Prácticamente no hay ninguna dependencia estatal, ninguna, en la que Javier Duarte no haya metido las manos con muy mala leche.
Desde la Sefiplan, hasta la Secretaría de Salud, pasando por la SSP, la SIOP, la Coordinación de Comunicación Social, la SEV, el DIF, la Sedarpa, el Instituto Veracruzano de Bioenergéticos (Inverbio) y la Sedesol, sólo por mencionar algunas. En todas hay faltantes, en todas hay desfalcos, en todas se ve la devastación provocada por este tipo.
Por supuesto que no actuó sólo. Si las investigaciones que se están realizando llegan al fondo, cárceles faltarán para encerrar a los sujetos y sujetas que lo ayudaron y que van desde extitulares de Secretarías hasta jefes y subjefes de oficina. Hay decenas de embarrados.
Una nota publicada en La Jornada Veracruz da cuenta del atraco.
En la Sefiplan se descubrió un desfalco por 60 millones de pesos que fueron destinados a apoyos alimentarios pero que no llegaron a su destino. Esto sin contar con los 460 millones que investigan el SAT y la PGR y que presuntamente se evaporaron mediante empresas fantasma.
En la Secretaría de Salud el daño patrimonial es tan grave que están en capilla varios ex funcionarios entre los que destacan los ex secretarios Pablo Anaya Rivera, Luis Fernando Antiga Tinoco y Fernando Benítez Obeso. Además de Ricardo Sandoval Aguilar, Timoteo Aldana Carreón, Hugo Odón Flores Lira y Pedro Manuel Solís García, entre otros.
Ignoro si también está en capilla la lideresa del sindicato, Ángela Soto. Y si no lo está, debería. Mediante su sindicato se desviaron cientos de millones de pesos para otros menesteres; las pruebas ahí están e inculpan a la mujer que en este momento goza de fuero legislativo.
En la SIOP, Duarte y Fidel Herrera contabilizan entre los dos al menos 3 mil expedientes abiertos por obras inconclusas. Y ni modo de negarlas. Hay caminos destrozados y puentes fregados que aparecen en los registros como terminados y en algunos casos con sobreprecio. Y ahí están; inacabados e inservibles.
En más de una ocasión Javier Duarte se llenó la boca al decir que su gobierno había hecho una “inversión sin precedentes” en el rubro de la educación, pero la realidad es otra. A los niños veracruzanos les fue como en feria durante el sexenio duartista pues lo único que entregó fueron plazas a lo bárbaro a los sindicatos. Plazas ocupadas por aviadores en detrimento de los maestros. En la actualidad hacen falta más de 2 mil maestros.
Hay potreros convertidos en escuelas, lo mismo que la sombra de un árbol o un lote baldío, pero para la SEV son escuelas funcionales.
Inverbio resultó una mina de oro para los holgazanes ya que se comprobó que el 65 por ciento de sus “trabajadores” jamás se presentaron a laborar y cobraron puntualmente sus honorarios. En la Coordinación de Comunicación Social existe tal desbarajuste financiero que hasta la fecha no se sabe cuál es el monto real de lo desviado y lo sustraído.
En la Sedarpa se han encontrado más de 100 irregularidades por desvío y malversación de recursos. Además de un saqueo al Fideicomiso Veracruzano de Fomento Agropecuario (Fiverfap) por 700 millones de pesos.
Y ni para qué seguirle. Mientras más se escarba, más lodo sale de las dependencias.
La conclusión es que fueron decenas los que le entraron con fe al atraco en Veracruz. Y aunque hay muchos denunciados sólo hay un detenido: Arturo Bermúdez Zurita.
Pero el principal responsable del despojo anda por ahí, a salto de mata, corriendo como perro acosado; agobiado quizá por la ansiedad, el insomnio y la zozobra. Pero anda suelto.
Y al ver tan devastador panorama uno se pregunta: ¿A quién no se transó Javier Duarte durante casi seis años? ¿A quién?