Después de tres intentos –dos cuando aún militaba en el PRI, en las sucesiones estatales de 1998 y 2004, y luego como neopanista en 2010–, Miguel Ángel Yunes Linares por fin alcanzó la gubernatura de Veracruz en 2016 gracias a dos factores determinantes: la desastrosa administración y el voraz saqueo de su antecesor Javier Duarte de Ochoa, que rebasó por mucho los límites de corrupción que la sociedad veracruzana toleró a otros regímenes del partido tricolor, y a los errores tácticos cometidos por el candidato priista a la gubernatura, Héctor Yunes Landa, cuyo receloso equipo de campaña no logró sumar plenamente a otros grupos del Revolucionario Institucional, además de que en el discurso pretendió deslindarse del duartismo pero en los hechos terminó por ceder al aún jerarca del priismo del estado la mayoría de las candidaturas al Congreso local, tanto las de mayoría relativa como las de representación proporcional.
Por ello cuesta trabajo entender que Yunes Linares, como gobernador de una entidad con los gravísimos problemas financieros y de inseguridad que actualmente enfrenta Veracruz, pierda su tiempo, dilapide su energía y desgaste aún más la devaluada investidura institucional de Jefe de Ejecutivo del estado al contestar las críticas de un dirigente partidista como Andrés Manuel López Obrador, quien busca aprovechar la presente coyuntura electoral para reposicionarse él y su partido no tanto para las elecciones municipales en puerta sino para la sucesión presidencial de 2018.
Además, causa hasta pena ajena el lenguaje soez y visceral que utilizó Yunes para contestarle a López Obrador, ya que el gobernante panista no es líder de un partido político sino el jefe de las instituciones del estado y representante de todos los veracruzanos, incluidos los correligionarios del dirigente de Morena. ¿Alguien se imagina a otros ex gobernadores como Fernando Gutiérrez Barrios, Dante Delgado, Patricio Chirinos, Miguel Alemán Velasco y hasta a Fidel Herrera Beltrán replicar de esa manera a sus detractores? Vamos, ni siquiera don “Disgustín” Acosta Lagunes, quien tenía fama de sobajar y humillar a sus colaboradores y correligionarios, se atrevió a dar un espectáculo de tan baja ralea, aunque algunos de sus críticos o disidentes políticos terminaron por exiliarse del estado, entre ellos el propio Miguel Ángel Yunes, a la sazón diputado local del PRI
Por eso sorprende que además, un día sí y otro también, Yunes Linares califique de “ignorantes”, “torpes” y “sinvergüenzas” a legisladores locales, alcaldes priistas y a los académicos de la Universidad Veracruzana que se atreven a opinar y disentir de su propuesta de reestructuración de la deuda pública del estado.
Yunes parece no caer en cuenta aún que ya no es candidato, que la campaña electoral concluyó desde finales de mayo de 2016 y que ahora debería dedicarse a gobernar de tiempo completo y sin distracciones, dadas las graves condiciones financieras y de seguridad pública en que recibió el estado en diciembre pasado, ya que además –por si acaso no lo tuviera muy presente– su administración concluirá dentro de 21 meses.
Quizá a eso se deba su virulenta reacción contra López Obrador, ya que además de tildar de “muy corrupto” al gobernante del PAN, recordando que “es un salinista que se enriqueció de manera inexplicable” y que “cualquiera tiene mayor solvencia moral que él”, el dirigente de Morena lo señaló de encabezar una “monarquía moderna”, ya que apuntó que además de la gubernatura, esta familia panista gobierna Boca del Río con el junior Miguel Ángel Yunes Márquez –a quien su padre impulsa para sucederlo en la gubernatura en el 2018– y ahora van por el ayuntamiento del puerto de Veracruz con su otro hijo Fernando, quien acaba de solicitar licencia al Senado de la República para contender por la alcaldía porteña.
Ello motivó también que el alcalde boqueño aludido llamara “estúpido” a López Obrador, y que su progenitor Yunes Linares lo calificara de “autoritario”, “desequilibrado”, “desquiciado”, “bocón” y “también corrupto”.
