—El triunfo y la derrota son unos advenedizos, decía Rudyard Kipling, en una cita que le gustaba mucho recordar a don Fernando Gutiérrez Barrios, un político mexicano que tuvo su esplendor en la segunda mitad del siglo XX, pues fue Gobernador de Veracruz y Secretario de Gobernación…
El Gurú se deja sorprender por sí mismo, termina de detener el flujo de su conciencia, reconoce y corrige:
—Pero me estoy desviando del tema original, que es el triunfo y la derrota. Y cuando Kipling -que fue el primer Premio Nobel británico y el más joven que lo haya recibido a sus 42 años- se refiere a ese término, está pensando en que tanto la victoria como el fracaso semejan a una persona “llegada a un lugar, una posición o una actividad con pretensiones desmedidas”.
Estamos caminando por el bello Paseo de los Lagos de Xalapa, que tantos recuerdos de infancia y juventud nos traen, y la verdad es que el verdor y las aguas mansas invitan al pensamiento profundo, al desarrollo de las ideas esbozadas en plan de ocurrencia.
—Así que mi querido discípulo, no hay triunfos ni derrotas absolutas. Cuando ganas, no ganas todo; cuando pierdes, nunca pierdes del todo. Por eso, personajes como el hombre y la mujer buenos, el y la estadista, el filósofo y la filósofa, y el poeta y la poetisa -por nombrar algunas cúspides de la humanidad-, deben ser sencillos en la victoria y animosos en el fracaso. (¿Te das cuenta qué de bolas nos hacemos con eso de la equidad de sexo? ¿Cuando una regla gramatical ha sido politizada por las feministas y tenemos que nombrar a hombres y mujeres para que no sienta una parte de éstas?… bueno, otra vez me estoy saliendo del tema y regreso).
Hemos llegado al final del Paseo. Contemplamos la belleza del mural del maestro grabador Alberto Beltrán, arrumbado injustamente en un rincón de Los Lagos por el gobernador Agustín Acosta Lagunes y olvidado ahí en toda la extensión de su arte. Vemos, a contrario sensu, el horrendo puente con un más horrendo adefesio que hizo y le puso de adorno la alcaldesa Elízabeth Morales, de no grato recuerdo. Damos la vuelta y seguimos la caminata, mientras el maestro termina su perorata de este día:
—Culmino con lo que se refiere al estadista, porque éstos son momentos de triunfo y fracaso para quienes participaron en la pasada elección en Veracruz, que tuvo como su parte mejor la participación de la ciudadanía en un porcentaje mayor a la mitad. Y digo: el estadista debe ser magnánimo en la victoria y mostrar su fortaleza cuando el resultado le ha sido adverso. Nadie ha ganado todo y nadie ha perdido por completo. La historia de los pueblos continúa indetenible después de las elecciones. A nuestro estado y a nuestra gente le queda por delante una labor que tendrá que ser titánica, heroica, histórica, porque se trata de colocar a Veracruz en la vanguardia del país, en la fila de los mejores indicadores. Somos un gran pueblo y uno de los más importantes del país, y tenemos que hacer valer nuestra historia, nuestra cultura, nuestro talento y vuestra creatividad.
Se detuvo el pensador, miró hacia el horizonte y me dijo sin dirigirse a mí sino a todos:
—Y para eso se necesita un estadista…
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