El martes anterior el líder estatal del PRI, Renato Alarcón Guevara, tuvo 60 minutos en televisión para dar a conocer las buenas nuevas que ofrece su partido, pero los desaprovechó.
Entrevistado por los periodistas José Ortiz Medina, Manuel Rosete y Raymundo Jiménez, el líder tricolor hizo uso del mismo discurso retórico que hemos escuchado por años y no ofreció nada nuevo.
Va un botón de muestra.
“Debemos cambiar nuestro lenguaje, hablarnos con la verdad. Estoy convencido de que si nos ponemos de acuerdo al interior, si construimos propuestas exitosas… si dejamos atrás las circunstancias tan lamentables que hemos pasado en los meses anteriores, podemos construir una oferta ideológicamente sólida, con personas que portan el priismo con orgullo y que al igual que yo, tenemos la frente en alto y las manos limpias”.
Mientras más lo escucho, más tengo la impresión de que la dirigencia nacional lo escogió porque no había otro y no había de otra.
Durante la entrevista afloró su inmadurez y su falta de tablas para contestar de manera adecuada los cuestionamientos que le plantearon los periodistas.
Le faltó incluso sentido común.
Cuando José Ortiz le preguntó su opinión sobre el prófugo Javier Duarte, el líder tricolor contestó al botepronto: “Yo creo que debemos dejar atrás el muro de las lamentaciones”.
Caray, qué terrible respuesta.
No es posible que el presidente de un partido que vive la crisis de credibilidad y confianza más grave de su historia conteste de esa manera. La impresión que dejó entre quienes lo escucharon fue pésima.
Al soltar tan tremenda desfachatez la gente se quedó con la sensación de haber oído algo así como: “Si es cierto, los gobernantes priistas los engañaron, los robaron y los jodieron. Pero dejen de lloriquear y vuelvan a votar por los candidatos del PRI”.
¿Qué hacer entonces con el responsable de dejarnos una deuda descomunal y una inseguridad que parece no terminar? ¿Qué hacer con el sujeto que robó a los desposeídos los apoyos federales? ¿Qué hacer con quien orquestó la infraestructura para la creación de empresas fantasma y capitalizó a su favor cientos de millones de pesos? ¿Qué decir a los familiares de los desaparecidos en el sexenio anterior?
¿Acaso un ‘ya dejen de estar fregando y miren hacia adelante’ será una buena contestación don Renato?
De verdad, ¿hay que darle vuelta a la hoja como si nada hubiera pasado? ¿Nada de lamentaciones y por consiguiente nada de castigo a los responsables?
Cuando Manuel Rosete le hizo ver que Veracruz está sufriendo las consecuencias de tanta barbaridad Renato contestó: “Sí, es muy lamentable que algunas personas utilicen al partido como una escalera de acceso al poder”, pero de inmediato aclaró como si justificara la descomposición que se vive en Veracruz: “Escándalos de corrupción hay en todos lados”.
Vaya consuelo.
También volvió a repetir (ya lo había dicho la semana anterior) que tiene las manos limpias.
En lo personal, le creo. Pero debe saber que cuando un político habla de manos limpias cae en la sospecha. Tan es así que en 2006 el entonces candidato Felipe Calderón tuvo que tirar ese slogan a la basura porque le estaba mermando votos de manera preocupante.
Cuando se trató de hablar del futuro de su partido Alarcón Guevara recurrió a la misma perorata de sus antecesores. Es decir, llevó un guion muy manoseado e incluso soporífero que no convenció a nadie.
Por eso sigo pensando que la cúpula del tricolor lo escogió sólo para llenar el expediente de la presidencia estatal. Pero nunca por sus atributos políticos, porque no los tiene.