Por un tiempo fui de los que pensó que el prófugo Javier Duarte estaría en alguna casa de seguridad de la PGR soltando toda la sopa sobre sus raterías, en lo que el gobierno decidía cuándo lo sacaba a orear ante la opinión pública.

Y es que con tanta infraestructura como existe para localizar a un sujeto (satélites, aparatos receptores, escuchas telefónicas, rastreo por computadora, etc.) se me hacía muy hacia arriba que anduviera suelto.

Pero sí, sí anda suelto.

Javier Duarte no sólo es buscado por la Interpol, la PGR y el SAT; también lo buscan la Marina y el Cisen que fueron los que dieron con el paradero del Chapo Guzmán tras su segunda fuga. Y por si fuera poco lo busca en Ministerio de Justicia de los Estados Unidos.

Pero con todas esas policías tras él, el gordo está demostrando que es más fregón que el Chapo porque es la hora en que nadie sabe de su paradero.

El periodista Carlos Loret de Mola, dijo que al gobierno federal le urge encontrarlo porque esto levantaría los bonos del PRI y de Enrique Peña Nieto a quienes les puede ir como en feria en las elecciones de junio próximo.

“Saben los estrategas políticos de Enrique Peña Nieto que durante las campañas con miras a las elecciones del primer domingo de junio de este año, el tema de la corrupción va a ser muy mencionado y la mancha de Duarte impactará duramente al PRI…

“…Su aprehensión daría argumentos de defensa a los candidatos del partido tricolor que podrían intentar convencer al electorado de que en el PRI-gobierno federal hay autocrítica, que las ‘manzanas podridas’ terminan en la cárcel y que nadie dejó ir o encubre a nadie. Así que para el gobierno federal la prioridad es que Duarte aparezca vivo y se le arreste en menos de cien días. Antes del 4 de junio…” escribió el periodista el 13 de marzo.

Y en efecto, al gobierno le urge atraparlo ya.

Pero el tipo nomás no aparece.

Entre las conjeturas que se manejan es que lo estarían protegiendo uno o varios miembros de la banda que lo ayudó a saquear Veracruz. Pero eso es inverosímil; estos sujetos están más preocupados porque no los detengan que por hacer obras de caridad o filantropía.

Nadie en su sano juicio tendría en su casa al ex gobernador sabiendo la que le espera por encubrir a un prófugo.

Javier Duarte tiene que salir de su agujero, asomar la cabeza y entonces será atrapado.

Sabe perfectamente que no tiene escapatoria porque no puede disponer de dinero para seguir huyendo. Los espacios se le cierran día con día. El problema es que al PRI y a EPN también se les acaba el tiempo.

A partir de hoy viernes 17 de marzo, quedan exactamente 80 días para las elecciones. A Duarte lo tienen que atrapar a más tardar en los próximos 50 días, para que los candidatos del PRI tengan un margen de maniobra que les permita presumir que su partido es duro y justiciero con los ex militantes que se portan mal.

De otra manera estarán perdidos.

Pero ¿dónde está Javier?

Duarte sabe muy bien que el día que lo atrapen no podrá ponerse en plan exigente ni negociar nada. Por mucho que quiera embarrar a miembros del primer círculo del poder, sabe que tendrá que bailar al son que le toque el Sistema, porque si habla de más ante un juez pueden ir contra su familia.

Pero en estos momentos de apremio para el tricolor y el Gobierno Federal podría negociar una pena no muy larga y seguridad para él y su esposa en el reclusorio. No más.

Quienes están en la cúpula del gobierno no le negarían esos servicios, aunque después lo olviden y dejen que se pudra en la cárcel.

¿Serían capaces de hacerle eso? ¡Pero por supuesto que sí! Duarte es el prototipo del artero y cínico ladrón que los tricolores no quieren defender y del que se quieren olvidar.

Nadie llorará si pasa el resto de sus días en prisión y en cambio, todo mundo pegaría de gritos si sale a los cinco años.

Claro, pero primero que lo atrapen.

Pasará

El gobernador Miguel Ángel Yunes guardó su yelmo, su adarga y envainó su espada y aceptó informar puntualmente sobre el manejo de la reestructuración de la deuda. Por lo anterior no creemos que haya problemas para que los diputados la aprueben hoy en la sesión extraordinaria.

Pero por el bien del PAN, lo que deben hacer sus diputados es darle las gracias a Sergio Hernández Hernández y sentarlo en su curul sin que se mueva. El tipo es tan insoportable que se siente hecho a mano y seguirá entorpeciendo las labores de cabildeo del blanquiazul si continúa como coordinador de esa bancada.