Se cumplió cabalmente el pronóstico: cada lunes, cortesía de nuestro Gobernador, tendremos un emocionante capítulo de la tragicomedia jarocha. La bodega encontrada ayer en Córdoba con las pertenencias de la familia Duarte Macías confirma que ahí fue a parar la mudanza de Casa Veracruz. Con eso, tenemos nuevos capítulos para rato.
Así que para que no digan que todo es criticar al mandatario estatal, entonces haremos caso de su sugerencia matutina y nos postraremos al lúdico arte de la distracción mediática y nos sumaremos a la turba que en redes sociales, ha hecho un festín de la hoguera a la que han arrojado a Karime Macías por culpa de su narcisismo y frivolidad.
Aún sin conocer el museo de lo absurdo descubierto ayer en Córdoba, el pasado 23 de enero comenté en este mismo espacio: “Hasta que llegaron las “desperate housewives”, doña Rosa Borunda y Karime Macías. Ahí empezó la tragicomedia que rayaba entre el misterio, la farsa, la sátira y la ambición, como cualquier culebrón del canal de las estrellas.”
“Ninguna de ellas dos estuvo dispuesta a ser un elemento decorativo en el gobierno de sus maridos; sabían de su ascendencia y decidieron participar de lleno, ejercer autoridad y decidir sobre las más diversas y delicadas tareas.” Las libretas llenas de apuntes personales hoy lo confirman.
También se dijo que “con Karime Macías se repitió la historia –la de doña Rosa Borunda- pero de forma más obsesiva. Karime no sólo quiso ser más influyente, más importante, más rica que doña Rosa; no sólo quiso cobrar todas las afrentas recibidas por ella y su marido de manos del matrimonio Herrera Borunda, sino que decidió co gobernar con Javier Duarte, convencida que tenía los mismos atributos y capacidades –si no es que aún mayores- para decidir sobre los asuntos públicos de Veracruz.”
Presa de sus complejos de clase, su ambición por el poder y el dinero, Karime representa fielmente lo que fue el gobierno de Duarte: la preocupación por hacer negocios, ocuparse de la infinidad de propiedades que habían acumulado, fabricar una vida social ficticia, prestar atención de vez en vez a los propios hijos –imagínense qué pensaría de los niños veracruzanos-, y olvidarse de las obligaciones que les representaba su investidura. ¡Eso era una cosa de güeva!
Era más importante que Emilio I fuera aprendiendo lo que es vivir en medio de lujos y excentricidades, con un pequeño yate que lo acostumbrara a una vida futura alejada de la mediocridad de sus padres.
También dije en el texto de enero que “en lo privado, como ya se ha documentado, era la responsable de tejer la compleja telaraña financiera que permitió el desvío de miles de millones de pesos del erario público. Su ambición no tenía límites, así que lo mismo gastaba fortunas en su arreglo personal, que en comprar obras de arte y caballos pura sangre, que le permitieran olvidar su origen de niña bien, acaso de clase media alta.”
Pero además, hoy lo sabemos, Karime se sentía con el derecho de una abundancia que le fue despojada a los veracruzanos y no ganada producto de la energía positiva que tanto pregonaba a través del ejercicio del yoga. Hipocresía absoluta sin el menor rubor. En sus apuntes, no hay una sola línea dedicada a Veracruz ni a su gente, tampoco a la responsabilidad que implica gobernar al estado, y menos aún, una conciencia sobre el daño que estaban infringiendo a millones de personas. No hay el mínimo asomo de culpa.
Karime escribía para sí misma producto de su egolatría pero también de su soledad auto infringida. No tenían amigos porque pocos estaban a la altura de su nuevo estatus social y económico –acaso sólo menciona al afamado Moy-. El caso de la esposa del gobernador es asunto digno de un profundo estudio de psiquiatría. Difícil pensar que sobrevivan al escarnio y la vergüenza pública el día que tengan que enfrentar a la justicia.
Y atiné: “Hoy, las esposas no están desesperadas por el ejercicio del poder, sino por las consecuencias que les pueda traer haberlo hecho sin el menor escrúpulo. Sus nombres seguirán siendo noticia.” Ya lo son. Acaso hay que esperar que en un acto de imprudencia personal, Karime haya confesado a su querido diario cosas del interés de los sabuesos de la PGR –a quienes por cierto, el olfato les falla bastante-.
Es verdad, respecto de lo que se robaron, lo que encontraron ayer en Córdoba es absolutamente irrelevante. Sólo son una muestra de la pobreza de espíritu, de los complejos personales y de una mente femenina mucho más oscura que la del propio Javier Duarte, quien ahora resulta que fue una especie de príncipe consorte de petatiux.
La del estribo…
A pesar de que los momios no corren a su favor, el PRI en Xalapa tendrá que integrar una planilla con al menos 30 regidores para poder dar cabida a todos los que aspiran. Están José Luis Santiago, Rodrigo Montoya, Ericka Ayala, Carlos Aceves, Rosa Luna, Carlos Rodríguez, Jaime Cisneros, Hugo Maldonado, el osito tequilero, los de Renato, los del candidato, más los que se acumulen de aquí al registro.