Exitoso empresario, hombre hecho en el trabajo cotidiano -un poco en el estilo de Ricardo Ahued-, Nicanor Moreira decidió hace algunos meses transitar por el rumbo de la política, pero la política concebida como la “aptitud de mando y de gobierno para obtener lo que a todos interesa” (Platón) y como “una especie de ciencia práctica en la cual desemboca la ética, ya que el fin del Estado es formar buenos ciudadanos” (Aristóteles).

Decidió pues sacrificarse por la ciudad que respondió al esfuerzo suyo y de su familia y les permitió florecer en los negocios, y lo ha hecho a través de la Fundación Nuestro Municipio (las siglas son obvias), desde donde lleva apoyos a la población inerme y desde donde propone acciones y políticas para mejorar la ciudad.

Quiere ser presidente municipal en 2018, y por eso anda recorriendo el municipio y platicando con los vecinos sobre su idea de una ciudad más justa y con servicios de alta calidad.

Nicanor tiene la inteligencia que da la sagacidad en los negocios, y la visión que da la brega en la vida diaria. Por eso y por la buena voluntad que exhibe, es creíble lo que dice y lo       que propone.

Leo en un comunicado que manda Karla Ortega -toda una profesional de la comunicación, que acompaña a Moreira en su cruzada por la ciudad- que la “economía de Xalapa no aguanta más. Entre los adeudos del Gobierno a la iniciativa privada, los bloqueos y las manifestaciones constantes, la actividad productiva pende de un hilo”.

El exitoso empresario mueblero propone que los ciudadanos que vivimos en esta capital debemos exigir lo justo, y que dentro de ello está “permitir que la actividad económica se desarrolle, pues en un momento en que existe una crisis política y financiera que afecta al estado y al país, sólo el trabajo y la reactivación de la inversión permitirán sacar adelante a la sociedad”.

Para él, las inversiones productivas son el motor que permiten crear y acrecentar los empleos, combatir a la delincuencia y lograr una vida con los mejores indicadores de calidad, con acceso universal a la salud y a la educación.

Los bloqueos deben ser detenidos, proclama, y cuenta una historia que sirve como parábola de cómo afectan hasta a la microeconomía:

“Apenas esta semana, una familia que produce nopales y viene desde El Castillo mostró su inconformidad contra una de las manifestaciones que bloqueaba el acceso a Xalapa, pues diariamente tienen que tomar un taxi que les cobra de 70 a 100 pesos para llegar hasta la central de abastos a vender su producción.

“Esta familia pagó el precio del transporte y de todas formas terminó cargando las rejas entre manifestantes y vehículos parados, pues el bloqueo impidió que la unidad continuara con su camino, lo que obligó a una mujer, dos menores y un anciano a jalar o empujar las rejas con varios kilos de nopales en su interior”.

Y de lo micro, Nicanor Moreira pasa a lo macro, a “escalas más grandes, cuando hacemos un recuento de las unidades de carga que quedan largas horas en las carreteras, bajo el sol, perdiendo mercancías y gastando combustible, así como horas de trabajo de choferes”.

Los bloqueos y los adeudos están acabando con la economía regional, con los empleos, con la tranquilidad, condena el empresario y se une a la voz del alcalde Américo Zúñiga, que ha pedido que cesen las manifestaciones y los bloqueos, y se busquen “otras formas menos perjudiciales de mostrar el descontento”.

Ahí va Nicanor Moreira, ora en una colonia, ora en una plaza pública llevando su mensaje positivo en pro del bien común de los xalapeños. Habrá que seguirle la huella, a ver hasta dónde llega… o lo dejan llegar.

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