En los corrillos políticos veracruzanos y de la ciudad de México se ironiza con la apuesta de que un Yunes será el próximo gobernador de Veracruz.
Y es que los primos hermanos Miguel Ángel, abanderado de la coalición PAN-PRD y Héctor, del PRI-Verde traen empate técnico en las encuestas. Pero cuidado. A lo mejor no es un Yunes. Para sorpresa de todos creció vertiginosamente Cuitláhuac García, candidato de Morena. No anda lejos de pisarles los talones, según encuestas de Reforma y El Universal.
Cuitláhuac está entre siete y ocho puntos por debajo de los favoritos en las preferencias, según citadas encuestas.
Pero además es el que mayor margen tiene para crecer en lo que resta de la campaña. Y que ironía sólo a Cuitláhac solo lo conoce el 39.2% de los veracruzanos entrevistados, mientras que Yunes Linares, del PAN, tiene un reconocimiento de 76.8% y Yunes Landa, del PRI, 80.6%, según El Universal.
El crecimiento de Cuitláhuac tiene una explicación. Los habitantes de este estado pródigo en recursos naturales estamos hartos de la corrupción, la inseguridad, y del pésimo gobierno de Javier Duarte.
Así las cosas, el partido que preside López Obrador es competitivo ya no sólo en Zacatecas, sino también en Veracruz. De cara al 18 hay preocupación en Insurgentes Norte, Coyoacán y Benjamín Franklin. Es una elección presidencial donde se perfila que ningún partido alcanzará 30% de los votos. Eso le da mayor oportunidad a El Peje, que ha repetido que no va a aliarse con ninguna de las agrupaciones que, según él, forman parte de la “mafia en el poder”.
Pero llegar a Palacio Nacional con menos del 30% del voto constituye un riesgo mayúsculo para la gobernabilidad. El PRI debe dejar de lado sus intereses por una vez y respaldar mecanismos de gobernabilidad que se utilizan en otros países como la segunda vuelta o los gobiernos de coalición. Si en Veracruz llega a ganar el catedrático universitario Cuitláhuac García Jiménez, será el peor desastre, ¿quién va a gobernar entonces si este muchacho ni idea tiene de en qué está metido?