El debut de THNB, como comentamos ayer, fue el miércoles 11 de octubre de 1967, el domingo 15, Leobardo Chávez Zenteno (quien después fue subdirector del Punto y Aparte) publicó una reseña del concierto en la página editorial del Diario de Xalapa. Unos días después Ricardo Perete, en la columna de espectáculos que publicaba en El Excélsior, habló de la presentación, entre otras cosas escribió: «el corresponsal dice que fue un éxito de locura». Aunque se trataba de una mención muy breve, THNB ya estaba en la prensa nacional.
Entre el público que asistió al primer concierto había algunos estudiantes de la Facultad de Derecho que estaban por graduarse, en esa época el calendario era anual y las graduaciones se hacían entre octubre y noviembre. Se acercaron a Nacho Guzmán para pedirle que tocaran en su ceremonia de graduación y el miércoles 8 de noviembre, THNB se presentó por segunda vez en el Teatro del Estado.
Durante los ensayos habían hecho algunas improvisaciones a partir de una base rítmica y armónica preestablecida, durante esta segunda presentación, sin decirle a nadie, Nacho tomó el micrófono y dijo:
-Tenemos mucho gusto de participar en esta ceremonia, vamos a tocar una pieza que hemos compuesto especialmente para los compañeros que hoy se gradúan, se llama Lex 67
(Los abogados de esa generación siguen recordándolo con orgullo. No pretendo romperles el corazón, siendo una pieza improvisada, de alguna manera fue compuesta especialmente para esa noche tan importante para sus vidas).
El doctor Melo, papá Juan Vicente, formó la Asociación Veracruzana de Conciertos en el Puerto de Veracruz. En su casa tenía un pequeño auditorio en el que organizaba conciertos, habían estado la Orquesta Sinfónica de Xalapa, Pablo Casals, Nicanor Zavaleta y otros músicos extraordinarios. El arquitecto Enrique Segarra, padre del guitarrista, formaba parte de esa asociación y promovió que THNB se presentara en ese foro. El grupo empezaba a ser conocido y recibió invitaciones para presentarse en Cosamaloapan y en Tlacotalpan.
Enrique Murillo, además de notable arquitecto, siempre ha sido un excelente acuarelista, por esas fechas iba a presentar una exposición en un museo de artes que tenía la Universidad Veracruzana en la calle Bravo, frente al actual Café Chiquito, la maestra Ludivina Gutiérrez estaba a cargo de esa galería. El grupo fue invitado para participar en la inauguración, en el programa de mano decía: Música para las Acuarelas, THNB. Esa presentación también fue registrada en la prensa local, una periodista y estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras hizo una reseña en la que describía a cada uno de los músicos, sobre el baterista dijo: « Augusto Hernández Palacios, escondido discretamente atrás de su batería de seda». Eso fue a fines de noviembre o principios diciembre.
El grupo se consolidaba pero el Arqui y el Brujo seguían tocando con instrumentos prestados. Solicitaron, en primer lugar, una batería y les autorizaron comprarla a crédito. Fueron a la Ciudad de México y en la Casa Vererkman encontraron una flamante Rogers roja. Tramitaron el crédito, como necesitaban un aval, fueron a ver al maestro José Yves Limantour, en ese entonces director de OSX, a su departamento de Paseo de la Reforma. El trato quedó cerrado con una mensualidad fija de 350 pesos, el primer día de cada mes iban a rectoría por el cheque y viajaban al DF para hacer el pago.
En enero de 1968, el gobernador López Arias lanzó una campaña de apoyo a la Universidad Veracruzana, la meta era llegar a 200 millones de pesos. Recorrió las ciudades más grandes del estado pidiendo a apoyo a empresarios, ganaderos, industriales, comerciantes y público en general. Eran vacaciones, los grupos artísticos de la Universidad no estaban disponibles entonces alguien sugirió que se llevaran a los muchachos que tocaban jazz. Se trataba de tocar únicamente tres piezas después del discurso del gobernador. Hicieron la gira en el coche del Arqui, se presentaron en las ciudades que después habrían de albergar los campus de la Universidad: Córdoba, Orizaba, Coatzacoalcos, Minatitlán, Poza Rica, Tuxpan y Veracruz. Como la luz formaba parte del espectáculo, les asignaron dos técnicos y un mínimo equipo de iluminación.
