Prefacio.

Qué pronto “enseñó el cobre” la presidenta de la mesa directiva del Congreso local María Elisa Manterola Sáinz. Asumir que el dictamen sobre la renegociación de la deuda estatal no ha sido aprobado “porque no hay dinero para comprar conciencias”, con seguridad la habrá de confrontar con un buen número de diputados. *** Está muy bien que salga a defender al coordinador de su bancada, Sergio Hernández, pero ambos (él y ella) deben entender que la negociación, el cabildeo, no necesariamente tiene que ver con dinero. *** No deben perder de vista que estos legisladores tendrán la oportunidad de buscar su reelección el próximo año, y ese simple hecho abre un mundo de posibilidades para cabildear. Lo único que se necesita es un par de neuronas que funcionen bien. *** Otra herramienta útil es la información. Muchos de los legisladores que hoy se oponen a autorizar la renegociación de la deuda, se quejan de que no han sabido decirles en qué consistirán los acuerdos con los bancos, cuánto pretenden que se libere de las participaciones federales hoy comprometidas y qué se hará con ese recurso. *** No es tan difícil convencerlos, pero –claro- siempre será más cómodo echarles la culpa a los otros.

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¡Esa terrible manía de los políticos de hablar de más!

¡Esa incontinencia verbal que los mete en tantos problemas!

El periódico El Universal hace un detallado recuento de los tropiezos del gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, en su afán de ser una vez más el centro de la atención mediática:

“La aparición de 11 cuerpos en el municipio de Boca del Río, Veracruz, el pasado martes, dejó al descubierto la improvisada forma en que se conduce el gobierno que encabeza el panista Miguel Ángel Yunes Linares, ya que a las pocas horas de ocurrido el hecho, el mandatario señaló que habían sido identificadas dos de las víctimas, quienes —aseguró en entrevista— tenían antecedentes penales; sin embargo, se trataba de dos jóvenes que fueron levantados de un antro. Posteriormente, el panista dijo a diversos medios de comunicación que las 11 personas habían sido identificadas, aunque un día después reconoció que faltaba una, y lo peor, nos aseguran, es que dijo que era muy probable que tuviera vínculos con la delincuencia porque fue a quien más torturaron y mostró imágenes de sus tatuajes para pedir a la ciudadanía su ayuda a fin de identificarlo, pero, otra vez, nos hacen ver, resultó que era un doctor secuestrado días antes en el norte del estado. Al parecer, nos dicen, el góber primero pega y después averigua”.

Miguel Ángel Yunes Linares insiste que no es su afán el de criminalizar a las víctimas, pero con demasiada facilidad suelta acusaciones, señalamientos sin sustento alguno.

Esta semana la inició advirtiendo que “varias comunidades están vinculadas al robo de combustible y es toda una cadena; unos roban, otros distribuyen, y otros compran”. Hizo especial referencia a comunidades de los municipios de Coscomatepec y Tetelcingo, cuyos habitantes (¡todos!) estarían involucrados en el intento de rescate del camión que transportaba gasolina robada y que había sido resguardado en una estación de la Policía Federal.

Mañana aclarará que no se refirió a todos los habitantes de esas comunidades, y que hay medios y periodistas interesados en confrontarlo con la sociedad. Lo bueno es que todo está grabado y sus gazapos están bien documentados.

Tras 97 días de que inició su mandato (aunque bien se le podrían sumar los 15 días en los que envió como “avanzada” a su secretaria de Finanzas) lo que se percibe es que Yunes Linares agotó demasiado pronto sus fuegos artificiales, sus “cajas chinas”, con las que pretendía desviar la atención –y la presión- de la sociedad veracruzana.

El caso es que a estas alturas la opinión pública ya no le cree, pues la “percepción” es que les ha mentido, o al menos ha incumplido lo que ofreció.

Dijo que habría de “meter a la cárcel” a Javier Duarte “y a la banda de delincuentes que lo acompañan”. Ya hoy los veracruzanos tienen claro que el exgobernador sigue libre, y que si es detenido y procesado, será por obra y mérito de las autoridades federales.

En su afán de volcar a la ciudadanía en contra de Fidel Herrera y Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes se inventó la historia de que en los dos anteriores sexenios se habían estado aplicando ampolletas de agua destilada a niños enfermos con cáncer, haciéndolas pasar como medicamento. Tuvo que salir el propio secretario de Salud del gobierno federal, José Narro, a aclarar que no había indicio alguno de que eso hubiera ocurrido.

La mentira tuvo un efecto totalmente contrario al que esperaba el hoy mandatario estatal. Fue tan grave la historia que contó, que cuando fue desmentida, poca atención pusieron los veracruzanos al hecho –ese sí real y confirmado- de que se adquirieron pruebas falsificadas para VIH y medicamentos clonados o que ya habían caducado, a través de proveedores ficticios.

La percepción que prevalece es que Yunes Linares mintió para tratar de cumplir su venganza contra sus enemigos políticos.

Y luego fue lo de la “bodega de Duarte”, que no tenía otra cosa que los enseres personales de la familia, y de los cuales la PGR sigue en espera de que le hagan llegar las “evidencias” de los supuestos negocios en los que habría participado la señora Karime Macías.

Y metió a la cárcel a Leonel Bustos, titular durante un buen rato del Seguro Popular, y ya está en la calle; y metió a la cárcel a Arturo Bermúdez, quien fuera secretario de Seguridad Pública y ya no sabe qué más inventar para mantenerlo encerrado. Y denunció a todos los secretarios de Salud de los dos últimos gobiernos, y a los contralores generales del estado, y todos siguen libres, sin haber sido llamados a rendir declaración, a pesar de que algunos (como en el caso de Juan Antonio Nemi Dib) han pedido que les permitan aportar información.

Y ha dicho que las personas arrojadas sin vida en el municipio de Boca del Río estaban vinculadas a la delincuencia organizada, y resulta que cinco de ellas no tienen antecedente penal alguno; y ha dicho que es una guerra entre bandas delictivas, y el pasado fin de semana fueron atacados elementos de la policía federal.

Son demasiadas contradicciones, demasiados frentes abiertos… y todavía no llega ni a los cien días.

Ha sido tal su afán de apurar los tiempos, por la brevedad de su mandato, que ya se empieza a percibir el ocaso de su período.

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Epílogo.

Muy justo que Rocío Ojeda, docente de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, aspire a la rectoría de la Universidad Veracruzana (UV). Antes, sin embargo, debe voltear hacia atrás y revisar su trayectoria. Su paso por la Comisión para la Protección del Periodista, con seguridad será un pesado lastre para sus aspiraciones. *** Reconocer e impulsar a la mujer no se trata sólo de darles trabajo a algunas de ellas. Es también actuar con congruencia en el quehacer público. El hecho de que la administración estatal mantenga en la ignominia al Instituto Veracruzano de las Mujeres, no habla muy bien que digamos del interés de Yunes Linares. ¿También de eso habrá de culpar a sus antecesores? *** ¿Y dónde está el gerente estatal de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), Martín Gelacio Castillo Calipa? Desapareció desde el 8 de febrero y nada se sabe aún de él. *** ¿Y quién fue el que filtró la fotografía de Arturo Bermúdez al momento de ser fichado? El 4 de febrero anunció el gobernador que había ordenado que se diera con el responsable. Ha pasado más de un mes y aún no dan con él. ¿Y con esos investigadores pretenden dar con Duarte?

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