En una estrofa de la pieza De azul es, de Alejandra Paniagua, puede resumirse su concepción del mundo y de la vida: «Es tiempo de dejar lo que nos hace mal, lo que corroe el alma, y dejarnos despertar. Es tiempo de crecer, es tiempo de ceder, es tiempo de vibrar», esos son los temas de esta última parte de la conversación que sostuvimos.

Realidades

Me gusta mucho el jazz y por ese respeto y por ese amor es que me alejé de la escuela [JazzUV], ya comenzaba a ser tedioso para mí y hasta cierto punto frustrante el querer teorizar tanto la música. Siempre he sido bastante hippie en estas cuestiones (risas) entonces dije no, tengo que salvar esto. Desde que dejé la escuela dije a mí nadie me va a meter ideas en la cabeza, si tomé la decisión es porque estoy segura, creo en mí, no será fácil pero solo cosas buenas saldrán. Y como fue, algo pasó y mágicamente todo se empezó a dar, comencé a componer más canciones, a sonarlas, a mostrárselas a amigos, a empezar a trabajar en el proyecto de solista y ver hacia dónde llevarlo.

Alejandra Paniagua (Foto Ángel Otero Platas)
Alejandra Paniagua (Foto Ángel Otero Platas)

El 30 de octubre del año pasado me fui a San Francisco [California] y fue una experiencia súper enriquecedora. La Universidad de Berkeley en California organiza cada año la Semana Binacional de Salud en la que se le da prioridad al tema de los inmigrantes, el año pasado utilizaron una obra de mi papá como imagen de esa edición y me invitaron a tocar en las actividades de inauguración. Después hubo un par de exposiciones de mi papá en donde también me presenté y después de eso, él regresó y yo me quedé un par de meses más.
Fue como un retiro para mí, me di cuenta de muchas cosas a nivel personal, familiar y de país como la realidad de ser músico en México y en Xalapa. Ser músico que viene saliendo de la escuelita, con todo lo que implica. Fue como ver todo desde arriba.
Estuve allá tres meses y pude verme y ver a mis compañeros desde otra perspectiva. Iba a conciertos y era increíble ver que el nivel era tan bajo, ahí había recursos, buenos equipos, aparatos, etc. y yo decía ¿cómo es posible?, en Xalapa hay tantos grupos que fácilmente podrían derrumbar a cualquiera de los que hay aquí donde hay tanto dinero, tantas actividades, tantos foros y vienen tantos artistas. Cuando estuve allá fue Esperanza Spalding, Joshua Redman, un montón de personas y yo decía no puede ser, ¿qué es lo que nos está faltando?, se va a oír medio feo pero ¿por qué Xalapa es como la incubadora y el drenaje al mismo tiempo?, ¿por qué? Salen proyectos increíbles pero en poco tiempo terminan desertando, ¿qué es lo que pasa?

Tiempo de crecer

Es tiempo de dejar
lo que nos hace mal,
lo que corroe el alma,
y dejarnos despertar.
Es tiempo de crecer,
es tiempo de ceder,
es tiempo de vibrar.
(Alejandra Paniagua)

Estamos viviendo una crisis espantosa, el nivel de violencia es horrible pero yo me he dado cuenta que también es una cuestión de actitud, cuando regresé les decía a mis amigos si algo les deseo, de verdad, de todo corazón, es que se salgan de aquí un tiempo y vean esa realidad para que entiendan a lo que me refiero, yo no podría explicárselos, yo no podría hacer que cambien pero es eso, ves en perspectiva que hay otros mundos, que hay otras posibilidades, que sí se puede, hay miles de maneras de lograrlo. Hay varios grupos que van a vuelta de rueda pero ya lo están haciendo. Y hay otros que se estancan y se les cierra el mundo. No se por qué a los músicos de Xalapa se nos cierra el mundo muy fácilmente.

