Todos los veracruzanos, sin excepción de edad, sexo, preferencia, religión, filosofía, gustos gastronómicos, adicciones o falta de ellas, locuras o madureces… todos, todos, somos víctimas o receptores (según) de los mensajes más o menos buenos, más o menos convincentes, que los candidatos a Gobernador (desde el 3 de abril) y a diputados locales (desde el 3 de mayo) lanzan a las ondas hertzianas, multiplican en los televisores, suben a las redes, ponen en los espectaculares, publican en los medios impresos, dicen en los micrófonos y/o platican en las visitas domiciliarias.

Igual somos la carne de cañón de las guerras de lodo, de las filtraciones sucias, de los malos modos de personas que piensan que las elecciones son una batalla sin cuartel, y que se ganan con bombazos noticiosos, con infundios, con infamias, no con propuestas, con programas, con el convencimiento a través de la razón.

En medio de toda esta algazara, de esta estática que no nos deja oír con claridad los mensajes verdaderos, los ciudadanos debemos aguzar el oído para saber por quién votar, partiendo de lo que dicen sus palabras.

Si es que las alcanzamos a discernir, podríamos saber que Alba Leonila (primero las damas) se presenta como una mujer valiente, con experiencia, dado que fue alcaldesa, diputada local y federal, y funcionaria del Gobierno de la República… no lo hizo nada mal en todos esos puestos.

También, en medio del fuego amigo y enemigo, cabe la posibilidad de que nos hagamos a un lado de la guerra sucia y nos enteremos que Armando Méndez de la Luz trae propuestas inteligentes, como es él, y promete ser un gobernante eficaz como lo fue cuando se desempeñó como presidente municipal de Xalapa, bien recordado por sus coterráneos… no como otras.

Y Miguel Ángel Yunes Linares -el José Clemente Orozco de los candidatos- con voz tronante acusa y afirma que en seis meses hará imperar la seguridad en Veracruz, además de meter a la cárcel a los funcionarios que hayan robado en la presente y en la pasada administración sexenal.

Pipo Vázquez Cuevas, al parecer de nombre Alejandro, no trae una propuesta sistemática, pero ofrece poner orden administrativo e impulsar el turismo y las inversiones.

Juan Bueno demuestra la experiencia obtenida tanto en su papel de exitoso hombre de empresa, como en el de importante funcionario federal y senador. Promete aplicar sus conocimientos y su capacidad para hacer un gobierno honesto y responsable.

Cuitláhuac -¿o Andrés Manuel López Obrador, su factótum?- ya ha dicho que reducirá a la mitad el gasto corriente del gobierno, que dejará sin chamba a la mitad de los burócratas que viven de su sueldo en el sector público y que con ello obtendrá ahorros que aplicará en el pago de la deuda y en obras de profundo contenido social.

Héctor Yunes Landa se ha propuesto aprovechar la infraestructura detenida y poner a funcionar rápidamente las obras que permanecen sin terminar a lo largo de la geografía estatal: puentes, hospitales, sistemas de bombeo de agua, escuelas. Se propone traer a la gendarmería nacional desde su primer día de gobierno y poner al frente de la seguridad a un especialista que tenga vasta experiencia, seguramente un militar de alto rango. Y crear 91 mil empleos durante el primer año de su administración.

Si se pone atención, en medio del tráfago de la denostación, es posible encontrar ideas, planes de trabajo, proyectos viables…

A nosotros como ciudadanos nos toca quedarnos con esto último, ir a votar y elegir al que consideremos mejor.

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