Al final de la presentación de Orizaba, se les acercó un chavito de tercero de secundaria o primero de prepa, Paco Mañón, líder de su escuela:
-Oigan maestros, qué buena onda, está maravilloso pero tocaron muy poquito, yo quiero que esto lo vea toda la flota, está muy padre, hasta parece psicodélico.
Nacho pidió 3500 pesos libres de gastos y Mañón aceptó. Alquiló un cine muy grande, puso a sus cuates a hacer carteles a mano y tapizó con ellos la ciudad. Cuando llegaron los músicos los llevó a las tres radiodifusoras que había en la ciudad. Con esta promoción logró llenar la sala. Cada músico ganó 750 pesos, una fortuna si consideramos que en la Sinfónica ganaban 700 pesos al mes. Después los invitaron a Córdoba, donde se presentaron en el Teatro Pedro Díaz, a Coatzacoalcos y a Veracruz.
El grupo se profesionalizaba y se proyectaba a nivel estatal, el nombre sonaba por todas partes pero la gente se preguntaba ¿qué quiere decir THNB? El movimiento por los derechos civiles de los afroamericanos estaba en su momento más álgido, seguía vigente el discurso que Martin Luther King había pronunciado cinco años atrás: I have a dream, había grandes movilizaciones en muchos lugares de los Estados Unidos, en ese contexto, algún iluminado infirió que el nombre del grupo correspondía a las siglas de un slogan pacifista: Todos hermanos, negros y blancos. Como todo chisme, la versión se propagó a tal grado que un maestro de ceremonias los presentó con un discurso convincente: «Y ahora, desde la ciudad de Xalapa, el grupo de jazz de la Universidad Veracruzana THNB, todos hermanos, negros y blancos, un lema maravilloso que nos va a hablar de la paz de esta música». Hasta la fecha hay muchas personas que sostienen que ese el origen del nombre pero yerran, THNB salió del movimiento The New Brutalism.
El Arqui era maestro de la Facultad de Arquitectura y el ritmo de giras comenzaba a resultarle complicado. Alfredo Rodríguez, Fello, era el hermano de menor de otra estirpe lo musical, la de los hermanos Rodríguez que tuvieron una orquesta muy famosa en los años 50. Era un baterista fino, con una gran musicalidad pero además tocaba percusiones en los bares de la Avenida Américas, que entonces estaba en las afueras de Xalapa, allá por el fin del mundo. Esa dualidad lo hacía candidato idóneo para un grupo de jazz. Memo, que ya lo conocía, lo invitó. -Sí, Memín, cómo no, ¿cuándo quieres que empecemos a ensayar?, respondió entusiasmado.
Ese año vino otro maestro de la Ciudad de México a la Facultad de Arquitectura, Arturo Chávez Paz, un arquitecto vanguardista que dirigía en la UNAM un proyecto de avanzada, el taller Kyberneton. Aunque ya no podía estar de lleno en el grupo, el Arqui seguía cerca de los músicos, seguía reuniéndose con ellos, compartiendo los discos que iban adquiriendo, participando en serenatas y reuniones informales. A través de él, Chávez Paz y sus alumnos diseñaron la escenografía para un concierto que estaba preparándose, entre ellos destacaba Rafael Rodríguez Alonso, quien después tendría mucho éxito como escenógrafo en los festivales de teatro.
El concierto se realizó en marzo de 1968. Fue la presentación del nuevo baterista. Los músicos estaban mejor integrados, más seguros en el ataque de sus instrumentos y en el abordaje de las piezas, Fello aportó un nuevo beat y unos solos que robustecieron el sonido del grupo. La escenografía, hecha a base de paraboloides hiperbólicos, y la iluminación enfatizaron el carácter contemporáneo de la agrupación. THNB se consolidaba, la Universidad empezó a enviarlos a las facultades y ya les pagaba la presentación, si era fuera de Xalapa, cubría, además, los gastos de traslado, hospedaje y alimentación.
