Pues, no, finalmente no hubo conflicto postelectoral, no se incendió Veracruz con protestas contra el triunfo de quien hubiera obtenido la mayoría en las urnas, ni se tomaron las oficinas del OPLE, ni se llenaron de manifiestos incendiarios las planas de los diarios, los espacios de los portales en internet o los noticieros de radio y televisión… No, pero ¡cómo ha resultado de intensa la post campaña y la pre toma de posesión!, si me perdona el uso de tales prefijos.

Miguel Ángel Yunes Linares, candidato ganador y gobernador electo desde la semana que le siguió al domingo 5 de junio, no ha terminado su campaña. No ha habido día en que no aparezca en los medios y, si se me permite, no ha dejado de marcar la agenda de todos los partidos políticos y del gobierno de Javier Duarte de Ochoa, al que tiene en la mira desde hace años.

A quien un colega ya le endilga el mote de ‘Góber ansioso’, hoy volvió al Congreso local a reiterar su petición a los diputados locales de que no aprueben el paquete de impunidad con que quiere blindarse el gobernador Javier Duarte de Ochoa. Ambos personajes están en plena batalla campal. De nueva cuenta, no se sabe si por sus oficios, este martes no se volvió a hablar en la sesión cameral del nombramiento del fiscal anticorrupción a modo que está buscando Duarte.

Tampoco del nombramiento de Gabriel Deantes Ramos como comisionado del Instituto Veracruzano de Acceso a la Información (IVAI), en lo que parecía un fácil enroque con Fernando Aguilera de Hombre, quien pasó de comisionado del IVAI a Secretario del Trabajo, un puesto al que hace un mes renunció el tamaulipeco para, según se dijo, “una nueva responsabilidad pública que será anunciada en los próximos días”.

Tampoco se analizaron las iniciativas que permitirían poner en bancarrota a la próxima administración estatal, con la basificación de 24 mil trabajadores, lo que significaría una erogación de 1 mil 570 millones de pesos anuales, además del tema estrictamente político para que el próximo gobernador trabaje con toda la ineficiente estructura burocrática de la que se ha valido Javier Duarte; ni la creación de una sala “anticorrupción” del Tribunal Superior de Justicia, que representaría un gasto anual de 20 millones y ningún provecho en el tema.

¿Es inapropiado que un gobernador que no ha entrado en funciones esté tan movido como Miguel Ángel Yunes Linares? Pues solamente que no estuviera cuerdo esperaría tranquilamente, festejando su triunfo, mientras el gobernador saliente le quiere meter 12 goles gracias a igual número de iniciativas legislativas, con las que –de aprobarse–  le inutilizaría no solo para su propósito de meter a la cárcel a quienes hubiesen metido con enjundia las manos al cajón, incluidos los dos últimos gobernadores, sino para hacer maldita la cosa.

Con la iniciativa de otorgar base incluso a funcionarios de medio pelo, no podría Yunes Linares cumplir con su promesa de campaña de generar miles de empleos en la estructura gubernamental, con el despido de burócratas y aviadores identificados con el priismo y, en sus lugares, colocar a quienes pueden llevar a buen puerto todas las iniciativas de gobierno y de políticas públicas que ya trae entre manos.

¿Por qué no se ha incendiado Veracruz?

La situación que vive Veracruz no se le desea ni al más atrasado estado del sureste del país. Ver de lejos a Oaxaca, Chiapas o Guerrero, asolados por la violencia y los conflictos sociales, es una verdadera balandronada. Veracruz vive circunstancias exasperantes en pobreza, violencia generalizada e ingobernabilidad que solo la paciencia de un pueblo esperanzado con el cambio por la vía electoral no ha tornado en guerra civil. Pero las condiciones existen.

No hay sector que no haya sido agraviado y afectado por un gobierno ineficiente y autoritario como el nuestro; pobres y ricos por igual están profundamente lastimados y sin posibilidad de redimirse en el mediano plazo; la economía bucea en lo más hondo de las tablas nacionales de crecimiento del PIB estatal; la infraestructura de comunicaciones está destrozada y en los últimos 12 años no experimentó el más mínimo crecimiento; las afectaciones de la población por fenómenos meteorológicos no fueron paliadas con recursos federales, que invariablemente se fueron al bolsillo de los funcionarios.

Y en medio de todo ello, a los diputados locales del PRI y sus aliados no se les cae la cara de vergüenza por el daño que están por infringir a un estado expoliado y engañado como Veracruz. No se sabe si la indicación federal es en el sentido de parar el aquelarre legislativo con que se busca proteger al que se va e impedir que redima a la entidad el que está por llegar.

Para colmo, el excandidato independiente Juan Bueno Torio acude a presentar al Congreso local una iniciativa de reforma electoral para dar mayores oportunidades a los candidatos independientes y, al mismo tiempo, critica al gobernador electo de mantener una intensa agenda política para detener el daño que ya se perfila con el apoyo de los diputados.

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