El envío de remesas desde Estados Unidos representan 2.3% del Producto Interno Bruto (PIB) de México. Es decir, sin las remesas, el país ya tendría varios años sin crecimiento económico. Sobra decir entonces que son el corazón de la economía mexicana y es donde Donald Trump podría enfocar sus esfuerzos para materializar su amenaza de construir un muro fronterizo.

Las remesas tienen dos características fundamentales: representan la segunda fuente de divisas de México después de las exportaciones automotrices; además, es dinero que llega directamente a las personas y comunidades más pobres del país. Por ello, la amenaza que ha lanzado la futura administración, más que poner nerviosos a los mercados, en realidad debería preocupar a la economía doméstica de millones de personas.

Paradójicamente, a pesar de las penurias macroeconómicas, un dólar caro representaría mayores ingresos a las familias de los mexicanos que trabajan en Estados Unidos, y por tanto, es una inyección directa a la vena económica de entidades como Veracruz. Cada año, nuestro estado recibe más de mil millones de dólares en remesas que se traducen en consumo, vivienda y el mejoramiento de muchas comunidades.

La amenaza de que las remesas sean retenidas, además de ilegal, representa el crecimiento inmediato de la pobreza en muchas regiones del país que viven de ellas.

Sólo para darnos una idea. Durante los primeros nueve meses de 2016, México recibió 20 mil 046.28 millones de dólares –al tipo de cambio representan 383 mil millones de pesos- en concepto de remesas enviadas, esto es, un aumento del 7.66 por ciento respecto al mismo periodo de 2015, informó el Banco de México hace un par de semanas, antes de conocer el resultado electoral en Estados Unidos.

En 2015, México recibió 24 mil 785 millones de dólares de sus ciudadanos residentes en el extranjero, un aumento del 481 por ciento respecto de 2014, cuando sumó 23 mil 647.3 millones de dólares. Es decir, hemos tenido un incremento sostenido, lo que ha amortiguado las dificultades económicas que enfrenta el país como consecuencia de la caída del precio del petróleo y un crecimiento marginal.

Es cierto, México debe abrir sus fronteras sociales, políticas y económicas. No podemos ser un apéndice de la economía estadunidense, pero es algo que no se construirá en un día, como no se construyó la relación comercial con nuestro vecino del norte en una semana. Los mexicanos ya se encuentran allá y eso es una realidad innegable.

Estados Unidos es el principal destino de los emigrantes mexicanos, 98% de la migración de connacionales se dirige a ese país, representando más de 12 millones de personas en el 2015

La Oficina del Censo de Estados Unidos, en su Encuesta de Población, detalla que en el 2015 alrededor de 37 millones de residentes en el país vecino son de origen mexicano, donde casi una tercera parte son inmigrantes nacidos en México, otro tercio son mexicanos de segunda generación (estadounidenses con padre y/o madre mexicana), y el último tercio descendientes de mexicanos. En ese mismo año los migrantes mexicanos en Estados Unidos alcanzaron un máximo histórico, al llegar a 12.2 millones. (El Economista).

Canadá y España completan la lista de los tres principales destinos de la migración mexicana con 1% del total. Los hombres predominan en la población de emigrantes mexicanos internacionales, mientras que una cuarta parte son mujeres. En cuanto a la edad de 44.2% de los emigrantes mexicanos ésta oscila entre los 18 a 29 años, de acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Así, hay que prestar menos atención al dólar y a la especulación bursátil, y centrarnos en las remesas.

Las del estribo…

Nadie discute la tragedia personal que viven –y vivirán durante muchos años- los hijos de Javier y Karime. Sólo que su trágico destino fue escrito por sus propios padres. En cambio, poco se ha dicho de los niños que no pueden recibir trasplante de médula ósea en el CECAN porque no hay dinero a causa de la corrupción. A los primeros, no les faltará techo, educación y alimento; a los segundos, les pudiera faltar la vida misma. No se confundan.