Pa’ vergüenzas no gana uno, solía decir la abuela cuando las travesuras infantiles y cotidianas salían de casa, y en público, ponían en serios predicamentos a quien tutelaba la parentela.

El tema de la respetabilísima #ladylibros tiene mucho que ver no sólo con nuestras vergüenzas ordinarias, el poder auto infringido, el agandalle en el mínimo reducto de autoridad, sino también con una arraigada cultura del “bisnes” en las escuelas públicas, cortesía de las asociaciones de padres de familia.

Investidas por sí mismas como autoridades sustitutas, en muchos casos, los padres de familia han hecho –en contubernio con las autoridades de cada escuela- un gran negocio con el tema de las cuotas escolares. Cada año, al inicio del ciclo, vemos campañas y anuncios por todos lados informando a los padres que las cuotas no son obligatorias, que la educación es gratuita y que acaso, de común acuerdo, estos ingresos adicionales sirven para mantener en condiciones físicas y materiales, medianamente aceptables, cada uno de los planteles.

¡Pero cómo se ve que no se han parado por una escuela en las primeras semanas de agosto! El que no paga no entra, así de fácil. Las cuotas son un gran negocio al que ningún grupúsculo de padres y maestros están dispuestos a renunciar. Se pelean a muerte. No sólo es un beneficio económico inmediato, abundante, sino que permite establecer reglas internas de autoridad y una estratificación que fomenta el sometimiento y la discriminación de los niños.

La mayoría de los padres que no aportan no son corridos de la escuela, pero son señalados y marginados, al igual que sus hijos, de las decisiones más importantes de la escuela.

Lo que vimos viralizado por la #ladylibros, veracruzana insigne, no es más que un botón de muestra de lo que ha pasado por años en prácticamente todas las escuelas públicas de nivel básico, sólo que en esta ocasión hubo un video que dio testimonio, y entonces sí, ni cómo fingir demencia. Es el poder de la internetcracia.

La soberbia y estupidez de nuestro personaje, quien además se pasa por el arco del triunfo la autoridad del profesor en clase, demuestra que la enfermedad de la educación no sólo está en los sindicatos, la evaluación magisterial o en la falta de infraestructura. Demuestra que la educación no es el bien supremo de los padres –quienes en teoría, se organizan para servir de contrapeso a la autoridad escolar–, de lo contrario, no se explica la aberrante escena de quitar a los niños sus libros de texto.

La situación confirma que, sin importar el lugar, el origen o la circunstancia, México es clasista y autoritario. Que aún en el reducto más democrático como puede ser un salón de clases, intentamos siempre romper la equidad para sacar un beneficio personal.

La idea original de las cuotas tiene un sentido muy positivo. Donde éstas se emplean con transparencia y responsabilidad, se cuenta con escuelas limpias y funcionales, con baños limpios, edificios en buen estado, lugares dignos para que los niños aprendan en las mejores condiciones.

Y, en efecto, no dudo que muchos padres, aun teniendo la posibilidad de hacer alguna aportación, prefieren gozar de los beneficios del esfuerzo económico de otros. Y háganle como quieran, dirán. Pero también es cierto que millones de padres de familia tienen que atravesar un verdadero vía crucis a cada inicio de ciclo escolar para estar a la altura de las necesidades de sus vástagos. La imposibilidad de hacer aportaciones es real.

Lo que vimos de #ladylibros da pena ajena. Pero también da pena por los niños que no comprenden qué pasa y se sienten completamente vulnerables a la burla y el maltrato de quienes deberían ser sus principales protectores: los padres de familia.

Y es lamentable que la autoridad le haya echado hasta a la PGR a nuestra #ladylibros sólo porque apareció profusamente en las redes sociales. Insisto, lo que vimos sucede cada día, en cada escuela, sin que nadie intervenga para controlar las mafias en las que se han convertido algunas asociaciones de padres de familia, por fortuna no todas.

La del estribo…

La renuncia de Luis Videgaray se confirmó desde ayer martes. Pocos le pusieron atención a la declaración hecha por José Antonio Meade a El Universal en el sentido de que “México había ganado con la visita de Trump”. La idea no era mantener vivo el tristemente célebre episodio, sino tratar de convencer al respetable que eso no fue la razón de la salida del Secretario de Hacienda. Leer entre líneas.