Mucho se ha escrito sobre el abandono que hoy sufre el huésped de Casa Veracruz, ante el inminente cierre de su administración y las condiciones políticas que prevalecen tras los resultados electorales del 5 de junio pasado. El futuro es poco alentador y parece que el único que así lo entiende es el propio mandatario.

Pero en realidad, no es nada nuevo. A lo largo de estos seis años, el gobierno se construyó con muchos grupos, con muchas corrientes políticas, lo que en muchos lapsos impidió que se identificara a un gobierno verdaderamente “duartista”. Estas diferencias entre los miembros del gabinete trascendieron muchas veces a la opinión pública, poniendo en evidencia los errores y pendientes que se iban dejando en el camino.

Para nadie es un secreto que en el inicio de gobierno, la primera gran diferencia estaba entre quienes habían llegado -muchos aún se mantienen- por intervención directa del Tío, a quien informaban, saludaban, operaban en medios y compartían de beneficios; y quienes se la habían jugado con Javier todos estos años.

Ese fue el origen de todo lo que sucedería hasta estos atormentados días, de los que seguramente tendrá tiempo de evaluar cuando haya que hacerlo, con el tiempo y la distancia a su favor.

Más allá de las condiciones en que habrá de entregar la administración, de los pasajes en los que su continuidad como gobernante pendió de un hilo, de los buenos y los malos momentos, seguramente Javier –que no el Gobernador- ya debe estar reflexionando sobre lo que le dejaron estos seis años, principalmente en el desempeño de amigos y colaboradores.

Y aquí está quizá uno de los errores más importantes de este gobierno. Tal vez por su carácter personal –nadie duda que el joven Javier, ocurrente, ágil, de humor inteligente, poco tiene que ver con el Gobernador de Veracruz, irascible, impulsivo, muchas veces autoritario- nunca supo distinguir entre unos y otros, lo que le ha dejado una larga cuenta de deslealtades.

Javier hizo de sus amigos, sus más cercanos colaboradores; y a los colaboradores, siempre intentó hacerlos sus amigos. A la luz de los acontecimientos, fracasó en ambos propósitos. Se olvidó de que el poder se ejerce, no se comparte… y en premio a la amistad, dejó suelta la granja.

Sus amigos se aprovecharon de la bondad y los beneficios del poder; actuaron por cuenta propia en muchas decisiones, confabularon para golpear y marginar a otras corrientes, y de lo que hoy dan cuenta autoridades, se enriquecieron de forma incalculable, dejando el estado en una crisis sin precedente.

Los colaboradores, en cambio, guardaron distancia. Aprovecharon la oportunidad y se desempeñaron con discreción y eficacia en medio de un ambiente complejo y confuso; donde las fuentes del poder político emergían de lugares insospechados. Algunos traicionaron, otro no. La fuerza del círculo íntimo los inhibió, aún cuando Javier les concedía su consideración.

Y dirán que así es la política, pero no. Hasta ahora, los Gobernadores habían entendido muy bien la diferencia entre unos y otros. A los amigos se les ha tenido cerca, pero a buen resguardo, a veces incluso sin cargo público, pero siempre comprometidos con un proyecto; y a los colaboradores, en la sana distancia, concediendo confianza pero no libertades. Para ambos, la regla de oro era el orden.

Incluso el Presidente Peña ha tenido que lanzar a la hoguera a queridísimos amigos y muy capaces colaboradores –Korenfeld de Conagua y Benítez Treviño en Profeco, por ejemplo- para salvarguardar la figura presidencial. Acá nunca hubo sacrificio, sólo complacencia.

En estos días aciagos, bien valdría la pena echar una hojeada al Primer día, de Luis Spota.

La del estribo…

Basificación. Traicionan la estrategia del jefe y buscan los últimos pesos en el año de Hidalgo. Sin normatividad, las plazas empiezan a darse a familiares y amigos; las que sobren, entrarán a la puja de las unidades administrativas. En algunos casos, ya se ofrecen en 100 mil. Los empleados, tan golpeados en esta administración, se niegan a pagar ante la posibilidad de perder su dinero, la plaza y el empleo. Prefieren el plan B: buscar al electo para poner a su disposición toda la información posible, por eso las últimas filtraciones.