Miguel Ángel Yunes se sigue equivocando.

No entiende que Javier Duarte no es candidato, sino Gobernador. Su problema es que, por más que ha buscado (¡y vaya que ha buscado!) nada ha encontrado para cuestionar a su primo hermano, Héctor Yunes Landa, quien hoy encabeza las encuestas rumbo a la gubernatura de Veracruz.

Falla, pues, al lanzar los dardos al blanco equivocado.

Este martes el portal de noticias «Animal Político» publicó la primera de tres partes de un reportaje sobre presuntas irregularidades en los manejos financieros del Gobierno de Veracruz.

El trabajo periodístico sugiere que funcionarios de alto nivel de la actual administración estatal se habrían apropiado de al menos 645 millones de pesos entre 2012 y 2013, mediante la creación de empresas fantasma, a las que se les habrían asignado contratos sin concurso previo y de las que no hay forma de confirmar si cumplieron con la entrega de los productos o de los trabajos acordados.

Involucran en estas presuntas operaciones ficticias a servidores públicos de la Secretaría de Finanzas, del DIF Estatal, de la Secretaría de Educación, de la de Desarrollo Social y de la de Protección Civil.

Según «Animal Político», funcionarios estatales consiguieron firmas de promotores del voto del PRI, sin informarles para qué las querían, y las usaron para crear nuevas empresas. A esas compañías se les asignó un domicilio fiscal falso, que ninguna autoridad revisó.

El reportaje menciona que una vez creadas, las empresas se registraron como proveedoras del gobierno. Los mismos funcionarios se aseguraron de que se les otorgaran contratos a esas empresas, vía adjudicaciones directas o licitaciones cerradas. En estos contratos se fingía la compra de productos, que debían distribuirse en zonas populares, pero que nunca llegaban. Después de obtener el dinero, la empresa cerraba.

El Gobierno de Veracruz de inmediato salió a desmentir tal versión. El coordinador de Comunicación Social, Alberto Silva Ramos, envió una carta al medio de comunicación para aclararle que todas las empresas con las que trabaja el Gobierno del Estado se tienen que registrar en un padrón de proveedores y contratistas, y para obtener el alta en el Padrón se requiere acta constitutiva, alta en Hacienda (RFC), comprobante de domicilio de la empresa, estados financieros auditados del ejercicio inmediato anterior, y currículum vitae, entre otros documentos.

Se aclara en la misiva que todos los contratos se licitan conforme a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Adquisiciones del Sector Público. Que las empresas mencionadas en ese reportaje siguen activas, declaran impuestos y en el momento de su contratación contaban con la documentación necesaria para participar en una licitación estatal.

Especifica que los servicios prestados por esas empresas cumplieron con las metas del contrato y el Gobierno pagó de manera puntual. Que los bienes, productos y servicios contratados fueron aplicados y existe soporte documental y fotográfico.

Advierte que cada empresa tiene una cuenta por liquidar, que está cargada en el Sistema Integral de Administración Financiera del Estado de Veracruz y debe cumplir con requisitos como un contrato, una fianza y un proceso licitatorio.

Y algo muy importante: Todas las empresas pasan por comités integrados por la iniciativa privada y el sector público.

Concluye la carta del gobierno estatal que «la tesis del trabajo periodístico en el sentido de que existen empresas que recibieron recursos públicos sin cumplir con el servicio o servicios correspondientes, es absolutamente falsa».

Más tarde, el propio portal «Animal Político» admitió que en su reportaje no se afirmó que el Gobierno del Estado no haya pagado los contratos, o que el proveedor no haya entregado al gobierno lo contratado, sino que los beneficiarios para quienes iban dirigidos no los recibieron o no se entregó una constancia de ello.

Al final, no se trata más que de otro tiro al aire, en busca de que alguien, en tiempos electorales, se enrede con esas historias.

De esto seguiremos viendo en los próximos días. El tamaño de las infamias será comparable a las dimensiones del miedo a la derrota.

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