Sin alusiones personales, hoy mejor que nunca encaja esa frase muy mexicana: «Muerto el perro, se acabó la rabia».

El brevísimo período de Flavino Ríos como gobernador de Veracruz será de concordia, de diálogo, de acuerdos. Será él quien entregue la gubernatura (si no sucede nada raro en este lapso) a Miguel Ángel Yunes Linares, y lo hará de forma institucional, que es el sello de su desempeño en el servicio público.

No más pleitos del gobierno de Veracruz con la familia Yunes Márquez. El que le quiera seguir, que se haga a un lado y lo haga por su cuenta, ha sido una de las primeras instrucciones del nuevo mandatario estatal.

Flavino Ríos no es Javier Duarte, y mucho menos Fidel Herrera. En apenas mes y medio el gobernador interino habrá de imponer su propio sello. Dejará claro que es leal con los amigos y respetuoso con los contrincantes. No venderá a Javier Duarte, pero tampoco protegerá a todos los que trabajaron con él. El que tenga asuntos pendientes con la justicia, que los resuelva.

No se podrá hacer mucho en tan poco tiempo, pero al menos dispondrá que se haga una entrega ordenada, transparente. En su administración el próximo gobierno no será visto como enemigo, sino como relevo en una tarea que es fundamental: Velar por el bienestar de los veracruzanos.

No hay tiempo para obras de relumbrón, ni para anuncios espectaculares. Habrá de reforzar -eso sí- las tareas que, de forma cotidiana, realiza cada área de gobierno. Los miembros del gabinete han sido llamados a trabajar sin descanso, con orden y transparencia. El que no esté de acuerdo puede retirarse.

Flavino Ríos será conciliador, pero no débil, ni timorato. Ya envió el mensaje, para quien lo quiera tomar: En Veracruz hay gobierno y se hará respetar la ley.

No da tiempo para hacer tantas cosas que hacen falta, pero lo que se haga se debe notar y debe ayudar al rescate político, social, económico y legal de Veracruz.

Alberto Silva, el coordinador de Comunicación Social, se irá en los próximos días. Retornará al Congreso de la Unión luego de haber concluido el compromiso con su amigo Javier Duarte. Coinciden él y el propio Flavino que en esta etapa será más útil desde su escaño en la Cámara de Diputados.

Al frente de la oficina de Comunicación Social, para «cerrar el changarro» quedará el siempre leal, el siempre institucional Polo Pascacio, quien ya en los hechos, desde el miércoles ha encabezado las tareas de cobertura y difusión de las actividades del nuevo gobernador.

Polo Pascacio es un hombre de medios, reconocido por su buena relación con la prensa y su incansable entrega al trabajo. Su responsabilidad será que ese cambio de estilo, esa diferencia en las formas, se sienta, se palpe.

Las tareas de gobernabilidad recaerán ahora en Genaro Mejía, un servidor público que embonó a la perfección con el estilo de trabajar de Flavino Ríos. Apenas rindió protesta y de inmediato puso manos a la obra. Por lo pronto logró desactivar el bloqueo que habían anunciado los trabajadores del Poder Judicial. Les ofreció diálogo y la búsqueda de solución a sus demandas.

Una vez que les dio posesión a Genaro Mejía (Secretaría de Gobierno) y a Víctor Garrido (subsecretaría de Gobierno), de inmediato Flavino Ríos viajó al sur de la entidad, para participar en una reunión más del grupo de coordinación por la seguridad del estado. Es un tema que preocupa a todos los veracruzanos y del que estará muy pendiente el nuevo gobernador.

Serán unos cuantos días, pero la mano de Flavino Ríos se habrá de sentir.

Ya lo veremos.

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