Lo que se publicó el martes en la columna «Confidencial», del periódico El Financiero, retrata fielmente la razón de los diferendos:
«Héctor Yunes Landa, senador y excandidato del PRI al gobierno de Veracruz, ya se tomó como algo personal la investigación en contra de Javier Duarte, hoy prófugo de la justicia. El también presidente de la Comisión Anticorrupción del Senado primero lanzó un video personal titulado ‘Javier, entrégate’, y ahora ya le advirtió al exmandatario que ‘si cayó El Chapo, sin duda él caerá’”.
Y sí, el tema es, a todas luces, personal.
Pero los ataques de Héctor Yunes Landa no son sólo por los presuntos agravios recibidos, como el regalo de aquella caña de pescar o el supuesto apoyo de Duarte al candidato de Morena, Cuitláhuac García.
No, Héctor Yunes Landa ha decidido aferrarse al tema de Javier Duarte como se agarraría de un clavo ardiendo aquel que estuviera a punto de caer al precipicio. Héctor es un candidato derrotado, porque durante su campaña prefirió combatir a su compañero de partido, al gobernador en funciones, en lugar de contrastar sus propuestas con las de su más fuerte rival, su primo hermano Miguel Ángel Yunes Linares.
Héctor Yunes admite que de los votos que sumó en su campaña para gobernador, cerca de medio millón se los dio el llamado «voto duro» del PRI, porque según él, se trata de veracruzanos que acatan ciegamente lo que les ordenan sus dirigentes: «Votan por el candidato que les pongan. Si les ponen una vaca dormida, votan por ella».
Esto permite entender que de los 929 mil votos que consiguió Yunes Landa en la elección, menos de 500 mil fueron sufragios razonados y convencidos de las virtudes del candidato priista.
¿Y con eso quería ganar?
Luego de su descalabro del pasado 5 de junio, Héctor Yunes anunció que volvería a buscar la gubernatura en 2018, rompiendo un pacto entre políticos con José Yunes Zorrilla. Su principal argumento para volver a intentarlo fue que contaba con «casi un millón de votos» que lo respaldaban.
Nada dijo en ese entonces de que la mitad de esos votos no eran de él, sino de su partido y que, por lo tanto, respaldarían a cualquier otro candidato… aunque fuera «una vaca dormida».
La tarde del martes el senador Héctor Yunes Landa envió un mensaje en redes sociales para disculparse por la desafortunada expresión sobre la militancia de su partido, a la que dijo -ahora sí- respetar por haber «entregado su confianza, su trayectoria, su trabajo y su voto al PRI».
Las circunstancias para el PRI en Veracruz son en estos momentos muy complicadas. No sólo por la exhibición de tantas corruptelas cometidas al amparo de un gobierno priista como el de Javier Duarte, sino por la codicia de grupos políticos que pretenden medrar con el desconcierto y la falta de liderazgo dentro de ese organismo político.
Es en ese escenario en el que Héctor Yunes se desenvuelve mejor. Lo suyo es insistir en el discurso del odio, que tan buenos resultados le dio a su primo hermano, y ubicarse como víctima, no como cómplice, de las componendas ilegales que hoy tienen al gobierno de Veracruz sumido en su peor crisis financiera.
Lo que se ha podido confirmar en los últimos días, es que no hay forma de ocultar fortunas mal habidas cuando el gobierno federal se propone encontrarlas. Así como hoy le encuentran bienes, propiedades y empresas a Javier Duarte, así podrían aparecer las fortunas que otros creen tener muy ocultas.
La caja de Pandora está abierta y muchas serán las calamidades que nos azoten.
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