Dice Francisco Martín Moreno que el Poder Ejecutivo sobornó al Poder Legislativo; que como parte de las negociaciones para conseguir la aprobación del Presupuesto 2017, les fueron asignados 20 millones de pesos a cada uno de los 500 diputados federales «para que cumplan compromisos de campaña», cuando muchos de ellos ni campaña hicieron, pues llegaron a San Lázaro por la vía de la representación proporcional.

Y en gran medida tiene razón. Los legisladores federales, esos que han visto pasar por sus manos las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción, suelen ponerle precio a sus votos.

¡Tampoco se trata de «mal vivir» con su raquítica dieta!

Los legisladores exigen al gobierno federal que se incluyan en el presupuesto de egresos las obras que les interesan y muchos de ellos (no podemos decir que todos) traducen esas gestiones en dinero, vía comisiones por la adjudicación de las obras.

Hay algunos legisladores que no buscan beneficio económico por las obras que llevan a sus distritos, pero sí les interesa «vender» bien entre sus paisanos que han sido ellos los encargados de conseguir que aterricen recursos para la región.

Ese es el tema que parece haber inquietado al actual diputado federal por San Andrés Tuxtla, Jorge Carvallo Delfín, quien promovió una asonada con sus compañeros de bancada (los veracruzanos del PRI y del PVEM) en contra del delegado de Gobernación, Ángel Isaac Ochoa Pérez

El argumento principal es que el delegado se ha referido a los diputados federales en términos «poco amables» y que ha instruido al resto de los delegados en Veracruz para que no involucren a los legisladores en la promoción y aplicación de programas que benefician a los veracruzanos.

El asunto, que pareciera menor, ha tomado otro cariz a partir del anuncio de los propios diputados de que no tendrán diálogo alguno con el delegado de Gobernación (quien funge como una especie de «coordinador» de los delegados federales) y que buscarán mantener el contacto, en forma directa, con el resto de los delegados.

Consultados algunos diputados federales sobre el origen de tal decisión, coincidieron en señalar que en esta ocasión sí fueron ellos los que decidieron rebelarse contra los «malos modos» de Ochoa Pérez y acordaron hacer sentir la fuerza que tienen unidos los 20 legisladores veracruzanos.

Esas son buenas noticias, en tiempos en los que sólo se sabía de ellos por las cartas en apoyo del Gobernador y los desmentidos posteriores, o las grillas internas para arrebatar a Érick Lagos la coordinación de la bancada.

Veracruz posee al segundo mayor grupo de diputados aliados (PRI y PVEM) en San Lázaro, pero muchos de ellos sienten que no se ha hecho valer ese factor y que apenas les tocan las migajas en la repartición de comisiones y es poco lo que participan en los debates legislativos.

A partir del primero de diciembre, esta veintena de legisladores federales habrá de quedar huérfana, pues ya no habrá Gobernador priista en la entidad. Varios de ellos han llamado la atención a dicha circunstancia y destacado la importancia de que se mantengan unidos para hacer valer su fuerza.

Es momento de dejar a un lado las mezquindades y buscar la unidad del grupo, por su propio bien. Si Érick Lagos ya no encuentra incentivo alguno en la coordinación de la bancada, con toda honestidad debe hacerse a un lado y permitir que sean otros los que se encarguen de dirigir la nave.

El delegado de Gobernación va a ser removido, pues a Miguel Ángel Osorio Chong no le conviene abrir un frente con la bancada veracruzana. Muchos ajustes habrán de darse en las delegaciones federales y los diputados deben hacer sentir su fuerza para que esos movimientos sean los adecuados.

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