La madurez de un pueblo se mide, entre otras cosas, por su capacidad de crítica. La existencia de una crítica metódica es prueba de libertad y conduce al mayor  y  mejor  ejercicio de  la democracia. Últimamente se ha criticado mucho y muy profundamente al gobierno que encabeza EPN y en Veracruz a Javier Duarte y su camarilla. ¿Significa eso que ya hemos madurado y que somos, por fin, aptos para ser algo más que pasivas reses en lo que concierne a México y Veracruz?

La libertad de expresión, ya lo hemos dicho, es derecho constitucional, pero bien sabemos que sólo en el papel y que durante toda nuestra historia, sólo por ratos ese  derecho  ha sido efectivo. Hoy nadie puede dudar,  al meterse a las redes sociales o al abril por la mañana un periódico,  de la existencia plena de esa libertad.

Criticar al gobierno se ha convertido en pasatiempo predilecto y diario no nadamás  de columnistas sino de todo ciudadano pensante o semi-pensante, pero, claro, tras tantos años de agachados, es lógico que ahora que por fin hablan los mudos, digan graves cantidades de estupideces.  No se aprende a hablar, a pensar, a analizar, a criticar de un día para otro.

En Veracruz por lo pronto  la “crítica” tiene solamente un sentido: “Censura de las acciones o conducta de alguno” (léase por “alguno” un líder que al que le toca ser blanco de todos los odios, envidias, insidias, etc.). Y pongamos como ejemplo a cinco paladines de la democracia sindical en el sector educativo: Acela Servín Murrieta, dueña  y señora del SETSE desde 1961; Juana Consuelo Méndez Vázquez, líder ‘ad perpetuam’ del Sindicato del Poder Ejecutivo del Estado, fue reelecta, otra vez. Este personaje surgió en los tiempos del exgobernador Rafael Hernández Ochoa. Otro: Juanito Nicolás Callejas Arroyo, guía moral del SNTE, desde hace más de 30 años, siempre al servicio del PRI como diputado federal o estatal plurinominal; propietario de tres ranchos ganaderos, uno en el norte, otro en el centro y uno más en el sur de la entidad, se le conoce como el diputado ‘rémora y romántico’.  Enrique Levet, amo y señor de la Universidad Veracruzana y de las almas de los maestros que con sus cuotas lo han hecho millonario a tal grado que a su rancho ganadero lo bautizó con el nombre de uno de los más corruptos gobernadores que ha habido en el Estado, Fidel Herrera. Y hay más, como Ricardo Diz Herlindo quien se ha apropiado del SUTSEM, sindicato que creó Manuel Carbonell, en sus tiempos de subsecretario de gobierno. Diz Herlindo se enquistó en esas siglas y seguirá ‘per secula seculorum’ porque los sutsemistas son omisos, agachados.

 La otra acepción de la palabra “crítica”, a saber: “Arte de juzgar de la bondad, verdad o belleza de las cosas” no se conoce en México y menos en Veracruz. No estamos capacitados todavía para ANALIZAR, sino simplemente para aprobar o insultar sin mayor reflexión, estudio ni  observación. La crítica que usamos no es todavía función cerebral, es totalmente visceral. Brota del hígado, de la vesícula amarilla productora de la bilis, de las meritas tripas que por tanto tiempo han sido sometidas a  “entripados” berrinches.

El ciudadano común odia al gobierno por muchas y justificadas razones. Odia a los funcionarios en particular por motivos igualmente inobjetables. Ahora, en estos días, en que puede por fin echar de su ronco pecho, es natural que escupa las frustraciones, los resentimientos, los corajes y las humillaciones acumuladas durante muchos años. Pero en esta crítica destructiva que estamos presenciando, tal vez no todo sea justificable, quién sabe.

Desde luego no todas las críticas son producto de descargas de  bilis y de adrenalina. Hay quien piensa con la cabeza y no con las tripas, pero ha sido muy evidente, tal  vez, la absoluta ausencia de objetividad y de buena fe, en la mayoría. Y por desgracia la extraordinaria libertad de la que gozamos, sobres todo en las redes sociales, el conocimiento de la amargura popular, de la desconfianza que siente la gente hacia Duarte  -especialmente por su actuación como gobernador que ha engañado a la gente; que ha saqueado las finanzas, que ha hecho trampa, que en su mandato se han asesinado a más de 16 periodistas; que desfalcó al IPE y a la Universidad y que permitió que sus colaboradores robaran en forma por demás escandalosa-,  la conciencia de la “sed de sangre” que tiene el jarocho, todo eso ha sido aprovechado por explotadores de la pluma que han abierto la caja de Pandora simple y sencillamente para su propio beneficio, para aumentar su poder personal y tal vez su fortuna.

 La arrogancia de algunos de estos señores y también algunas damas, a nivel nacional y estatal,  es inconcebible; todo lo saben,  en todo son expertos, son poseedores de la verdad absoluta. Pero además de sabios, no permiten dudar  de la palabra de todo aquel que pretenda que un problema no es una catástrofe, que un accidente no es un crimen, que no todo es inmundicia en Veracruz y México. En fin, definitivamente no hemos madurado en eso de criticar y nos hemos vuelto más antropófagos que críticos. Muchos han pasado del biberón al whisky. La verdadera crítica es otra cosa…

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