¡Vaya cosa! No logramos recuperarnos de la cruda económica que nos dejó la elección pasada cuando ya estamos de fiesta política otra vez. Y otra vez, los dirigentes y candidatos de los partidos siguen haciendo grandes negocios al amparo del poder, poniendo como pretexto una democracia que no sirve para la maldita la cosa.

Ahhh, pero resulta que apenas terminemos el circo municipal estaremos, one more time, empinados en qué creen? Exacto, en otra elección, sólo que ahora, para instalar en las sillas de la Presidencia y de Gobernador, a dos conspicuos representantes de una clase política –sin importar las siglas partidistas- que no sabe y no le interesa gobernar, sino mantener el control político y económico a través de sus grupos o familias. Sus privilegios pues.

Así, en tres años, Veracruz –el estado que está quebrado, que tiene que reestructurar su deuda y mandarla a extra innings, que no tiene para pagar ni a su burocracia, tampoco sus impuestos- tendrá tres elecciones. Y no tendría nada de malo si los partidos, los únicos beneficiarios del festín electoral, fueran responsables de los gastos que se generan. Pero no, resulta que nosotros tenemos que pagar la fiesta, aunque sólo nos dejen ver desde la calle cómo se divierten los de la casa.

¿A qué viene esta flagelación innecesaria? A los dichos que este jueves se sorrajaron el gobernador Miguel Ángel Yunes y el eterno candidato a la presidencia Andrés Manuel López Obrador. Ninguno de los dos políticos habría abierto la boca en otro momento, pero resulta que estamos en elecciones, y esto apremia.

Y como esta novela es tan predecible, no hay que explicar que ninguno de ellos ofreció pruebas de sus dichos, aún cuando habría material suficiente como para mandarlos a cuidarle la presión a Flavino y contarle chistes a Bermúdez.

A López Obrador se le ocurrió hablar mal del ejército –lo acusó de ejecuciones sumarias ordenadas por ex presidentes-, y el mundo se le vino encima. Otra vez, su disentería verbal le podría arrebatar la presidencia. Y esto fue motivo para que el Gobernador le exigiera disculpas públicas por sus dichos y se aventó la puntada de advertir que no va a “permitir a este desequilibrado que venga y haga afirmaciones como las de esta mañana”. La muchedumbre sigue esperando qué va a hacer para impedirlo.

Pero como la arena está de bote en bote, el tabasqueño le respondió y dijo que quien debe ofrecer las disculpas es el mandatario veracruzano. La razón: por sus actos de nepotismo –imponer a su hijo como candidato en Veracruz-, corrupción y por endeudar en más de 11 mil millones de pesos al estado en tan sólo cuatro meses.

Por supuesto que ninguno de los personajes harán caso a su adversario y ofrecerán disculpas por lo que han hecho –digamos que de lo que se acusan puede ser lo menos grave-; ellos están en lo suyo, en ganar la próxima elección municipal, y luego, la Presidencia. Y hacen bien, en realidad nadie les aceptaría una disculpa envuelta en el celofán del cinismo.

Las elecciones empiezan a ser una afrenta para los veracruzanos y no un ejercicio de democracia. En la sociedad crece un hartazgo oculto porque no sólo generan pobreza sino que empoderan a sus propios verdugos, así sucederá en muchos municipios, más allá de las siglas. Y no importa lo que cueste, que para eso es el dinero público.

Pero pese a esta insensatez, en México somos muy generosos con nuestra democracia. De acuerdo con el reporte “¿Cuánto costará la democracia electoral mexicana en 2017?”, elaborado por Integralia Consultores, que encabeza el ex consejero electoral Luis Carlos Ugalde, el presupuesto de las elecciones estatales –Nayarit, Estado de México, Coahuila y Veracruz- será superior a los ¡4 mil 28 millones de pesos! El costo promedio del voto en las cuatro entidades en las que se celebrarán procesos electorales este año ascenderá a 203 pesos por elector.

Eso sin contar, claro, el dinero que entra por fuera a las campañas electorales; muchos candidatos, con tal de ganar, no tienen dinero aborrecido… y eso se tiene que pagar después.

Los partidos políticos y las elecciones han resultado una verdadera malaria para los veracruzanos. La quiebra que vive Veracruz se deben en gran medida a que el ex gobernador Duarte –asumiéndose como un estratega electoral cuando no lo era-, destinó millonarias sumas de dinero para ganar elecciones aquí y en otros lados.

Por eso, el gordito de los memes siempre le apostó a la impunidad, sabedor del servicio que había hecho al sistema. Pero resulta que víctima de su soberbia y perversidad, perdió la elección más importante, la de su propia sucesión y aquí estamos en esta podredumbre que seguirá al menos los próximos dos años.

Las del estribo…

  1. Pues resulta que el nombramiento de Elizabeth Morales en el ISSSTE cayó como patada de mula en salva sea la parte. Si de verdad querían ayudar a Alejandro Montano, la hubieran dejado en Profeco al menos hasta julio. Además, Renato tampoco podrá regresar.
  2. Boca del Río y Tantoyuca –los bastiones yunistas- son los municipios que solicitaron al Congreso adquirir los créditos más altos. La maquinaria electoral en marcha. Y el PRI, abandonado por el CEN.
  3. Hay cambios en el gabinete estatal que no podrán esperar hasta después de las elecciones. Acaso a la Semana Santa.