La justicia veracruzana se ha convertido en un vodevil de medio pelo. Su impartición es selectiva, la actuación de la Fiscalía es deficiente y gandalla –depende de quien se trate-, y el Poder Judicial tiene que lidiar con un gobernador que no deja de añorar el viejo régimen. Y esto es posible por un nuevo sistema de justicia penal que no acaba de funcionar adecuadamente.
Ayer detuvieron al ex gobernador interino de Veracruz Flavino Ríos Alvarado, acusado de abuso de autoridad, tráfico de influencias y encubrimiento por favorecimiento. Y aunque él pensó que el “sabadazo” quedaría sólo en una broma pesada –ya que no se trata de un delito grave-, resulta que ayer mismo le fue aplicada una prisión preventiva de un año. Su audiencia de vinculación a proceso quedó programada para el próximo sábado, en el que habrá puente vacacional.
Muchas versiones políticas, jurídicas y de café corrieron este domingo respecto de la suerte que podría correr Flavino Ríos. Pero pocos, muy pocos, se dieron a la tarea de reconstruir lo que pasó el día sábado, en el que se dio la detención del ex gobernador.
¿Qué hizo Flavino el sábado? En entrevista, dijo que fue detenido la mañana de ese día en su domicilio de la ciudad de Xalapa; que había recibido un trato digno y que estaba en la mejor disposición de colaborar porque no había cometido ningún delito.
Pero si Flavino fue arrestado y llevado a la Fiscalía –hasta el domingo en la mañana seguía en las instalaciones de la policía ministerial, según dijo en una entrevista profusamente distribuida-, y no ante un Juez de Control, es porque no se trataba de una orden de aprehensión. De ser ahí, hubieran violado desde su origen todo el debido proceso a causa de una detención ilegal.
Es de suponer entonces, como lo han analizado algunos juristas, que fue arrestado con el propósito de obligarlo a comparecer en entrevista dentro de alguna carpeta de investigación que integró la FGE por encubrimiento, tráfico de influencias y abuso de autoridad. Y mientras esto sucedía, la Fiscalía apuró sus diligencias para solicitar formalmente una orden de aprehensión ante el Juez de Control, con base en la carpeta mencionada.
Si Flavino no tenía orden de aprehensión, ¿por qué decidió quedarse en manos de la Fiscalía por más de 24 horas continuas? ¿Durmió el sábado en la policía ministerial? El es muy buen abogado y sabe que pudo haberse retirado en cualquier momento.
Pero si la tenía, como lo declaró Yunes Linares (“la detención de Ríos Alvarado es consecuencia de una orden de aprehensión girada por un juez”), ¿por qué no fue presentado de inmediato ante el Juez de Control sino hasta el día siguiente? ¿Qué pasó durante todo ese tiempo? ¿Qué hizo, dónde estuvo? ¿Quiénes lo acompañaron? ¿De qué hablaron? ¿Estas actuaciones están integradas a la carpeta de investigación? Hay demasiados cabos sueltos respecto de lo que Flavino hizo el sábado.
Por eso es que existen dos problemas fundamentales que deben aclarados: el primero –señalan los abogados-, es que dicha detención se prolongó lo suficiente para configurar un trato inhumano e ilegal, y segundo, los delitos por los que se le investiga no son delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa –como lo dijo el propio Flavino ayer domingo-, por tanto, debería seguir su proceso en libertad. ¿Es legal y justa la prisión preventiva que le impusieron? ¿Lo engañaron y por eso recordó el tema de la pederastia al gobernador?
Tampoco deja de llamar la atención que nadie supiera nada durante un día completo, ni sus amigos políticos o periodistas; y que la información se hiciera pública precisamente a través de los dos medios que se han convertido en los consentidos del régimen: el diario Reforma de la ciudad de México y la XEU radio, en el puerto de Veracruz. Vaya, hasta a Notiver se la pasaron de humo.
Está claro que el capítulo primaveral de la tragicomedia veracruzana se tejió ya hace varios días y se aceleró ante una serie de acontecimientos colaterales, que obligaron a adelantar los tiempos.
Eso explica la apasionada defensa que en la víspera hizo el mandatario estatal de su Fiscal –hasta ahora no da dado visos que lo sea de los veracruzanos-, ante la solicitud de renuncia presentada por el Colectivo Solecito. El telón de la obra “La caja china del Chino” no podía quedarse sin su director de escena.
La segunda razón es la urgente necesidad de cumplir –aunque sea a medias- una promesa que está desequilibrando al gobierno estatal: la detención de Javier Duarte y el resto de los saqueadores. Flavino Ríos es un distractor perfecto para ganar algunas semanas, al menos de aquí a que inicien las campañas, antes de que la credibilidad del gobierno acabe de derrumbarse.
El tercer elemento es el anuncio de Héctor Yunes Landa respecto del “corte de caja” que hará este lunes sobre los primeros cien días de gobierno. Tal evaluación, el senador la anunció hace semanas y la reiteró en los últimos días. Luego de los eventos de este domingo, lo que diga se irá a “interiores”. Sigue cometiendo el grave pecado de decir siempre lo que va a hacer.
Así están las cosas en la tristemente célebre aldea jarocha. Cuando el gobernador habla de que la detención de Flavino Ríos “no es un show” es que reconoce que todos lo ven así. “Ahora tendrá que demostrar que es inocente” dijo ayer, olvidando que ahora debe prevalecer la presunción de inocencia.
Y la cereza en el pastel: “Tenemos el compromiso de no admitir impunidad”. ¿Por eso admitieron a Ricardo García Guzmán como candidato? ¿Habrá excepción si los saqueadores se entregan a su causa política como sucede en los Tuxtlas o en Tuxpan? ¿Y los responsables de la violencia delincuencial desatada las últimas semanas? Hasta ahora, la impunidad y la justicia, han sido selectivas.
Las del estribo…
- Que Flavino Ríos diga que su detención es una “caja china” es de una ironía exquisita. Y que el góber diga que no litiga en medios, para luego enterarnos a través de Reforma y la XEU, también. En Notiver deben estar eufóricos.