saldrá en libertad a reírse de los veracruzanos.
La moraleja de esta tragicomedia es la siguiente: Por mucho que gaste Audirac en litigantes, la cifra no superará los 200 millones de pesos. Quizá la justicia lo obligue a devolver 500 millones de lo que se transó, con lo que le quedará un remanente de Mil 600 millones de pesos para disfrutarlos a sus anchas.
Si esto no es parte de la descomposición social, entonces no sé qué sea.
Mal y de malas
Al gobernador Miguel Ángel Yunes Linares se le está haciendo bolas el engrudo en muy poco tiempo.
Su luna de miel con los veracruzanos duró apenas unas semanas en contrapunto con la que tuvieron sus antecesores, que si bien es cierto que terminaron sus mandatos escuchando algo más que mentadas de madre, tuvieron muy buenas temporadas con sus gobernados.
La obsesión de Yunes por echarle la culpa a Javier Duarte de todos los males que aquejan a Veracruz, terminó por fastidiar a la raza jarocha y se le empieza a revertir.
El despido masivo de burócratas, los recortes al presupuesto, su pleito con los empresarios y con casi todo mundo, hicieron que sus bonos estén bajando antes de los esperado.
A todo lo anterior hay que agregar la inseguridad.
Sus promesas de salvaguardar la integridad de la ciudadanía se hicieron talco ante la ola de violencia que se ha desatado principalmente en el norte y sur de la entidad.
Los atentados contra periodistas, con quienes no se lleva nada bien, lo han puesto en una difícil situación no sólo ante los miembros del gremio, sino ante la sociedad toda.
Para colmo, las imposiciones de candidatos a las alcaldías en lugares como Pánuco, han provocado el encono de los panistas que no quieren que los sigan gobernando connotados ladrones y fulleros.
Su discurso ya no pega como cuando fue candidato. Y lo más lamentable es que ya casi nadie le cree.
Sus pleitos con Andrés Manuel López Obrador no lo han ayudado en nada, porque en lugar de recibir aplausos, la raza le exige que se ponga a gobernar.
Cada día se ve más lejos su sueño de heredar la gubernatura a uno de sus hijos. Y como contraparte, le esta allanando el camino al PRI para regresar al poder en el 2018.
Hace poco los empresarios le pusieron un seis de calificación a su trabajo como gobernador, pero si se hiciera en estos días una encuesta sobre la popularidad de Miguel Ángel Yunes Linares, sin duda saldría reprobado.
Raúl Ruiz-Pancho Colorado
Al alcalde de Tuxpan, Raúl Ruíz Díaz, se le puede venir el mundo encima si se comprueba que su gobierno está pagando 18 millones de pesos anuales a una empresa de Francisco “Pancho” Colorado, individuo que está purgando una pena de 20 años en un penal de Estados Unidos.
La historia es ésta. El relleno sanitario que está utilizando el Ayuntamiento tuxpeño es propiedad de ADT Petroservicios, empresa de la que es dueño Francisco Colorado y que es investigada por el gobierno norteamericano por presunto lavado de dinero.
La empresa está vetada y en este momento no puede ofrecer ningún tipo de servicios. A sabiendas de lo anterior, el alcalde Ruíz Díaz, firmó un contrato por 18 millones de pesos anuales (algunos dicen que fue por 19 millones) para que se tiren en el relleno sanitario propiedad de ADT Petroservicios y de Pancho Colorado, los desperdicios que día con día recolectan trabajadores de Limpia Pública de ese puerto.