Desde el martes por la noche se sabía que el Presidente Enrique Peña Nieto, daría un mensaje en cadena nacional y los mexicanos intuimos que no habría más tema que el gasolinazo de principios de año.
A nadie importó el regreso de Luis Videgaray al primer plano de la política como nuevo canciller en sustitución de Claudia Ruiz Massieu. Todo mundo quería escuchar al Presidente.
Éste se presentó ante los medios con cara de ser uno de los miles de manifestantes que están colapsando carreteras y soltó un choro muy desafortunado.
“Como Presidente de la República comprendo la molestia y el enojo que hay entre la población en general y entre distintos sectores de nuestra sociedad (por el aumento a los combustibles). Comparto esa molestia que acompaña la aplicación de esta medida. Déjenme decirles que es, sin duda, una acción que nadie hubiera querido tomar”, dijo.
¿Comprender? Qué carajos va a comprender cuando no paga la gasolina de los vehículos en que se mueve. Ni los huevos, el pan, la carne, la leche, la fruta y los frijoles se come.
Y si nadie quería tomar esa decisión ¿por qué la tomó él?
A renglón seguido agregó: “Todos debemos asumir el reto de ese ajuste y seguir adelante”.
Uta, como si fuera tan fácil.
Esto no fue un ajuste, fue un descontón a la punta de la barba y nadie en Los Pinos midió sus consecuencias.
Más adelante hizo un vano esfuerzo por tratar de convencernos que el aumento responde al alza de los precios internacionales y no a las reformas energética y hacendaria. Pero nadie le creyó en absoluto.
Al final, pobrecito, se veía con ganas de largarse de la conferencia y seguir disfrutando de sus vacaciones de fin de año. Y es que por más explicaciones que dio no logró convencer a la raza que después de escucharlo siguió bloqueando gasolineras, calles, carreteras y vandalizando comercios.
Aunque déjame decirte lector, que este macro aumento a los combustibles estaba planeado pero para el próximo año.
De acuerdo con fuentes cercanas a Los Pinos, la idea del Presidente era detener y encarcelar a los exgobernadores prófugos, exhibirlos como lo que son, armar la alharaca mediática, ganar las elecciones de este año y las presidenciales del 2018, y entonces sí soltar el fregadazo.
¿Qué fue lo que pasó?
Que se cayeron los precios del petróleo (es mentira que hayan aumentado los precios internacionales como dijo EPN) y el gobierno ya no recibe de Pemex el dinero que recibía antes de la reforma energética.
Pero algunos analistas aseguran que esta medida, por demás desesperada, se tomó ahora porque el gobierno está apostando al olvido de los ciudadanos y que éstos no le reviren con el voto de castigo en el 2018.
Si esto último es verdad, qué mal siguen aconsejando al Presidente sus asesores.
El pasado lunes escribí en este espacio: “Lo que está haciendo Peña Nieto con el aumento a los combustibles no es lo peor que ha hecho un gobernante, pero sí es la gota que está derramando el vaso de la paciencia nacional”.
Este macro aumento no se olvidará tan fácilmente, ni en el 2018 y ni aunque encarcelen a todos los exgobernadores que andan a salto de mata.
La sociedad, toda, está hastiada, harta y a punto de explotar. Pero el Presidente no quiere darse cuenta.
Y tan le sigue jugando al vivo que nos quiso cotorrear al decir que “comprende” nuestro enojo.
Vaya cinismo.