El maestro Jorge Martínez Zapata es la piedra toral del jazz potosino y una figura destacada del jazz nacional. En los años 60, cuando movimiento jazzístico de nuestro país daba, titubeante, sus primeros pasos, no se pensaba en la posibilidad de integrar nuestra música tradicional al lenguaje sincopado, él fue pionero en este terreno tan explorado en la actualidad con un proyecto que llamó Música Integral.
Su hijo Samuel Martínez Herrera, también pianista, heredó la pasión por la música, por el jazz y ha continuado con la exploración y la explotación de las posibilidades jazzísticas del repertorio popular desde su actual proyecto, Huazzteco.
En presentación del tercer disco del grupo, Yankuilistli, Justo Almario, quien fue discípulo del maestro Jorge, anota:
«(…) en el año de 1969 participé en un concierto como flautista, donde el maestro Martínez Zapata arregló y fusionó por primera vez el folclore mexicano con improvisaciones de jazz.
«Hoy tengo la dicha de atestiguar que su hijo, Samuel, basa su propio vocabulario musical en esas fusiones, transportándolas con mucha sensibilidad y corazón al siglo XXI».
Samuel estuvo en el pasado Xalapa Jazz Festival y, bajo los influjos del aromático café coatepecano, me habló de la vida del maestro, de la suya y del desarrollo del género en su natal San Luis Potosí.

Donde el águila paró / y su estampa dibujó

Yo nací en San Luis Potosí el 25 julio del 78, tengo 37 años y fui cubierto (sin decidirlo, evidentemente) por una cantidad de música yo creo que desde que estaba en el vientre de mi mamá. Mi papá fue una persona que vivió para la música de principio a fin y que todo lo que hacía era en función de la música entonces, en la casa, siempre que llegaba uno había música sonando, y música de todo tipo porque mi padre era una persona que escuchaba buena música, él decía solo hay buena y mala música.
En la familia éramos cuatro: mi padre, mi madre que vive y está muy bien, mi hermano Jorge Luis que es guitarrista, toca flamenco, también toca un poco de jazz y algunos instrumentos de la tradición, y yo.

Con tranvía y vino tinto…

Mi padre nació en el 36. Pienso que las generaciones de los años 30, 40 y 50 fueron muy afortunadas porque fueron educadas de una forma muy distinta a las de ahora y tenían una serie de cosas que ya no tenemos en estos tiempos y es muy triste, por un lado, por otro lado es normal porque las épocas y las generaciones van cambiando pero sí se me hace muy interesante que personas de la generación de mi papá conocen gran cantidad de canciones, de temas, de escritores, de pintores, son personas muy cultas porque vieron a grandes artistas, grandes espectáculos, leyeron grandes libros.
Aunque siempre ha habido mala música, creo que en los años 50, 60 uno prendía el radio o la televisión y no encontraba mala música, por supuesto que había pero yo creo que era más lo bien hecho que lo mal hecho y eso nos transmitió el maestro Jorge de una manera muy empírica, sin decirnos tienes que escuchar esto y hacer esto y aquello, no, él siempre nos dejó, a mi hermano y a mí, que escucháramos lo que quisiéramos.

Melody Time

Yo me acuerdo haber escuchado siempre buena música, no porque yo lo supiera sino porque era la que había. Ese fue mi inicio, luego, como a los cuatro años mi padre me subía al piano y nos poníamos a jugar literalmente pero yo repetía las cosas que él me decía que hiciera.

Jorge Martínez Zapata y Samuel Martínez Herrera (Foto tomada de la cuenta de Facebook de Samuel)
Jorge Martínez Zapata y Samuel Martínez Herrera (Foto tomada de la cuenta de Facebook de Samuel)