Ambos, padre e hijo, coincidieron en echarle en cara al dos veces ex candidato presidencial que siempre ha vivido del presupuesto toda su vida “y vivir muy bien”, pero este par de panistas olvidaron que ellos también han hecho lo mismo. El gobernador Yunes lleva más de 42 años saltando de puestos partidistas a cargos de elección popular y en la administración pública federal y del estado, mientras que el alcalde boqueño ha vivido del erario estatal y municipal desde 2004, cuando llegó al Congreso local como diputado por la vía plurinominal gracias a la influencia de su papá en la cúpula nacional del PAN.
Yunes Linares pretextó que López Obrador “se enojó porque di a conocer la bodega donde (Javier) Duarte guardaba información, seguramente le preocupó que allí hubiera información que involucre a Morena con los hechos de corrupción de Duarte.”
“¡Duarte les daba dinero, López Obrador, y tú lo sabes!”, afirmó el gobernador del PAN en un video que grabó y difundió minutos después de enterarse de las declaraciones que hizo el dirigente de Morena la mañana de este miércoles a su arribo al aeropuerto de la ciudad de Veracruz, pues el tabasqueño inició una gira de tres días por la zona centro de la entidad.
Sin embargo, Yunes parece olvidar también que en la campaña electoral del año pasado, el ex dirigente estatal del PAN, Alejandro Vázquez Cuevas, a la sazón candidato del PES a la gubernatura, lo acusó públicamente de que en 2012 traicionó a la entonces candidata presidencial de Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota, en un presunto acuerdo que habría hecho durante una borrachera con Duarte de Ochoa, quien supuestamente le planteó que abonara al triunfo del abanderado priista Enrique Peña Nieto en Veracruz a cambio de que él ayudaría a su hijo Fernando para que asegurara el escaño senatorial de primera minoría, lo que el ex gobernador prófugo aparentemente sí cumplió.
Reto para ‘cimbrar a México’
Por la tarde-noche, Andrés Manuel López Obrador grabó un video en el que reta a Yunes a que “demuestre que (Javier) Duarte me dio dinero”, comprometiéndose el dirigente de Morena a que si el gobernador panista se lo comprueba, entonces “yo renuncio a la política, me retiro de la política”.
Pero, igualmente, López Obrador lanzó el reto de que si el panista no prueba su dicho, que entonces “él deje la gubernatura de Veracruz, que deje el poder que ostenta porque no le está haciendo ningún bien al pueblo de Veracruz.”
El tabasqueño le recordó a Yunes que “no somos iguales, no somos lo mismo, a mí me pueden llamar ‘Peje’, pero no soy lagarto, no somos iguales.”
“Ahí va ese reto respetuoso para que me conteste de inmediato, que dé a conocer las pruebas, sino que se vaya de Veracruz, que le va a ser un gran favor a este extraordinario pueblo de Veracruz”, reiteró el líder nacional de Morena.
Anoche, en el noticiero nocturno de Televisa, Yunes salió con la jalada de que Duarte le daba 2.5 millones de pesos mensuales a Morena, cuando en realidad era un acuerdo que la administración del ex mandatario prófugo tenía con los ejidatarios de Tatahuicapan para que no cerraran las válvulas de la presa Yuribia, que abastece de agua potable a los municipios de Cosoleacaque, Minatitlán y Coatzacoalcos.
De hecho, este acuerdo se inició desde antes de que se creara el partido de López Obrador.
Lástima que, otra vez, Yunes haya perdido la oportunidad de “cimbrar a México”. En 2016 había prometido que en diciembre, cuando tomara posesión como gobernador, daría a conocer información sobre actos de corrupción que iban a sacudir al país. Pero a la mera hora se arrugó. Ahora López Obrador se le puso de pechito y desaprovechó la oportunidad para eliminar de la próxima contienda presidencial al principal contrincante de Acción Nacional. ¿Qué reacción habría en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN, sobre todo de su dirigente Ricardo Anaya, uno de los aspirantes del blanquiazul a la Presidencia de la Reública, en cuyos spots institucionales viene desplegando precisamente una intensa campaña en contra del dirigente de Morena, a quien sigue considerando “un peligro para México”? Si Yunes no presenta pruebas contundentes de los supuestos apoyos financieros que Duarte habría dado al partido de AMLO, va a quedar como un “bocón”, el mismo calificativo que usó para desacreditar al ex perredista tabasqueño, molesto porque lo acusó de corrupto y de querer instituir una “monarquía moderna” en el estado, al tratar de imponer a sus hijos en la alcaldía del puerto de Veracruz y en la próxima gubernatura.