Dos días después del martes negro, la nota sigue siendo la elección en los Estados Unidos. Todos dicen temer a Donald Trump, cuando en realidad lo que nos está hundiendo es la especulación de inversionistas y mercados, así como la falta de una efectiva estrategia hacendaria de blindaje. Hasta ahora, a pesar de los devotos del holocausto, Trump sigue siendo sólo el petate del muerto.
Sin embargo, sólo para documentar nuestro optimismo -como decía nuestro entrañable Carlos Monsiváis-, le recordaré sólo algunas de las descocadas propuestas de campaña, que esas sí, moverían al mundo de su centro de rotación social político y económico.
Como aperitivo, tenemos el muro en la frontera con México. Esta fue de una de sus primeras propuestas y quizá la más polémica y efectiva; el candidato republicano ofreció forzar a México a pagar un muro de mil 600 kilómetros que quiere construir en la frontera para frenar la inmigración ilegal; el costo, según el magnate inmobiliario, sería de unos 8 mil millones de dólares.
De dónde saldrán los recursos? Su plan es bloquear las remesas que recibe nuestro país de nuestros connacionales que trabajan en Estados Unidos, lo que sería incluso ilegal. Pero con impuestos especiales de tránsito, el aumento en el costo de servicios y la aplicación de aranceles al comercio podría encontrar una buena manera de cobrárnoslo.
Pero no somos los únicos en la lista negra. Trump también propuso negar a todos los musulmanes la entrada a Estados Unidos «hasta que los representantes del país puedan desentrañar qué demonios está ocurriendo». Además quiere crear un registro oficial de estadounidenses musulmanes. Las movilizaciones de inmigrantes no son espontáneas. Existe la amenaza de triplicar los agentes fronterizos, eliminar la ciudadanía por nacimiento o deportar a los once millones de indocumentados que trabajan en el país.
En agradecimiento al apoyo de la Asociación Nacional del Rifle, una de las organizaciones más intolerantes y radicales del país, busca garantizar el derecho a portar armas de fuego. «Si la licencia de conducir, que es considerada un privilegio, tiene validez en todo el país también debe tenerlo el derecho constitucional de poseer armas», dijo en alguna jornada.
Ese fue uno de los principales argumentos que utilizó Trump para defender el derecho a los ciudadanos a poseer y portar armas en los 50 estados de ese país, donde mueren unas 92 personas al día por arma de fuego (asesinato, suicidio o accidente), según datos de The New York Times.
Experto en irse al agua con Hacienda, Trump prometió lo que nadie se había atrevido: bajar los impuestos. El candidato ganador se refirió de manera reiterada a sus medidas económicas porque es la principal preocupación para el 44% de los estadounidenses. La oferta: bajar los impuestos a tasas no aplicadas desde la Segunda Guerra Mundial, con un tope del 15% (actualmente es el 40%) para cualquier empresa.
También pretende eliminar el impuesto de ganancias a más de 73 millones de hogares y el de la muerte que controla las herencias, así como quitar deducciones y exenciones que considera «innecesarias». Esto realmente alborotó la gallera de un país disciplinado pero agobiado por el pago de impuestos.
Para el nuevo presidente norteamericano –ignorante, racista y xenófobo-, la «tortura funciona» y otras medidas contra el terrorismo. Por ello, se dijo partidario de enviar tropas para combatir al grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Irak, especialmente contra los pozos petrolíferos. En Siria, sin embargo dejaría al gobierno de Bachar Al Assad y a su aliado ruso la lucha contra el grupo terrorista. También ha dicho en alguna ocasión que «la tortura funciona» y que mantendría y aumentaría los presos en la cárcel de Guantánamo en Cuba.
Así, la política exterior será de antología. Contrario incluso a la línea de su partido, se refirió al acuerdo alcanzado en Viena en julio de 2015, considerando que Irán puede provocar «un holocausto nuclear». A los chinos tampoco les irá mejor: Trump considera que la devaluación del yuan por las autoridades chinas es «devastadora» para la economía estadounidense y, por ello, ha prometido que enviará a su futuro secretario del Tesoro a China para nombrar a este país como «manipulador de divisas», una designación que acarrea sanciones.
Sin embargo, lo que realmente importa hoy a los mexicanos, es el tsunami económico que ha provocado en los dos primeros días como candidato ganador. El peso ronda los 21 pesos –sigo sin entender porqué no tiene la cortesía de devaluarse hasta que Trump entre en funciones- y la Bolsa Mexicana de Valores ha perdido casi 7% en dos días, la peor caída consecutiva de los últimos cinco años. La especulación y no el valor de los bienes y servicios es lo que manda en los mercados.
La del estribo…
Según el registro civil, ¿cuál es el nombre femenino más común entre la clase política veracruzana? ¡Amparo! PGR y FGE lo confirman