En esta tercera entrega, Héctor Montes de Oca reflexiona sobre la manipulación en la fotografía y reflexiona sobre varios conceptos de su oficio.
El momento decisivo
El cambio de la foto analógica a la digital es cuantitativo y cualitativo, imagínate lo que significa ver tu material en el mismo momento en que lo tomas. Antes tenías que hacer una sesión, por poner un ejemplo, hicimos una sesión para la Volkswagen en San Juan de Ulúa en la que caía un Volkswagen y rebotaba, y había que hacer las fotos. Tomábamos muchas fotos y teníamos que ir corriendo a revelar y si no salía, había que repetir pero era, realmente, complejísimo y ahora, al tener un archivo inmediatamente, con esa calidad, ya lo tienes todo.
Antes, cuando ibas a fotografiar tenías que decidir si ibas a hacerlo en blanco y negro o en color, si iba a ser color tenías que decidir si iba a ser transparencia, si iba a ser con grano o sin grano, saturado o no saturado, o sea, tenías que decir muchas cosas antes de ir, hoy tomas y después decides entonces es un cambio impresionante porque tienes todo en un mismo archivo.
Hay tres grandes momentos que determinan una buena fotografía: Primero es la cuestión conceptual y la definición de con qué equipo vas a hacer la foto, y propiamente la fotografía hecha, ese es un momento importante que define el resultado final. El segundo es la manipulación con programas, es el equivalente al laboratorio, en este caso ya es digital pero también podría ser analógico, y el tercero, al que muchos ya no llegan, es la impresión para darle a cualquier medio. Cuando menos para libros (en la cuestión editorial también me he metido mucho), sí hay diferencia entre una calidad y otra, ahí es donde requieres la actualización.
Con el cambio, los fotógrafos prácticamente tuvimos que comenzar desde cero porque, aunque parezca igual, una cámara digital no tiene absolutamente nada que ver una cámara analógica, son dos mundos totalmente diferentes, nada más tiene el cuerpo y el lente, que son parecidos, pero son muy diferentes.
Como te decía, la fotografía tiene tres grandes momentos pero hay especialistas, hay gente que se clava mucho en la cuestión del laboratorio digital, los puristas se clavan más en la toma y no quieren que se le mueva nada, ni el pelo, y hay quienes se especializan en la impresión, que también es algo complicadísimo porque hay plotters que tienen miles de maneras de imprimir, hay materiales como telas y hay acabados que parecen pinturas, prácticamente ya no hay nada que no puedas hacer en digital.
Esa manipulación en los programas a veces es muy criticada pero, si lo analizas un poco, desde que se comienza a hacer la toma ya estás manipulando: escoges si vas a tomar aquí, si vas a tomar allá, eliges que tal cosa entra y tal cosa no entra, todo eso es manipulación entonces, siempre, aunque los puristas digan que no, hay manipulación, desde la toma hasta la impresión.
En la actualidad prácticamente puedes tener fotos perfectas pero también se pierde un poco el valor que tenía la fotografía. En lo legal, por ejemplo, tú podías decir aquí está la foto donde fulano está con mengana, ahora ya lo puedes poner hasta con Al Capone (risas). Se ha modificado pero sigue habiendo parámetros.
Pintor, que fotografías con amor…
Hablemos un poco de la fotografía actual. En la fotografía analógica, trabajar con sales de plata y el proceso de revelado y todo eso hacía muy difícil hacer montajes o manipulación, sí se hacía pero era muy complicado porque trabajabas prácticamente en la impresora, que es un proyector, y tenías que cubrir, tapar, hacer máscaras y muchas cosas. Ahora, si tú piensas en cómo se trabaja la pintura, piensas en un lienzo en el que comienzas a poner y a quitar cosas, hay cosas que viste ayer o cosas que viste hace años o, a veces, pones cosas que no existen sino que tú las tienes y las realizas, entonces, una pintura se puede hacer de muchas experiencias.
Así era la fotografía y así es la pintura, la fotografía digital está exactamente en medio de las dos porque no es ni pintura ni es fotografía analógica pero, si te das cuenta, tú trabajas en el monitor de una manera más parecida a como se trabaja en un lienzo, comienzas a poner y a quitar cosas, cambias texturas, cambias colores, prácticamente tienes el control absoluto entonces se parece más a la pintura que a la fotografía analógica. Eso le da un estatus y cuando imprimes tienes como resultado que tus fotos parecen pinturas, eso es porque esta nueva forma de hacer fotografía tiende más hacia allá. Además, los plotters actuales imprimen a chorro y puedes imprimir sobre tela, con textura, con pigmentos más parecidos a la acuarela o todo este tipo de pinturas, incluso ya hay plotters que te dan alto y bajo relieve. Curiosamente, es tan perfecto que por eso te das cuenta de que no es una pintura hecha a mano aunque, si tienes un escáner profesional, también puedes hacer las imperfecciones.
¿Pixeles o pinceles?
