“Con la llegada de Fidel se acabó la figura de gobierno carismático para pasar a una autoritaria” Alberto Olvera Rivera

Los veracruzanos perdimos nuestro Palacio de Gobierno desde finales de la administración del gobernador Miguel Alemán Velasco. Por razones que a la fecha no entendemos, ese inmueble, propiedad de nosotros y referente turístico obligado de nuestro centro histórico, cerró sus puertas.

Rejas de hierro fueron colocadas para impedir el paso de los ciudadanos al interior de la principal sede estatal de los poderes y un operativo policíaco se encarga de custodiar (¿de quién?) el inmueble.

Y si por alguna razón hay necesidad de ingresar para realizar trámites oficiales en alguna dependencia, primero hay que identificarse con el encargado de la seguridad, quien de manera prepotente y soez pregunta la razón de nuestra presencia en tan asegurado recinto para luego tomar el interfón y marcar el número de la oficina a la que se pretende llegar.

El malencarado cuico se comunica al interior más o menos con este lenguaje: Seño –seguramente habla con la secretaria de la recepción–, aquí hay una persona que quiere hablar con el jefe, se llama (y toma la credencial de elector para repetir el nombre), dice que tiene audiencia, ¿lo conocen, es cierto? Y si va uno buscando a algún colaborador o secre, el cuico repite el mismo guión.

Si la respuesta es positiva, que le digan al vigilante que efectivamente tenemos la audiencia o que nos conocen, abren una parte de la reja y dan la instrucción de poder ingresar. Hay que llenar la libreta de registro con todos los datos, nombre completo, dependencia a la que vamos, persona a la que se busca, hora de entrada, número de gafete, que para esto ya lo están entregando, y firma. La credencial de elector se queda en garantía y listo.

Hubo un tiempo, en el actual gobierno de Javier Duarte de Ochoa, que pedían al personal de la oficina que buscábamos que tenía que salir a recibir a la persona para identificarlo físicamente y, después de aprobar ante el guardia el ingreso, ya se podía entrar, previo paso por nuestra entrepierna de un aparato que detecta desde un charpe hasta un misil tipo skut patriot, todo en aras de la seguridad (¿de quién?).

Pero, además, dentro del palacio, trasponiendo las rejas metálicas, un impresionante operativo de policías de esos como robocops, armados hasta los dientes, empuñando un arma larga lista para ser disparada, cubiertos con sus clásicos condones negros de estambre a los que les llaman pasamontañas, que tampoco entendemos para qué madres sirven si quien los porta es policía, gana un salario por serlo, se metió a esa chamba porque le llamó la atención o por necesidad pero debe mostrar el rostro ante el ciudadano al que se supone debe proteger de la delincuencia y generar confianza, no lo contrario.

Recordamos que a la llegada al Gobierno de Fidel Herrera Beltrán, una de las quejas fue esa, las rejas que impedían el libre acceso al palacio de los ciudadanos. Fidel, populista como es, ordenó que retiraran eso de inmediato y que se montara un tianguis populachero en los bajos del palacio para que los vendedores de artesanías tuvieran un espacio donde hacer su mercado.

La medida duró solo unos meses porque, nos comentan quienes se enteraron, algún día apareció en las escaleras que van hacia la segunda planta del palacio donde están los más importantes funcionarios, una bolsa conteniendo una cabeza, entonces se armó del desmadre, retiraron a los vendedores y volvieron a poner las rejas, ahora reforzadas al triple. El acceso se restringió, de día por el lado del Parque Juárez, con enrejados casi a medio parque y, de las seis en adelante, por la parte del frente con más elementos policíacos vigilando la entrada.

Aquí no pasa ni el aire

En verdad, el ciudadano común, el paisano xalapeño o quien viene a la capital a arreglar un asunto, jamás ha entendido el porqué de tanta puta seguridad, porqué el temor o temor a quién, que los obligaron a tomar medidas tan radicales las cuales solo provocan molestias.

¿De quién se han cuidado tanto y por qué?, nos preguntamos.

