En la sucesión municipal de 1997, cuando todavía como priista Miguel Ángel Yunes Linares protagonizó la primera debacle electoral del PRI desde la presidencia del Comité Directivo Estatal del partido tricolor –esa vez perdieron 106 de los 203 ayuntamientos veracruzanos existentes en ese entonces–, el ahora virtual gobernador electo renunció de inmediato a la dirigencia del Revolucionario Institucional asumiendo personalmente el costo político de la derrota.
Por el momento se ignora si Amadeo Flores Espinosa está considerando dimitir como presidente del CDE del PRI, pues a diferencia de Yunes Linares que hace 19 años contó con abundantes recursos millonarios para su estructura electoral e impuso a casi todos los candidatos a las alcaldías, en esta ocasión el priista de Cotaxtla recibió financiamiento a cuentagotas y prácticamente ni él ni Héctor Yunes Landa, pese a ser el candidato a la gubernatura, decidieron la postulación de los aspirantes a la diputación local, los cuales, en su mayor parte, fueron perfilados desde la Casa Veracruz.
En caso de que Flores Espinosa decidiera tirar el arpa, ¿quién reuniría el perfil idóneo para liderar al PRI en este nuevo escenario adverso en que por primera vez el partido tricolor será oposición en la entidad y ya no contará con el subsidio discrecional ni con el apoyo de la estructura gubernamental como tradicionalmente se venía haciendo?
La dirigencia nacional del PRI, que aún encabeza el sonorense Manlio Fabio Beltrones, debe analizar y resolver pronto el caso Veracruz, ya que a diferencia de los otros seis estados ganados por el PAN y PRD, en esta entidad arrancará formalmente a finales del presente año el proceso electoral para los comicios municipales de 2017, en los que el Revolucionario Institucional –ya sin el poder de la gubernatura– estaría obligado a retener los principales municipios donde actualmente gobierna, como Xalapa, los puertos de Veracruz, Coatzacoalcos y Tuxpan, además de los de Orizaba, Minatitlán y Poza Rica, en los cuales acaba de ser arrasado por la oposición.
Por su militancia de aproximadamente 30 años en el PRI –partido al que renunció en la sucesión estatal de 2004, en protesta por la candidatura de Fidel Herrera Beltrán, su más odiado enemigo político–, Miguel Ángel Yunes conoce a la perfección cómo funciona y se sostiene la maquinaria tricolor, por lo que una vez que asuma la jefatura del Poder Ejecutivo seguramente va a desmantelar toda la estructura partidista subvencionada desde las nóminas de las dependencias del gobierno estatal.
Sectores priistas como la Liga de Comunidades Agrarias de la CNC, la Federación Estatal de Organizaciones Populares de la CNOP o el Movimiento Territorial difícilmente van a seguir recibiendo apoyos corporativos para sus afiliados, como concesiones de transporte público, financiamientos millonarios de proyectos productivos, cientos de toneladas de semillas y de cemento, decenas de millares de láminas de zinc, miles de despensas, jornadas gratuitas de las caravanas del sector salud, etcétera, etcétera, etcétera.
El único reducto presupuestal que le quedaría al PRI en Veracruz sería el del Gobierno de la República, por lo que no se descarta que en breve pudieran realizarse movimientos en algunas de las delegaciones federales en la entidad. Y es que de darse estos cambios tendrían que ejecutarse antes del relevo en el gobierno estatal, ya que a partir de diciembre la Federación tendría que correrle la cortesía a Yunes Linares de avalar como gobernador tales nombramientos.
Este lunes al mediodía, el ex candidato priista a la gubernatura, Héctor Yunes, tras reconocer que las tendencias electorales no le favorecían, expresó ante los medios de comunicación que a partir de ahora el PRI debía asumir en Veracruz un papel de oposición firme, responsable e inteligente. Pero la pregunta es quién puede liderar en este nuevo escenario adverso al partido tricolor, cuya militancia sigue en estado de shock por la debacle electoral del domingo pasado, en la que perdieron la gubernatura y la mayoría de las diputaciones locales.
¿El senador Pepe Yunes Zorrilla asumiría este reto a sabiendas del riesgo de descarrilar sus aspiraciones por la gubernatura de 2018? ¿El gobernador Javier Duarte y su grupo se volverán a apoderar del CDE del PRI? Se duda, pues aparte de que ya van de salida, uno de los principales factores del tsunami electoral que rompió la hegemonía de 87 años del partido tricolor en Veracruz fue precisamente el descrédito y repudio popular contra la actual administración priista, aunque la diputada Octavia Ortega Arteaga, presidenta de la Mesa Directiva de la LXIII Legislatura, se atrevió a asegurar este martes que no hubo “voto de castigo” sino que faltó trabajo en los distritos y operación política.
Pero, en contraparte, el diputado Ricardo Ahued sostuvo que la derrota del PRI obedeció a que se le olvidó su función de servidor público y se dedicó a engañar a los ciudadanos, misma razón que el lunes dio Héctor Yunes al afirmar que “no hay forma de malinterpretar el mensaje en las urnas del día de ayer”, que “Veracruz está cansado de su postración, del abuso, del engaño” y que se “debe cerrar una etapa de oscuridad y de rezago, de retraso y de inmoralidad. (…) Los sufragios emitidos en la jornada de ayer deben ser interpretados con gran mesura, existe una sociedad agraviada que se manifestó contra una forma de hacer política que se ha agotado”. ¿Quién, pues, debe ser el nuevo líder que sin el aparato gubernamental saque de la terapia intensiva al priismo veracruzano?