Un bienio sin luna de miel y, tal vez, cien días sin cantos de aleluya…

Es evidente que a los hombres de este gobierno de dos años “les ha tocado bailar con la más fea”; en el mundo democrático, estos 76 días han sido de un gobierno de cambios y de lucimientos; es el tiempo de la luna de miel entre gobierno y pueblo; se inició, por lo menos en el papel, la implementación de las promesas planteadas en la campaña electoral. Días  dramáticos para  los empleados en las diferentes  oficinas para evidenciar la nueva presencia de los hombres y mujeres que han llegado al poder panista cuyo signo radical los primeros días han sido de fiesta.

Los panistas y un importante número de veracruzanos celebraron la llegada del nuevo gobernador triunfante que obtuvo la liquidación de la dictadura de 86 años priista; fueron y aún son, en varios rincones de Veracruz, los mejores días; en la historia de muchos pueblos siempre han quedado incorporados esos primeros días de gobierno de ex gobernantes, desde presidentes hasta reyes, dictadores y caciques, cargados de leyes, discursos, esperanzas, para entonar himnos al nuevo estilo, para subrayar la capacidad de adecuación del sistema a las nuevas circunstancias, para traer a presencia y encarar en la persona del Gobernador Yunes la frase de Ortega y Gasset “yo y mi circunstancia”, para soportar en esa capacidad de adecuación la inmortalidad del sistema político panista.

En fin, que los primeros días, antes de llegar a 100 de gobierno han sido de aleluyas y de trompetas. Ya están llegando, fatalmente, el desgaste, la erosión, el abismo terrible entre la promesa espectacular y el precarismo anémico de la realización; los choques entre los intereses creados, la sorda crítica y el rumor corrosivo. Pero el gozo de estos primeros días compensa y equilibra los meses sobre el poder.

Este bienio no ha tenido luna de miel y es casi seguro que ni celebraciones por los primeros 100 días, ni cantos de aleluya, ni estridencia de trompetas. Sus hombres, desesperados, aterrados, se han refugiado en las descripciones sombrías de la crisis heredada; muchos de ellos son aprendices de políticos y tienden la cortina de humo del huracán legislativo, o de la denuncia rechinante, escandalosa, de la corrupción, o la exhibición morbosa de los corruptos, para montar la infraestructura, el escenario, el tablado para la lectura litúrgica, en sordina de canto gregoriano, de profecías que se han de realizar a largo plazo sin la varita mágica, sin los encantos de los brujos de Catemaco, sin la presencia del mago Merlín y la hechicera Morgana que nos regalan presagios y señales para seguirlos durante el tiempo que viene.

Se asoma, ya casi está presente el analfabetismo político, siempre tan frívolo y tan superficial, monta sobre el rumor el juego de la identidad. A buscar en el desierto de una historia sin frutos, aires de familia o parentescos con otros tiempos y otros hombres y mujeres; así el juego del tapado, -¿quién será?-: ¿Pepe, Cuitláhuac, Yunes Márquez o Dante Delgado?

Ciertamente, el bienio, su hombre, sus hombres, no se parecen al hombre, a los hombres de sexenios anteriores; parece ser que hay propósito expreso, cuidadosamente buscado, de subrayar las diferencias esenciales. En el estilo se elude el populismo, la retórica priista; en la acción se trata de exaltar el contraste; se acuna a los exgobernadores del origen de la crisis detrás de cada decisión rectificadora, el propósito evidente de señalar el desacierto; el déficit presupuestal, la indisciplina en el gasto, el derroche en su ejercicio, la corrupción contaminante, fueron durante dieciocho años,  impulso y virulencia a la crisis.

Quizás la crisis y la situación que está viviendo Veracruz y su gobernador, con su densa carga de dolor, de frustración, de sombras, de angustia, deje el residual enriquecedor de la lección, y provoque el regreso tranquilo, ordenado, a las instituciones venerables abandonadas, atropelladas; sólo en el dolor y la esperanza el hombre se renueva.

El trabajo forzado del mandatario estatal, que ve cómo se le escurre el tiempo, lo han obligado a tomar medidas severas para cumplir sus promesas de campaña: 1.-Ha encarcelado a exfuncionarios duartistas, acusados de múltiples delitos; 2.- Ha creado un plan para enfrentar la crisis. 3.- Subsidio a la tenencia de vehículos por 2 años. 4.- Destinó miles de millones de pesos para enfrentar a la delincuencia. 5.- Programa de regularización del transporte público (de 100 mil unidades de ese transporte, hay once mil sin concesión y 15 mil sin placas). Y más acciones.

Y en el espíritu ingenuo de los buenos propósitos que aletean en este principio de año, el deseo de los veracruzanos de que así sea.

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