En noviembre del año anterior, cuando más de cincuenta alcaldes protestaron en la plaza Lerdo en justa demanda porque les entregaran las participaciones que se embuchacaron Javier Duarte y su banda, encontraron en el gobernador electo a un aliado incondicional.
Miguel Ángel Yunes no sólo aplaudió la medida, sino que la alentó.
El gobierno estatal debía a los municipios 3 mil 300 millones de pesos correspondientes a seis fondos federales que serían para pagar a empleados, policías, a personal de limpia pública, para gasolina de las patrullas y pago del alumbrado público, entre otras cosas.
Pero Duarte ya andaba de pelada y le había dejado la papa caliente al gobernador interino, Flavino Río Alvarado, que cuando llegó al cargo encontró las arcas exprimidas y vacías. Flavino quiso negociar, pidió un plazo para cubrir las necesidades más apremiantes, pero todo fue en vano.
Los alcaldes, que habían mantenido su plantón en la Plaza Lerdo, ocuparon el edificio de Palacio de Gobierno y esto obligó al gobernador interino a ser un gobernador itinerante.
La toma de Palacio le vino de maravilla a Yunes Linares: “Es vergonzoso que se mantenga la negativa de escuchar a los representantes de más de cincuenta municipios que desde hace una semana mantienen una demanda de diálogo con el gobernador interino. Si el gobernador o los funcionarios del gobierno del estado violentaron la Ley, desviaron los recursos y no los entregaron a los ayuntamientos, esa no es responsabilidad ni culpa de los ayuntamientos, esa no es responsabilidad ni culpa de los presidentes municipales”, dijo textualmente el gobernador electo.
Horas antes del cambio de poderes, los alcaldes abandonaron el Palacio y regresaron a sus municipios. Les habían prometido, aunque muy vagamente, que les pagarían. El problema es que no les dijeron cuándo.
La semana anterior la titular de la Sefiplan, Clementina Guerrero, se portó literalmente como novia de rancho al dejar plantados a los munícipes con quienes presuntamente iba a acordar la forma de liquidarles el adeudo. Y la luna de miel entre gobierno y alcaldes se acabó.
Miguel Ángel se olvidó de su apoyo y les echó la caballería encima. Palabras más, palabras menos, dijo: “Exigen más de 4 mil millones de pesos, pero nunca reclamaron cuando el PRI gobernaba Veracruz. Antes callaron, solaparon y aprobaron la deuda. La SHCP no mandará ese dinero porque ya lo hizo, pero Duarte se los robó. Hay una desvergüenza total de quienes asumen el liderazgo de los ayuntamientos. Es grave que tengamos ignorantes demandando eso”.
Desvergonzados e ignorantes; así les dijo.
Ahora resulta que los alcaldes van a tener que andar como los aboneros, atrás del prófugo para que les pague. Y si no lo encuentran se joderán más de cincuenta ayuntamientos.
Inútil decir que aunque Duarte se robó esa cantidad (entre otros muchos millones), es responsabilidad del gobierno estatal cubrir ese adeudo. Para usar las mismas palabras de MAYL; “No es responsabilidad ni culpa de los presidentes municipales”.
Pero bien dice el dicho que la gente no cambia, nomás lo intenta. Apenas bastaron dos meses y medio para que volviera a aflorar el verdadero Miguel Ángel Yunes Linares.
Nunca fue su intención cumplir lo que prometió en campaña, sino probar las mieles del poder aunque fuera por dos años. Y si para eso había que recurrir a la falacia pues qué bien.
¿Qué le haría la raza jarocha a Dios que en los últimos tiempos le ha ido tan de la fregada con sus gobernantes? Ve tu a saber, lector.
Lo cierto es que los veracruzanos siguen sufriendo y para no perder la costumbre, tienen que aguantar a otro gobernador embaucador y tramposo. Pero con el valor agregado de que éste es irascible, intolerante, autoritario, prepotente e irrespetuoso.