Yo tengo una experiencia que es hasta chistosa: En un Día de Muertos fui a Tempoal a fotografiar el Xantolo. Al otro año volví a exponer las fotografías, hice lienzos grandes, eran 32. A todo el pueblo le gustó mucho pero, desde que llegaron, decían qué bonitas pinturas, yo les decía no, son fotografías y ellos decían no, son pinturas hasta que me chocó y dije bueno, pues díganle como quieran. Después el pueblo decidió que se las iban a quedar, juntaron un montón de firmas y un día que fue Fidel le dijeron:
-Oiga, ¿nos las podemos quedar?
-Sí, quédenselas
Bueno, pues cuando fui a recogerlas casi me andaban llevando al bote. Me llevaron al Palacio para protegerme porque la gente se calentó porque ¿por qué iba a llevármelas si ya Fidel se las había regalado?
Desde ahí me comuniqué con el director del IVEC:
-Oiga, está pasando esto
-A ver, permítame tantito maestro, déjeme hablar
Después de un rato regresó y me dijo:
-Pues sí, sí se la regaló, déjalas y acá te las pagamos
Esas son cosas que pasan pero, insisto, se las apropiaron y hasta la fecha siguen diciendo que tienen pinturas (risas).
Textos y contextos
La interpretación de una fotografía, cualquiera que sea, tiene que ver con el contexto en el que se hace y en el que se publica. Te pongo un ejemplo. Imagínate una fotografía: Están los estudiantes universitarios protestando en Enríquez, entra la policía y los agarra a garrotazos, y todo mundo toma fotos. Pensemos en una fotografía en la que se ve cómo están golpeando a los muchachos y la gente sale corriendo. Si esa foto sale en un periódico amarillista, dice ¡Represión! En otro periódico, que sea de derecha, dice ¡Por fin! Esa misma foto, como reporte policiaco, dice mire jefe, le partimos su madre a los muchachos. Esa misma foto, uno de los muchachos golpeados se la enseña a sus cuates y dice miren, esta es de cuando me madrearon. Si ves la misma foto en una galería de arte, el fotógrafo dice vean esta obra magnífica que hice de la represión de los muchachos.
Dicen, y lo has escuchado, una foto dice más que mil palabras, pero ¿qué tipo de palabras?, porque tú le cambias el contexto y cambia el discurso radicalmente.
Nada es verdad ni es mentira…
Todo depende de cómo las veas, las mismas imágenes sirven para muchos discursos, dicen que la fotografía habla por sí sola, no, el contexto en que se presente esa imagen es muy importante. Los puristas dicen que la fotografía debe ser pura pero eso es imposible, ellos hablan nada más de tomarla y presentarla en una galería pero incluso ahí ya le están imponiendo a la gente su criterio. La gente va a una galería predispuesta a que va a ver arte y aunque vean una cosa muy rara, si está ahí es porque es arte y tiene que entenderla.
Hace poco estaba en Nueva York, me cambiaron la hora de la cita y el lugar en el que estaba quedaba muy cerca del Museo de Arte Moderno entonces entré y lo primero que vi fue un piano de cola precioso y nuevecito que tenía un hacha clavada en el centro, sentí muy feo (risas) pero así comienza toda la cuestión del discurso.
Cuando salí me reí, y hasta la fecha me sigo riendo, porque había unos japoneses que iban en grupo, se movían con una masa uniforme y nada más veía cómo disparaban las cámaras en cada pieza y me dio mucha risa porque en la salida estaba un extinguidor que no tenía nada que ver con la exposición pero ellos lo estaban fotografiando, entonces les tomé la foto en la que estaban tomando el extinguidor (risas).
Foto que huele a jazmín…
Tengo como 45 libros y casi 60 exposiciones individuales en todos los temas, desde desnudo hasta arquitectura, ciudades, etc. pero ando mucho en el paisaje porque ahí es donde me siento cómodo y porque el paisaje se me da como concepción, o sea, puedo generar atmósferas.
Lo que yo he trabajado mucho tiempo es manipular la imagen al punto de hacer sentir cosas, lo que trato de generarte es lo que yo sentí y tengo que ocupar la técnica para poder reflejarlo. Si esta foto (me muestra una foto, casi abstracta, en su Tablet) la ves de 3 metros por 2 ½ , que es como normalmente imprimo para una exposición, es impresionante porque tiene mucha definición y te hace sentir cosas entonces trato de no poner títulos porque si yo le pongo, por ejemplo, El camino hacia el cielo, ya te estoy predisponiendo para que tú, a fuerza, tengas que encontrarle esa cuestión, pero si yo no le pongo nada entonces tú aplicas tu experiencia y la imagen puede ser cualquier cosa, en ese sentido, la fotografía sin títulos ni nada es el lenguaje que más me gusta trabajar porque es mi visión y tu experiencia generando atmósferas.
PRIMERA PARTE: La dolce vita
SEGUNDA PARTE: Entre la ampliadora y la computadora
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