Tiempo de vibrar

Una de mis rolas fue pensando precisamente en esto, se llama De azul es, le puse así porque, como te decía al principio, yo empecé a descubrir la música en un entorno más visual que auditivo, cuando compongo, cuando estoy improvisando o buscando sonoridades, veo la música con colores.
La canción De azul es la hice recordando una canción de cuna que mi papá empezó a hacer hace tiempo, yo lo escuchaba tocar esa melodía y la retomé. Cuando murió mi abuelo se empezaron a dar varios cambios en mi vida, en la canción incluí esa parte de mi abuelo y también esta parte de los ciclos, de siempre es bueno volver a comenzar. Habla de eso: «Es tiempo de dejar lo que nos hace mal, lo que corroe el alma, y dejarnos despertar. Es tiempo de crecer, es tiempo de ceder, es tiempo de vibrar».
Esa canción es como mi mantra porque incluye los pilares más importantes para mí que son mi padre, mi abuelo y toda esta experiencia que me ha venido pasando en los últimos tiempos, y es un regalo para mi sociedad, y es para decirle a mis amigos oigan, hay que estar comenzando todo el tiempo, cuando sale un muro no hay que toparnos con él, todo el tiempo es tiempo de crecer. La canción es cíclica, regresa y regresa a lo mismo.
Tengo otra canción que es cursi (risas), es más personal, habla de un desencuentro amoroso. No tengo una temática fija, toco la guitarra, toco jarana y toco el arpa y siento lo que el instrumento me va pidiendo, no es que tenga una idea y la plasme sino que voy tocando y de ahí va saliendo lo que el instrumento me pide, por lo mismo no tengo un género establecido, de repente me suena un son jarocho y le pongo una letra, le cambio la armonía por una un poco más nueva pero no estoy pensando en esos términos, no estoy pensando en moverle aquí para que suene tal y hacerle un puente que suene más acá para que amarre más, no lo pienso de esa manera. No es intelectual, como así aprendí todo lo que sé, ahora trato de hacerlo más orgánico y de que fluya, claro, a la hora de tocar con músicos sí tengo que sentarme y escribirlo pero cuando estoy componiendo es como una catarsis de cosas: colores, texturas, sonidos, vivencias, etc.

Pájara libre

No te vayas de mí niña de azúcar
A deshacerte entre la piel del llanto
No te vayas de mí pájara libre
Hacia el páramo frío de la ausencia
(Mirtha Luz Pérez Robledo)

Pronto voy a grabar un disco, para eso invité a unos amigos. Musicalicé un poema de la madre de Nadia Vera [Mirtha Luz Pérez Robledo], el poema se llama Balada para una niña citadina pero yo le puse a la canción Niña de azúcar, me la van a acompañar Manuel López, el percusionista de La Manta, e Inés Flores, una flautista egresada de la Facultad [de Música], los dos muy buenos músicos y muy buenos amigos. Paty Ivison me acompaña, con el cello, en De azul es. Esas son las únicas dos piezas que tienen más músicos, lo demás es más sencillo y está pensando un poco más en lo electrónico, también me gusta grabar y producir sonidos, es lo que más he estado experimentando últimamente, ahorita estoy trabajando con unos chicos que son productores de música electrónica y estamos haciendo cosas.

Woman Steps

Dúo Paluna (Foto, Fin de Mercadito)
Dúo Paluna (Foto, Fin de Mercadito)

Tuve un grupo de música latinoamericana que se llamaba Paluna, yo tocaba guitarra, arpa y cantaba, Olaf Vargas, un chico que estudia en JazzUV, tocaba el cajón set y la batería. Estuvimos juntos un tiempo, después cada quien agarró su camino, empecé a componer y me quedé yo nada más.
También toqué con un grupo de música norteña de unos amigos que estudian en JazzUV, ellos son del norte y estuvimos un rato tocando juntos.
Me gusta mucho cantar de todo, no me gusta encasillarme, no sé si lo haga bien, no pretendo hacer algo especial con cada uno de los grupos, no pretendo alcanzar una fama o algo así, más bien es la forma que yo tengo de entenderme y de entender al mundo pero, claro, hay que vivir de algo entonces hay que hacerle la lucha por ese lado.

PRIMERA PARTE: Encuentro de los mundos
SEGUNDA PARTE: Los años maravillosos


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