Él siempre se rehusó a dar clases a niños pero evidentemente conmigo la situación era otra. Recuerdo que me empezó a enseñar melodías, yo lo tomaba como un juego, me gustaba y como lo veía tocar todo el tiempo, pues me gustaba más entonces la relación con él fue muy fuerte, muy cercana, muy divertida. Mi hermano también empezó a tocar el piano un poco.
Cuando entré a la primaria, teníamos un maestro que se llamaba Abraham Cervantes, era músico y compositor muy connotado, y era el maestro de la primaria, fíjate. Nos daba coro y nos ponía a cantar el Himno Nacional y cosas así, yo creo que nadie de nosotros sabía la importancia de ese maestro. Era amigo de mi papá entonces sabía que yo tocaba y en los concursos de oratoria y de poesía, mientras el jurado deliberaba, me decía toca algo y empecé a tocar temas que me aprendía de mi papá que eran, curiosamente, de jazz. No tocaba una sonatina clásica, un preludio pequeño de Bach o cosas así sino que empezaba a tocar, por ejemplo, un tema de Clare Fischer que se llama Morning y cosas muy sencillitas que me ponía mi papá. Me ponía la melodía y me ponía a tocar una improvisación en una escala pentatónica, yo ni sabía qué era eso pero trataba de imitar. Luego tocaba otro tema que me encantaba, y que poco se toca dentro del repertorio brasileño, que se llama Canto de Ossanha, de Baden Powell, gran guitarrista, y temas así que recuerdo muy bien.
Me acuerdo que como a los seis años me empezó a enseñar el Zumbido de la abeja, de Rimsky-Korsakov pero en un arreglo que es en boogie-woogie, es una versión que sale en una película de Walt Disney, donde sale el Pato Donald y todo mundo, que se llama Ritmo y melodía [Melody Time]. Se llama Flight of the Bumble Boogie, Yo veía que lo tocaba y me daba mucha risa escucharlo, me empezó a enseñar cómo era la melodía, la fui sacando y me acuerdo haberlo tocado en la primaria, en algún año, no sé si fue en tercero o cuarto.

Learning to Fly

Luego, en la secundaria vino la etapa esta difícil para todos, la de la adolescencia y me empezó a gustar mucho el rock porque mi hermano siempre fue rebelde y rockero, nos metimos al rock pero a mi papá pues no, para nada. Él batallaba un poquito con mi hermano pero él también era para mí una forma de aprendizaje y mi papá vio que me empezaba a gustar lo que él oía. Digamos que mi hermano me enseñó, también, el mejor rock que había: Aero Smith, Led Zeppelin, Pink Floyd, Depeche Mode, Tears for Fears, Queen, Sting, The Cure, todo eso que se oía por allá y que era bueno en los 70, 80, y que ya tampoco se hace. Luego empezó a gustarme el rock en español, sobre todo Caifanes pero también El Tri y otros, total que iba yo a algunos conciertos de rock, mi papá veía que me gustaba pero de alguna manera yo le hacía mucho caso a él.

El otro swing

Además, teníamos una relación muy fuerte porque él era amante del béisbol y un día, cuando yo tenía siete años, me dijo:
-Voy a ir al béisbol porque acaban de poner la Liga Mexicana otra vez en San Luis y están Los Tuneros, ¿quieres ir?
Yo ni sabía pero fui y me sacó dormido del estadio, esa anécdota la contaba mucho él. Al siguiente día le digo:
-Oye, llévame
-No, te quedas dormido
-No, llévame
Y de ahí fue un click tremendo porque íbamos a todos los partidos, compraba bonos para toda la temporada. Me aprendí las reglas del béisbol, que es una maravilla de deporte, y aprendí a hacer los Box Score, a escribir el partido con símbolos y todo el rollo. Un día hasta fui bat boy del equipo, en una promoción que se hizo.
Entonces, en ese sentido éramos muy unidos, sí, estaba la música pero primero el béisbol, fue muy fuerte eso.

