Si las cosas andan bastante calientes entre los que llegan y los que se van, lo que pasa en el Tribunal Superior de Justicia está en punto de ebullición.

La fortaleza de San Carlos en Perote podría ser hoy mudo testigo del nuevo cisma que amenaza al Tribunal Superior de Justicia de Veracruz (TSJE) de cara a la sucesión de Alberto Sosa Hernández en diciembre próximo. Lo que parece una votación de rutina para elegir a los nuevos magistrados y dar viabilidad a la creación de la sala de lo familiar, será determinante para saber quién podría ser el nuevo presidente del tribunal.

Esta mañana, el Congreso del Estado realizará su sesión foránea en aquél recinto histórico. Por acuerdo de la Junta de Coordinación Política, se ha incluido en la orden del día la votación de una sola terna para designar a los nuevos magistrados; la propuesta será votada en bloque y la integran Patricia Montelongo, Lizbeth Hernández Ribbón y el frustrado aspirante a Fiscal Anticorrupción, Francisco Portilla Bonilla.

Sin embargo, por tratarse de nombramientos, la propuesta requiere para su aprobación de una votación calificada, es decir, al menos 34 votos a favor de los diputados. Considerando que ya se han alineado PRI, PVEM y Panal a favor, frente a las bancadas de PAN, PRD, MC y PT en contra, podría ser que la propuesta enviada por el gobernador Javier Duarte no pase. Si esto sucede, el mandatario tendría que enviar tantas propuestas como sean necesarias hasta que el Congreso lo apruebe.

Para los magistrados del Tribunal Superior de Justicia no está en juego la integración de la sala de lo familiar, sino el control total del Poder Judicial a través de la nueva presidencia. Por ello, la votación de hoy es tan importante, ya que podría detonar el conflicto interno que existe en torno a la sucesión. De paso, también está la intención del actual presidente de blindar su salida, tal y como lo han venido haciendo los otros dos poderes del Estado.

La historia corre así. De ser aprobado el nombramiento de los nuevos magistrados, estos no irían en automático a la nueva sala de lo familiar; eso no lo decide el Congreso sino el pleno del Tribunal, quien entre sus atribuciones está el nombramiento de los integrantes y presidentes de sala.

Además, actualmente hay cuatro magistrados que no tienen adscripción a ninguna sala y se encuentran en calidad de visitadores –Roberto Dorantes, Alfonso Balderas, Eduardo Andrade y Daniel Ruiz-, quienes eventualmente tendrían mayor derecho para ocupar los espacios de la nueva sala de lo familiar.

Al interior del Tribunal, hay una corriente que no comparte la opinión de su presidente, por lo que estarían preparando una ríspida bienvenida a los nuevos magistrados, como sucedió en su momento a Ignacio González Rebolledo, quien a pesar de su prestigio y experiencia, sigue exiliado en Tuxpan.

Si los tres candidatos a magistrados logran pasar la aduana de la fortaleza de San Carlos –el propio Paco Portilla dijo este miércoles estar preparado para que el Congreso rechace su propuesta-, entonces su destino podría ser el menos esperado. Por derecho de antigüedad, los magistrados Ignacio González Rebolledo y Gladys Pérez Maldonado podrían dejar sus adscripciones en Tuxpan y Coatzacoalcos respectivamente, mismas que serían ocupados por Lizbeth Hernández y Francisco Portilla.

En el caso de Patricia Montelongo -la propuesta de Alberto Sosa para ocupar la presidencia de la nueva sala de lo familiar-, podría quedarse en el camino y pasar a formar parte del grupo de magistrados visitadores. De esta forma, si el Presidente Sosa no consigue los votos suficientes entre los presidentes de sala, los nuevos integrantes de la sala familiar podrían surgir de entre los cuatro visitadores y los dos magistrados que volverían a Xalapa.

La presidencia de la nueva sala no es asunto menor. Para la elección del nuevo Presidente del Tribunal Superior de Justicia a realizarse el 2 de diciembre, serán los ocho presidentes de sala quienes emitan su voto; en caso de un empate, se hará valer el voto de calidad del decano, pero la nueva sala –con la que sumarían nueve- representa el voto de desempate.

De estos ocho votos, el Presidente Sosa tendría asegurados en este momento sólo cuatro para dejar bien plantado a su sucesor, y de esta forma blindar su administración ante los señalamientos de sus homólogos y la eventual actuación en los procesos que se siguen a funcionarios estatales. Por ello el quinto voto, el de Patricia Montelongo, es estratégico en esta historia.

Tiempos de cambios, tiempos de ajustes.

La del estribo…

Muchas de las cosas que hoy suceden en Veracruz son consecuencia de la debilidad de sus instituciones. Es lamentable la situación que prevalece en el IVAI, donde tienen apenas dos consejeros y una Ley de Transparencia que no ha sido promulgada. Y luego porqué no nos creen..