Si nos atenemos a lo que opinaron los analistas de las principales cadenas informativas de los Estados Unidos, Hillary Clinton resultó la ganadora en el primer debate que sostuvo contra Donald Trump, el candidato republicano -ella la demócrata-, para la presidencia del país del norte, en una elección que se dirimirá el próximo 8 de noviembre.
Fue más inteligente, más propositiva, contestó con firmeza a los ataques del millonario fracasado, se vio seria y capaz, dijeron en su mayoría los sesudos opinadores de la tele gringa.
Y si nos atenemos a la opinión de los mexicanos, que no queremos para nada al neoyorquino que nos ha insultado, pues también ganó la Hillary.
Digamos que eso no es problema, y que si el debate hubiera sido la elección, ya estaríamos todos tranquilos porque se quedó fuera la peligrosa propuesta de gobierno de Trump, que va en contra de la paisanada que trabaja allá, y en contra de los intereses de nuestro país en general.
Pero hay un elemento que inquieta, y que se debe tomar en cuenta: Trump ha seguido avanzando en las encuestas. El promedio de las encuestas a nivel nacional en EUA da 47.6 por ciento de intención de voto a la Clinton, contra el 44.1 que trae Trump esta semana.
Son 3 y medio puntos porcentuales de diferencia, que a 42 días de que se celebre la votación no significan una ventaja definitiva.
Y es preocupante que el discurso incendiario de este alocado Donald ha estado permeando entre los güeros WASP (White, Anglo-Saxon, Protestant), que aún son mayoría. El gringo medio empieza a responder al llamado de Trump, que tramposamente (podríamos decir: “trumposamente”) advierte del peligro que representan los mexicanos y los latinos que han llegado a Estados Unidos en busca de un mejor horizonte económico.
Resulta que un número creciente de ciudadanos norteamericanos está pensando que su confort y su american way of life están siendo amenazados por la inclusión de tantos y tantos mexicanos en su mercado de trabajo.
Y luego que les dicen que les mandamos desde acá a puros ladrones, narcos, violadores, etc.
El ciudadano medio que vota en las elecciones gringas es conservador, pro imperialista, soberbio con su nacionalidad, se siente dueño del mundo, gendarme del planeta… y apóstol de la democracia.
Así que a la hora de ir a depositar su sufragio solamente piensa en su interés personal, que es a lo que le está apostando Donald Trump, aunque pierda horrorosamente en los debates, donde se luce como un tipo frívolo y díscolo.
Hasta ahora, Hillary Clinton sigue a la cabeza. Es más, como allá se cuentan los sufragios de acuerdo con votos electorales por estado, ella lleva una ventaja más cómoda aún, pues si hoy fuera la elección ganaría por 293 contra 245, y necesita solamente 270 para triunfar.
Pero Trump sigue convenciendo a ciudadanos que sienten amenazada su tranquilidad y su vida. Ése es el discurso peligroso que lo podría llevar a ser el más peligroso presidente yanqui que haya tenido México.
Cuidado con eso.
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