Pese a los efectos demoledores de la falta de apoyo financiero con que el gobierno de Javier Duarte y la actual administración han sometido a la máxima Casa de Estudios de la entidad, la Universidad Veracruzana, una barcaza a merced de las tempestades políticas y financieras, ha sabido sortear las dificultades y ha logrado recuperar escalones entre las universidades mexicanas.
La única universidad mexicana, pública por cierto, en los mejores lugares a nivel internacional es la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). En el QS World University Rankings 2016-2017 había logrado escalar 32 lugares, para llegar al sitio 128 mundial; esta tendencia es esperanzadora, porque en el ranking precedente había escalado 15 escalones para llegar al lugar 160, lo que rompió con una tendencia a la baja que se había mantenido por varios años.
Falta por aparecer otros rankings, en particular el que elaboran conjuntamente América Economía Intelligence junto con el periódico El Economista, que atiende exclusivamente a las universidades mexicanas, por lo que la UV tiene la oportunidad de aparecer, lo que no ocurre con los rankings internacionales.
Como cada año cuando se dan a conocer los resultados de ejercicios comparativos para ubicar los niveles de calidad de las universidades mexicanas, tanto públicas como privadas, surgen elogios y críticas que apuntan a destacar el desempeño de la Universidad Veracruzana o a descalificar la gestión administrativa que la ha llevado a perder puestos.
En el caso de los rankings mundiales, la UV por supuesto ni siquiera aparece entre las primeras 100, espacio dominado por universidades europeas, asiáticas y norteamericanas; ni siquiera en las primeras 200, y la que más se acerca es la máxima Casa de Estudios del país, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que en el Academic Ranking of World Universities de 2014 aparece hasta el sitio 201, mientras que en el QS World University Rankings (QS) pasó del lugar 163 en 2013 al sitio 175 en 2014, lo que le significó caer 12 posiciones. Ya mencionamos que a partir de 2015 ha recuperado grandes espacios y se ha colocado como la segunda en América Latina, después de la Universidad de Sao Paulo, según un ranking, o en tercer lugar, luego de que la Universidad de Buenos Aires desbancó a estas universidades y las puso en los lugares 2 y 3.
Aunque muchos se obstinan en ver a nuestra carreta competir en velocidad con verdaderos autos de Fórmula 1, lo cierto es que es mejor vernos en el espejo nacional e, incluso, regional, para detectar nuestros avances. Hay quienes proponen no sin cierta razón que deberíamos comparar año con año el desarrollo de la UV respecto de sus propias cualidades o defectos, lo que no sería un desperdicio si se hiciera por iniciativa de las actuales autoridades, pues ello permitiría reformular objetivos y estrategias.
Para tener una idea de lo ingenuo que significa buscarnos en las listas mundiales, la siguiente institución de educación superior del país en colocarse en el QS después de la UNAM fue el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (el famoso Tec de Monterrey), en el lugar 253. De manera que a la UV tendremos que seguirla viendo en competencias nacionales y sentirnos orgullosos o preocupados, según el lugar obtenido cada año.
La publicación del más reciente Ranking de Universidades Mexicanas, elaborado por América Economía Intelligence en alianza con el periódico El Economista, para 2016, observa cómo la UV, pese a sus obstáculos financieros, ha recuperado tres sitios y ha llegado al lugar 12, el más alto que ha tenido, aunque en 2015 bajo al 15. Eso la mantiene entre las 20 mejores universidades del país.
En efecto, desde que comenzaron a elaborar este ranking, en 2013, la Universidad Veracruzana se ha mantenido entre las primeras 20, lo que no es un logro menor, habida cuenta de que no solo son contempladas las universidades públicas de las 31 entidades del país, incluyendo el Distrito Federal, sino también las poderosas universidades privadas, encabezadas por el Tec de Monterrey (ITESM), la Universidad Iberoamericana (UIA) y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), de donde han egresado quienes hoy, por desgracia, están llevando a nuestra economía a un verdadero desastre, además de utilizar los recursos públicos como si fueran patrimonio personal.
No es una casualidad que en los años en que ha estado vigente este ranking, dos instituciones públicas y una privada se mantengan en los tres primeros lugares, con la UNAM siempre a la cabeza, y el segundo lugar peleado por el Tec de Monterrey y el Instituto Politécnico Nacional. Veamos la siguiente tabla en que he colocado los 20 primeros lugares en las ediciones 2013, 2014, 2015 y 2016.
Como se puede observar, la Universidad Veracruzana ha sido inconsistente, pero se mantiene sin discusión entre las mejores 20. En 2013 se ubicó en el lugar 18, para pasar al siguiente año a un sorpresivo lugar 12 (muy cerca del top ten), pero en 2015 bajó al 15. En el ranking de 2016 volvió al lugar 12, superando a universidades como las de San Luis Potosí, Guanajuato y Estado de México, entre otras.
La UV es reina del sureste
El estudio para 2016 corrobora que la Universidad Veracruzana se mantiene como la mejor casa de estudios de la región sureste. Para el caso del sureste, la Universidad Veracruzana ha recuperado su preeminencia, puesta en duda hace años por la Universidad Autónoma de Yucatán, en aspectos como acreditación, pero la consideración de todos los aspectos del estudio pone las cosas en su lugar. La UV en primer lugar y la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (UJAT) en segundo, aunque en el lugar 21, encabezan la lista que completan las universidades autónomas de Yucatán (lugar 22), Chiapas (35) y Campeche (42).
Esta dinámica de mejora académica que ha mantenido la UV, pese al ahogo financiero a que fue sometida por el gobierno de Fidel Herrera Beltrán, aunque particularmente en el de Javier Duarte de Ochoa, debiera acelerarse en el caso de que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares cumpla con su palabra de apoyar a la universidad en que él se formó.
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