Según Gina Domínguez, Coordinadora de Comunicación Social del Gobierno durante los primeros tres años del sexenio de Javier Duarte,  no estaba al tanto de las rapacerías de su ex jefe y amigo. Ella no sabía nada.

Quiero suponer que llegaba todos los días a su oficina, veía la síntesis informativa, revisaba las notas positivas y las poquísimas negativas que había sobre su patrón, le pasaba una relación de ambas, veía los noticieros televisivos y ya.

Gina dice que ignoraba lo que ocurría tras bambalinas entre Duarte y su pandilla. Al igual que una recién nacida, era ajena por completo a las tramas truculentas que se cocinaban en el despacho del gobernador.

Este fin de semana en Coatzacoalcos y ante los reporteros, se dijo “desencantada” por el cúmulo de acusaciones que pesan sobre Duarte de Ochoa.

Modelo de honradez como ha sido en su vida profesional, se desmarcó de las empresas fantasma y aseguró que no tuvo nada que ver.

Imagino que tampoco tuvo nada que ver con el ahorcamiento económico a los medios que no eran afines al gobernador. Y nada con la forma en que otorgaba los convenios: “Tendrás un buen convenio si corres al reportero Fulano de Tal”.

Quiero pensar que fue ajena al hostigamiento y persecución de decenas de periodistas y que ese rumor que circula por ahí, en el sentido de que durante la campaña de Duarte llegaron a su casa cajas de huevo repletas de billetes para repartirlos a los medios “amigos”, es eso: un simple rumor.

Y es que leyendo a nota informativa del sábado anterior se enternece uno; me cae que sí.

“Lo que vemos hoy nos sorprende a todos, incluso a los que trabajamos muy de cerca (con Duarte)”, dijo la mujer.

Gina mostró su pasmo al saber que su súper cuate resultó ser el ladrón más grande en la historia de Veracruz. “¿En dónde se perdió… por qué se perdió? honestamente no lo sé”.

Después de leer la entrevista completa llegué a la conclusión de que Gina es inocente. Tanto como lo son los diputados priistas veracruzanos que están en el Congreso Federal y los que despachan en la nueva Legislatura local.

Tan inocente como un ladrón sorprendido con el botín mientras se brinca la cerca de la casa asaltada.

Pero la bronca es que ahora nadie es culpable de la bancarrota política, social y económica que hunde a Veracruz. Nadie, ni siquiera Javier Duarte que hace poco más de cuarenta días dijo en televisión nacional que pediría licencia a la gubernatura para defenderse (porque soy inocente de las acusaciones que me imputan), pero no se iría de Veracruz.

¿Quién o quiénes tienen los miles de millones de pesos de la deuda que agobia al estado? ¿En qué bolsillo está el dinero destinado a los más necesitados? ¿Dónde quedó el efectivo para aulas, carreteras, hospitales, medicinas, escuelas y mercados?

¿Quién o quiénes son los responsables?

Gina Domínguez no lo es… según Gina Domínguez.

Y tan ajena es a los actos de pillaje que la noticia la entristeció. “Me siento triste cuando veo estas cosas, se los confieso”, dijo a los reporteros.

Caray… tantito más de enjundia que le hubiera puesto a la frase y habría hecho llorar a los colegas de Coatza.

Lo cierto es que es difícil creerle a esta mujer que estuvo cerca de Javier Duarte desde los tiempos de Fidel Herrera y lo conoce a la perfección.

Difícil créele cuando más que su Coordinadora de Comunicación fue su vocera y consejera.

Gina no es ajena a los desgarriates de su ex jefe y eso se sabrá cuando éste sea detenido y cante lo que tenga que cantar.

Lo malo de Gina no es que mienta, sino que piense que los veracruzanos somos bien pendejos y que vamos a creer en sus lágrimas de cocodrilo.

bernardogup@nullhotmail.com