Jazz Time

Mi papá, como te decía, ponía la música y, al que le gustaba, la oía pero no era de que me sentara a fuerza a escuchar algo, jamás, es algo que le agradezco mucho. Alberto Gutiérrez, un cuate que tiene un programa de radio en San Luis Potosí que se llama Tiempo de Jazz, en Radio Universidad (tiene 23 años haciendo ese programa sin cobrar un quinto, por pasión), era un melómano, compraba discos y discos, conoció a mi papá en el 93 y empezaron a hacer reuniones con otros melómanos en casa, se reunían a escuchar música cada viernes. Era una maravilla porque nada de que Spotify, YouTube, nada de nada, eran discos. Cada quien llegaba con una montaña como de 20 cd’s, empezaban a las ocho de la noche y se iban a las seis de la mañana, era de echarse un ron, un tequila y oír disco tras disco, mi papá hablaba de los discos y todo mundo aprendía.
Yo no estaba en las reuniones al principio pero me daba cuenta, yo estaba bien clavado en todo lo del rock pero me acuerdo que un día llegó este hombre con el primer disco de Michel Camilo, se llama así, Michel Camilo, en el que viene Suite Sandrine, Caribe y Blue Bossa a dueto con Mongo Santamaría. Uno entra al jazz o a cualquier música por ciertos artistas y aunque algunas personas les da pena decirlo, a mí no [risas] porque realmente hay muchos jazzistas que demeritan el trabajo de Michel Camilo pero yo digo que es un músico con una técnica increíble en el piano, sus composiciones son tremendas y a lo mejor podría ser un poco debatible pero es su estilo, su forma de improvisación es muy frenética siempre, digamos pero, bueno, hay a quién le gusta y a quién no. El caso es que Caribe es un tema que me prendía, yo decía ¿pero qué es esto? Cuando oí ese disco quedé prendidísimo, se lo pedí y lo grabé.
Yo tenía casetes de rock pero de repente mi papá me compartía música y empecé mi colección de jazz, esto es algo paradójico porque aunque quise irme hacia el rock, realmente tenía toda la vida escuchando jazz, no solamente oyendo discos sino a mi papá tocando el piano todo el día, porque él estaba pegado al piano siempre entonces, sin lugar a dudas, mi primera influencia fue mi papá pero es interesante que tuvo que venir un disco que me despertara y me explotara como para decir yo quiero tocar eso aunque, intermitentemente, me sentaba al piano y tocaba las piezas que me había enseñado mi papá, intentaba cosas mías pero nada serio.
Para esto yo ya estaba en la prepa, me gustan mucho las matemáticas y quería ser físico, matemático, ingeniero o algo así, inclusive metí papeles en la universidad para Físico-Matemáticas pero en quinto de prepa empecé a escuchar más jazz y empecé a estudiar con mi papá ya formalmente porque me había enseñado un poquito de ritmo y las notas cuando estaba chiquito pero la verdad es que nunca le di seguimiento, me ponía a jugar con las manos marcando ritmos y cosas así pero nunca me clavé en eso.
Yo decía es que sí quiero estudiar física, me gustaba mucho ese rollo. Total que empecé a estudiar música y empecé a tener compañeros que también empezaban a tocar, me empecé a sentir muy bien con eso y entonces dejé los trámites hechos de la universidad y no fui a hacer el examen de admisión, dije ¿sabes qué?, vamos a darle a la música, vamos a probar un año y si en un año no me siento cómodo y quiero seguir estudiando, pues me lanzo.

First Sound

Empecé a estudiar música y empecé a tocar con mis compañeros. Primero tuve un grupo que se llamaba Sonido, estaban mi hermano Jorge Luis en la guitarra, un chavo que se llama Manolo Cossío en la batería, y en el bajo estaba Paco López. Ese fue el primer grupo de jazz, tocábamos las rolas que tocaba mi papá. Eran chavos que estaban más en el rock y en el hueso pero eran muy buenos músicos, empezamos a tocar juntos y fue muy padre porque era la primera vez que yo tocaba jazz, realmente, con un grupo.
Bueno, la segunda porque en el 89, cuando yo tenía 11 años, mi papá cumplió 25 años de maestro y le hicieron un homenaje en el Teatro de la Paz. Se hizo un concierto con su propuesta de música mexicana, con coros, grupo, jarana, todo el rollo y me invitó a tocar un tema con sus músicos entonces yo toqué ese Canto de Ossanha, de Baden Powell, con Arturo Cipriano en la flauta, en el bajo José López y Jorge Acosta en la batería, José y Jorge fallecieron hace poco. Esa fue la primera vez que toqué jazz pero era otro rollo. El grupo Sonido duró poquito, como un año, tocamos en una feria y en cosas pequeñas pero fue padre.

Polirritmia

Luego hice un trío que se llamaba Polirritmia, con dos amigas, Karina Colis, excelente baterista que se fue a estudiar a Berklee y ahora está en Nueva York, y la bajista Verónica Medellín, ella también estuvo en Nueva York, acaba de regresar, no fue muy ferviente al jazz, le gustaba más el groove, el funk y se enamoró del guitarrón y lo tocó con un mariachi de mujeres allá en Nueva York. Esa fue una experiencia padre, duramos como dos años tocando con este grupo, luego se añadió Manolo Cossío en la percusión y entonces éramos cuarteto.

SEGUNDA PARTE: Sueño de albor y jazz

TERCERA PARTE: All for all



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