Un grupo de ilustrados lectores de medios locales prepara senda denuncia penal en contra del género de opinión por el homicidio múltiple y doloso de sus homólogos, entre ellos, la entrevista, el reportaje, la crónica, el artículo de fondo y el periodismo de datos.
La peor crisis política que vive el estado ha generado la peor crisis de los medios de comunicación. Y no me refiero sólo a sus finanzas personales, sino también a su estructura, a sus contenidos, a sus formatos, pero sobre todo, al interés que despiertan en su audiencia. Veracruz hoy padece de un periodismo monocromático y chatarra que ha alejado a sus lectores, poniendo en serios predicamento su subsistencia.
Los periodistas han perdido la curiosidad profesional, han dejado de buscar la nota, y se han depositado en el reposet de la crítica y el halago, ciertos pero también infundados. Con honrosas excepciones, hoy todo se escribe sobre la política y sus actores, y no tendría mayor problema si esto se hiciera de manera fundamentada, no sólo con los “pelos de la burra en la mano”, sino con el semoviente completo (así se refería Pepe Miranda al dato duro y macizo).
Los medios, casi todos, han abandonado el ejercicio de una buena y controvertida entrevista; se han olvidado de escribir las sabrosas crónicas de nuestros días; justifican la pereza en la investigación con la inmediatez de la información. Y lo que es peor, poco o nada sabemos de temas de educación, de salud, de investigación científica, de pobreza, de economía, medio ambiente, de temas urbanos y cotidianos, que no sea en los entuertos en que andan metidos los funcionarios responsables.
Y la inercia ha sido brutal. Cada vez escribimos más para nosotros mismos y menos para nuestros lectores, convencidos de que la verdad nos pertenece. Muchos medios están más preocupados por su futuro comercial que por ganar la nota. La exclusiva se obtiene como una filtración y no resultado de una investigación. Por eso, cuando se lee un periódico, se visita un portal o se escucha un noticiero de radio, parece en realidad una copia calca que poco deja a la reflexión.
Atrás quedaron las tardes en que en las mesas se redacción se debatía sobre la nota de ocho; donde un reportero era reprendido por haber perdido la buena nota de su fuente y que ésta aparecía destacada en otro medio. Se dejó de aprender de las vacas sagradas, de los viejos columnistas, que salpicaban de anécdotas el cierre de edición, muchas veces frente a una cerveza y buena botana.
En cambio, hoy la nota se consigue desde la blackberry, el celular o el Ipad, a la caza de los funcionarios para intercambiar después con los compañeros la cosecha del día y poder así, cumplir con los diversos medios en los que hoy se emplean. La exclusividad ha quedado en el olvido.
A pesar de las nuevas herramientas tecnológicas y un incipiente derecho a la información, el periodismo no es mejor que antes. Los periodistas han sido arrastrados por el vértigo de la confrontación política, por lo que la opinión -la reina de los géneros periodísticos- se balancea sólo entre estar a favor o en contra, con el descrédito y la descalificación de unos hacia otros.
El futuro no es muy halagador. Cada vez hay menos lectores y cada vez hay menos que leer. Por ello, cuando en medio de este letargo de contenidos emergen investigaciones como la Casa Blanca, entrevistas con Caro Quintero o historias de víctimas de la violencia, estas se posicionan de inmediato en el interés de los ávidos y escasos lectores.
Pero al mismo tiempo, el cambio representa una gran oportunidad de trascender y componer el camino. Tal vez agradar al lector no sea tan buen negocio como agradar al poderoso o al funcionario público, pero sin duda, la recomposición de los medios de comunicación en el estado debe traer beneficios para los lectores.
Debemos rescatar el oficio. Los periodistas –que no el periodismo- se están convirtiendo justo en lo que más detestan: en el autoritarismo de la verdad.
La del estribo…
“PRI frena cambios en dirigencias estatales, por órdenes de Enrique Ochoa. Principalmente en entidades donde se perdió el pasado 5 de junio para evitar que los gobernadores salientes se apropien del Partido”. Leído ayer en El Universal. ¿Dudas?