En 1969, la fama trascendió al estado, fueron invitados a un festival que se realizó en la Alameda Central de la Ciudad de México, la presentación estuvo a cargo de Juan López Moctezuma, quien ya era una figura de la difusión del jazz a nivel nacional gracias a sus programas en Radio UNAM Panorama del jazz y El jazz en la cultura.
Después se incorporó otro amigo de Guillermo Cuevas, Antolín Ceballos, un saxofonista de la Banda del Estado que había sido alumno de clarinete del papá de Nacho Guzmán, había escuchado al grupo y varios discos, tenía mucha idea de esa música y un sonido limpio que trataba de emular al de Paul Desmond.
Siguieron muchas presentaciones en diferentes lugares. En 1970, Fello se fue a la Ciudad de México y Memo volvió a invitar a Francisco Martínez, el Pingüino. El sonido maduraba, el repertorio se volvía más jazzístico, en lugar de la música de Un hombre y una mujer montaban nuevas piezas como Unsquare Dance, de Brubeck. Con este nuevo formato empezaron a hacer temporadas en el Teatro del Estado y aunque la entrada ya no era libre, la sala seguía llenándose a reventar.
Ese año, había dos jóvenes brasileños estudiando en la Facultad de Psicología, no eran músicos profesionales pero tocaban percusiones, conocían los ritmos de su país y traían sus instrumentos, por invitación de Memo, se acercaron al grupo para tocar de manera informal. Con la presencia de esos percusionistas y con el impulso que aún quedaba del recién concluido mundial de fútbol, Memo urdió un concierto con repertorio exclusivamente brasileño e invitó a Rafael Rodríguez para que se hiciera cargo de la escenografía y la iluminación.
El programa se llamó Brasil 70, había temas de Edú Lobo, Sergio Méndez, Dorival Caymmi y algunos otros. El cierre fue espectacular, se trataba de un popurrí pero a Memo se le ocurrió escribir un guion para que lo dijera el más carismático de los brasileños, Salvador Galeso Quarasí. Empezaron las percusiones, se acercó al micrófono y dijo con voz de cronista deportivo:
Queridos amigos mexicanos, estamos felizes de estar na Copa do Mundo, o Estádio Azteca está cheia agora. A Scratch do ouro deixou o campo com seu alinhamento:
Na porta: Leao
Entró una música rítmica pero suave
Na defesa: Marco Antonio, Carlos Alberto, Brito y Piazza
La música se intensificaba después de cada nombre
No meio: Clodoaldo y Gerson
Tras cada mención, el tema cambiaba e iba en crescendo. Rafa Rodríguez derramaba confeti desde el paso de gatos y ponía a los técnicos a lanzar serpentinas desde las piernas. A estas alturas, el público aplaudía el anuncio de cada jugador.
Na frente: Jairzinho, Rivelino, Tostao y Edson Arantes do Nascimento, ¡Pelé!
Ahí entró la Samba de Orfeo. Rafael, desaforado, hacía parpadear luces de todos colores e inundaba el escenario de confeti, serpentinas, globos. La catarsis era generalizada, el público aplaudía, bailaba, enloquecía de frenesí.
Hay dos maneras de hacer un oscuro en el escenario: mediante un fade out, que consiste en una disminución paulatina de la intensidad de la luz, o a través de un blackout, que consiste en desactivar el interruptor general para provocar apagón. Rafael optó por este último recurso, en la sala había un carnaval, el público bailaba serpenteando por los pasillos, Rafael proyectaba círculos de luz sobre la gente con tres cañones que intercambiaban colores pero el escenario se quedó a oscuras. Al ver que no había encore ni los músicos salían a dar las gracias, poco a poco el público se fue retirando.
THNB nació de la luz y partió con ella. Un tiempo después se supo que Segarra se fue a la Ciudad de México, del resto de los músicos no se tuvo noticia alguna durante el resto de ese año. Brasil 70 fue el momento cúspide y el cierre de una etapa sin la cual no puede entenderse el notable desarrollo y la gran importancia que tiene el jazz de Xalapa a nivel nacional.
(ALGÚN DÍA CONTINUARÁ)
PRIMERA PARTE: El Combo de Guillermo Cuevas
SEGUNDA PARTE: El nacimiento de THNB
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