Hay un grupo de funcionarios cercanos al Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares que se definen como los centuriones, la guardia pretoriana.

Han caminado con él desde hace décadas; han estado a su lado en las buenas y en las malas; en las pésimas… y ahora.

Son el círculo rojo de los leales a toda prueba, que además han mostrado capacidad y eficacia.

Ciertamente, también en la definición los congrega a casi todos una ausencia de títulos académicos rimbombantes, pero a cambio exhiben una larga hoja de servicios dentro y fuera de la administración pública estatal, municipal y federal.

Son los que conocen las vicisitudes de la remota carrera hacia la gubernatura, que empezó en 1992 y tuvo momentos difíciles, muy difíciles, en los que tuvieron que sufrir los embates desde el poder, las traiciones y/o defecciones de varios miembros del team original, la pérdida de amigos y bienes y puestos.

Pero se mantuvieron firmes al lado de su líder, siempre confiados en que el barco arribaría alguna vez a puerto, como llegó aquel histórico e inolvidable para ellos domingo 5 de junio de 2016, cuando el OPLE dio a conocer la tendencia ganadora e irremontable del candidato de la alianza PAN-PRD para la gubernatura de Veracruz.

Hoy lloran la pérdida temprana de uno de ellos, de José Luis Lagunes López, el que se adelantó en el camino y fue el más valioso (aunque todos lo son).

Es un grupo consolidado, obediente, certero. Sus componentes le aportan soluciones al Gobernador, lo ayudan, le facilitan su complicada tarea.

Hay en contraparte otros colaboradores que parecen tener la consigna de crearle problemas a su jefe. Unos tuitean de más; a otros se les desboca el corazón en el peor momento, y descuidan su función, su importante función; unos más cometen errores de apreciación (¿de percepción?), porque no tienen el perfil ni la experiencia; los de allá no se cuidan en su actuación pública, los de acá no son lo necesariamente eficientes.

Hay en realidad varios grupos dentro de la administración:

Primero, los panistas históricos, los militantes emanados de Acción Nacional y que conocieron las estrecheces de la vida en oposición. Entre ellos, algunos vienen por la revancha de su vida; por el disfrute de las veleidades del poder, que sólo habían visto en el contrario. Por eso sus excesos, sus traspiés… sus soberbias incluso.

Después, los caros aliados perredistas, que han hecho valer como oro molido (¿suena la expresión?) el mínimo porcentaje de sus votos, que valieron según ellos para la victoria electoral. Aquí podemos encontrar inexperiencia en el manejo del gobierno, falta de perfil, ausencia de ética, imposiciones contra toda lógica.

Y están también los jóvenes recomendados desde Boca del Río: muy propios, muy estudiados, muy suficientes, pero inhábiles aún, aunque mantienen el beneficio de la duda. Tal vez cuando resuelvan sus asuntos de hormona y madurez den el salto necesario y se coloquen a la altura del arte… del elusivo arte de gobernar bien y para todos.

Y hay que nombrar a los del compromiso con quienes apoyaron en la campaña, que llegaron, pues, aunque no lo merezcan, aunque sean ignorantes, aunque no sean de acá.

Pero los que están cumpliendo la expectativa son los centuriones, los pretorianos, el círculo rojo.

Con ellos debía gobernar…

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