Si en el ámbito nacional, la jornada del domingo 5 fue para el Partido Revolucionario Institucional una catástrofe –sólo 5 triunfos en 12 gubernaturas en disputa–, en Veracruz fue una calamidad porque el nivel de votación alcanzado por el tricolor le ubica no sólo como la segunda fuerza electoral de la entidad, sino también como el gran perdedor de la contienda.

El PRI perdió la gubernatura al igual que la mayoría en la Legislatura del Estado. De igual manera, con el resultado adverso, el gobernador Javier Duarte también perdió la tranquilidad porque el ganador del proceso, Miguel Ángel Yunes, próximo sucesor en el cargo, llegará al poder ejecutivo con el ánimo de cobrar las afrentas y agravios acumulados durante más de cinco años.

La campaña negra contra Yunes Linares no fue suficiente para bajarlo en las preferencias al grado de hacerle perder la elección; de hecho, pudo más el rechazo al partido en el gobierno que todo lo que se manejó en los medios de comunicación, redes sociales incluidas, contra el abanderado de la alianza “Para Rescatar Veracruz”.

A estas alturas, hay quien habla de errores en la estrategia de Héctor Yunes Landa; sin embargo, el verdadero punto débil de la campaña priista no se relaciona con la eficiencia de los mensajes, ni con la agenda y la campaña de aire, sino con la operación política y, sobre todo, con el pesado lastre que significó el gobierno estatal para el PRI.

En ese contexto, los veracruzanos que sufragaron por Acción Nacional o por el Movimiento de Regeneración Nacional, no sólo votaron por esas opciones porque estaban convencidos de las propuestas de sus candidatos; lo hicieron como una forma de decir “ya basta”. El voto en contra del PRI fue una forma de manifestar el rechazo a un gobierno que ha sido señalado como responsable de tener a la entidad entre el desempleo, la violencia y la inseguridad, entre la violencia y los insultantes niveles de pobreza.

Hoy, Veracruz tiene al 58 por ciento de su población, algo así como cuatro millones 634 mil habitantes, en condición de pobreza; es una de las entidades con mayor incidencia en delitos como el secuestro; la generación de empleos es muy lenta y, de hecho, se han reportado enormes problemas de desocupación en zonas como Poza Rica o Coatzacoalcos; todos esos puntos, por supuesto, aunado a la percepción generalizada sobre un gobierno ineficiente, en que prevalecían la corrupción y la impunidad,  fueron factores que determinaron el sentido del voto.

De alguna manera, al emitir su mensaje en que reconoce los resultados adversos, Yunes Landa también se refirió, indirectamente, a esa lista de agravios; “Veracruz –dijo– debe cerrar una etapa de oscuridad y de rezago, de retraso y de inmoralidad…”

Los protagonistas de la contienda

Miguel Ángel Yunes ganó la partida; gobernará Veracruz hasta 2018 y pasará a la historia como el candidato que derrotó al PRI por primera vez en una elección para gobernador del estado; esperemos que se desempeñe a la altura de las expectativas. El candidato del Movimiento de Regeneración Nacional, Cuitláhuac García Jiménez, tuvo un papel más que decoroso: su partido pasó del 12.07 a más del 26 por ciento; y aunque no ganó, posicionó a Morena como la más importante fuerza política de izquierda en la entidad. Héctor Yunes perdió la contienda y lo reconoció desde el mediodía de este lunes; lo más probable es que regrese al Senado de la República. Sin embargo, el gran perdedor de este proceso, curiosamente, no participó como candidato; es el gobernador Javier Duarte, a quien le esperan días de intranquilidad y desasosiego y noches de insomnio, por la amenaza de un sucesor que llegará para ajustar cuentas.

Actores de reparto

La estrategia de fraccionar el voto opositor, a partir de las renuncias de panistas que pretendían desgastar al candidato blanquiazul, no dio el resultado que esperaba el partido en el gobierno estatal.

El independiente Juan Bueno Torio y los candidatos de los partidos del Trabajo y Encuentro Social, Alba Leonila Méndez Herrera y Víctor Alejandro Vázquez Cuevas, representaron muy poco. De hecho, ninguno de ellos llegó al dos por ciento de la votación.

De pena ajena resultaron tanto los papeles desempeñados como los resultados de Bueno, Alba y “Pipo”.

El PT, en las elecciones federales de 2015, superó el 3 por ciento de los votos en Veracruz; un año después, con Méndez Herrera y en una contienda local, no llegó siquiera al dos por ciento; ello podría deberse a que la única mujer en la contienda es un producto político regional sin alcances estatales.

Encuentro Social llegó en 2015 a 2.25 por ciento de los votos; en las estatales del presente año, el porcentaje de “Pipo” Vázquez resultó aún más insignificante porque ni siquiera superó el 1.5.

En esa lista de comparsas no se puede incluir a Armando Méndez de la Luz, del Movimiento Ciudadano, porque la postulación del ex alcalde de Xalapa no obedeció a los mismos motivos de los otros tres contendientes. @luisromero85