Pero, además, ese desplante de prepotencia y abuso de poder no tiene sentido, los funcionarios, de Fidel para acá, nunca están en el Palacio de Gobierno, Fidel se la pasaba recorriendo los municipios de Veracruz, ya sea para acudir a alguna cita amorosa con alguna jovencita a la que ya le había echado el ojo y el cuerpo completo, o a la conquista de otras, especialmente carne de monte que al parecer es su debilidad, pero en el Palacio de Gobierno, arreglando los asuntos públicos, encabezando reuniones de trabajo, contadas veces lo pudimos ver.

En la actual administración, peor, no sabemos cuántas veces ha acudido el gober Javier Duarte a su centro de trabajo en Palacio de Gobierno pero tenemos entendido que muy pocas; la Casa Veracruz ha sido la sede de los poderes del estado, Javier Duarte gobierna el estado desde el salón Yanga y de un año a la fecha desde lo que él mismo llama “Los Pinitos”, que es una réplica a escala de las oficinas del palacio de gobierno que mandó a construir dentro de la Casa Veracruz, con despachos para él, para la presidenta del DIF, para el secre de Seguridad, para al Coordinador de Comunicación Social y para otros cuates cercanos al ejecutivo que ahí se la han pasado muy bien, muy cómodos, con todo climatizado, barra libre, sillones especiales para descansar o realizar otras actividades que surjan al calor de la “chamba” y, en fin, que al palacio para qué putas madres ir si no hay necesidad.

Sorpresa la que nos llevamos el pasado viernes cuando fuimos a entregar un libro que nos dieron para un funcionario de primerísimo nivel. Nos dirigimos al Parque Juárez, para ingresar al palacio, y nada que las rejas desaparecieron, las enormes puertas están cerradas con diez candados (como la puerta negra), encadenadas desde el techo hasta el piso y por ahí ya no se puede acceder. Dimos la vuelta y por el lado del frente unas cuatro rejas, dos vigilantes vestidos de civil cuidando la entrada, a uno de ellos le explicamos la razón de nuestra presencia ahí y sin mayor trámite se hizo de lado y dijo: “pásele, adelante”.

El asunto es que si antes no había funcionarios en ese hermoso inmueble ahora no hay nada, pensamos que ni empleados, una soledad absoluta se respira dentro, como si algo hubiera provocado una estampida de la sede de los poderes. El palacio está vacío, ya no quedó nada ni nadie, es más, confirmamos lo que en la calle se dice, ya no hay gobierno.

¿Será que ahora sí vamos a recuperar nuestro histórico Palacio de Gobierno?

Expareja de Peña lo regaña

Minutos después del nombramiento de Luis Enrique Miranda Nava como secretario de Desarrollo Social (Sedesol), en sustitución de José Antonio Meade Kuribreña,

Maritza Díaz Hernández, expareja del presidente Enrique Peña Nieto, lamentó la designación del primero “Error garrafal tener como operador político a @LuisMirandaNava, tú @EPN mejor q yo, sabes q tu compadre no tiene la capacidad para eso”, escribió en su cuenta de Twitter la mujer con quien Peña Nieto procreó un hijo. En un segundo mensaje añadió: “Cómo le va hacer @LuisMirandaNava? Si para ir al salón d belleza a cortarse y depilarse llega con 4 camionetas y 15 personas de seguridad?”. Y remató: “Con ese despliegue de seguridad y prepotencia llegará a las comunidades más pobres del país? Ya sé, se disfrazará de pobre”. Eses es el amigo personal (carnal) de Jorge Carvallo Delfín, diputado federal por Veracruz, nativo del estado de México, quien aspira a relevar en el cargo de presidente del CDE del PRI a Felipe Amadeo Flores Espinosa.

Reflexión

El ex secretario de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, le enmienda la plana a Enrique Peña Nieto: “Señor presidente, a Donald Trump simplemente le hubiera dicho que usted es mexicano y está orgulloso de serlo”. Escríbanos a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas