Ese día fue imperfecto
pues nació deforme, mocho;
el año sesenta y ocho
un cerdo asqueroso, infecto,
vació su vómito abyecto
y con saña desmedida
calló la boca a la vida,
mandó a silenciar la gloria.
Queda intacta la memoria:
2 de octubre, ¡no se olvida!

2 de octubre no se olvida
ni tampoco Ayotzinapa
ni la noche que en Xalapa
una turba enfurecida
atentó contra la vida
de ocho jóvenes radiantes.
No se olvida que hoy, como antes,
la juventud es la noria
que fecunda nuestra historia.
¡Que vivan los estudiantes!

 

 

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