A falta de dos meses para el inicio de las campañas electorales, los partidos políticos hacen su mejor esfuerzo por convencer a los ciudadanos de que las elecciones son una simulación, que se trata de perpetuar un sistema de electoral caro, ineficiente y corrupto, y que no importa quien resulte ganador, las cosas van a seguir igual.
Cuando apenas se barajan algunos nombres, los partidos se han encargado de fastidiar el ánimo de quienes se supone deben ser convencidos. Para el ciudadano de a pie, todo esto apesta… y en muchos casos, no le falta razón.
Una serie de medidas económicas a nivel federal, la fractura en las cúpulas nacionales de prácticamente todos los partidos, un vacío de poder estatal que ha ocasionado que la crisis económica y de seguridad se eleven a niveles insospechados, y la pugna de grupos y candidatos por mantenerse en la ubre presupuestal a través de los gobiernos municipales, han generado un rechazo absoluto de los votantes hacia el gobierno, los partidos y la política en general.
Basta revisar el expediente clínico de cada partido político para comprobar que estamos en la sala de urgencias. Por ejemplo, el PRI trata de sacudirse con muy poco éxito el enojo social causado por los gasolinazos, el aumento a la energía eléctrica –ayer se anunció el segundo incremento del año- y los señalamientos de corrupción de muchos ex gobernadores, entre ellos el ínclito Javier Duarte. El índice de aceptación presidencial es el más bajo previo a su relevo.
Además, la polarización de los grupos y corrientes locales luego de la derrota electoral de junio pasado, provocaron la ruptura de la disciplina partidista y la cohesión política, permitiendo el regreso de las bandas que corrompieron a Veracruz y secuestraron al partido. En Veracruz, el PRI ha dejado de ser una marca rentable, al grado que por primera vez en la historia no llevará candidatos en municipios tan importantes como Alvarado, Medellín, Tierra Blanca o Jalcomulco; ahí nadie quiere jugar a perder.
Pero al tricolor le queda el consuelo que el resto de los partidos han hecho las cosas igual de mal, que el rechazo es generalizado y que por tanto, todos parecen estar en igualdad de condiciones.
La crisis política, económica y de seguridad que atraviesa el gobierno de Veracruz poco abona a las posibilidades electorales de la alianza PAN-PRD. La escalada de violencia en las principales ciudades del estado, el despido masivo de burócratas, la incapacidad política y legal para castigar a los responsables de los crímenes y el desfalco, y la actuación unipersonal y pendenciera del mandatario estatal ha ido fracturando rápidamente su credibilidad y su proyecto político.
La gente no ve resultados ni el cumplimiento de las promesas hechas desde el papel de opositor. La apuesta a la reestructura de la deuda para salir del bache aunque sea temporalmente, ha fracasado no sólo por los intereses electorales de todos los partidos políticos –incluido él mismo-, sino también por la falta de claridad en sus propósitos.
Por ello, tanto el PAN como el PRD, que en antaño fungían como voces críticas al sistema, se han convertido en observadores mudos y complacientes de la actuación del Gobernador Yunes. Las candidaturas no se están decidiendo al interior de los partidos políticos sino en Palacio de Gobierno o en la oficina del presidente municipal de Boca del Río. Habrá que esperar la respuesta de la militancia y los grupos internos tradicionales que han sido desplazados.
El tercer invitado es Morena. El partido no sólo adolece de un liderazgo estatal perverso y autoritario –hay que ver dónde están todos los compañeros de lucha que acompañaron a Manuel Huerta en sus inicios-, sino que ha tenido que echar mano sin el menor pudor de candidatos que han militado en otros partidos políticos.
La visita de Andrés Manuel López Obrador a Veracruz sirvió para elevar la presencia mediática de Morena, sin embargo, también sembró la duda sobre un supuesto pacto con el villano favorito, el ex gobernador Duarte. Además, la forma en que han llevado a cabo el proceso interno, ha generado una inusitada inconformidad entre la militancia, sin contar que hay tribus que aún deambulan aún entre el PRD y Morena. Este miércoles sus oficinas seguían tomadas.
El resto de los partidos resultarán una verdadera comparsa del proceso. Y conste que no dicho en tono peyorativo, sino porque sus posibilidades de competir individualmente son prácticamente nulas.
Por ello, al inicio del mes de marzo, ante el escenario de rechazo de todos los partidos políticos, la baraja está abierta. Puede ganar cualquiera prácticamente en cualquier municipio toda vez que se espera una votación marginal por el estado de las cosas tanto a nivel nacional, en nuestro estado, como en los empobrecidos Ayuntamientos.
Los procesos internos aún no concluyen y en todos los partidos políticos ya hay renuncias e inconformidad por la imposición de candidatos. Se trata de una democracia perversa donde sólo algunos obtienen una ganancia, el resto está fuera del juego. Así que luego nadie se diga sorprendido por los resultados.
Las del estribo…
- En el tema de la reestructuración de deuda, todos sabemos lo mal que nos puede ir si no se aprueba. Pero nadie sabe de dónde vendrán los recursos y para qué serán utilizados. ¿Porqué no lo explican, como lo establece la propia ley?. Otra vez, basta con decir la verdad para apagar el fuego.
- Otra vez se ha criminalizado a jóvenes ejecutados aún antes de conocer su identidad. Suponiendo sin conceder que sea cierto, ¿la lucha entre cárteles suprime el estado de Derecho y la impartición de justicia?