Dicen que la política es como la salchicha. Es mejor pasarla sin saber cómo se hace.

En México se ha vuelto común la expresión (atribuida por algunos a Jesús Reyes Heroles): «La política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos».

Lo cierto es que sólo así se puede entender la lógica de Miguel Ángel Yunes Linares. Trata a Javier Duarte de Ochoa como el personaje más siniestro del ámbito local (a veces pareciera que lo odia más que al propio Fidel Herrera) y sin embargo es capaz de sentarse a negociar con él y poner en sus manos el proyecto político de su familia.

Esta vez la cloaca la destapó Alejandro «El Pipo» Vázquez Cuevas.

Durante el debate celebrado en la estación radiofónica XEU del puerto de Veracruz, El Pipo, exdirigente estatal del PAN, se refirió a Miguel Ángel Yunes:

“Miguel Ángel tiene poca memoria y nada de vergüenza, pues en 2012 no criticó un sólo día al gobernador Javier Duarte, ése fue un periodo de paz, armonía con el gobernador; lo halagaba, le agradecía, y finalmente acuerdan la traición a Josefina Vásquez Mota, y la llegada al Senado del hijo”.

La referencia fue ratificada por el propio primo hermano, Héctor Yunes, quien mencionó que al inicio de la actual administración estatal Duarte y Yunes Linares solían reunirse y comer.

«Se reunían con mucha frecuencia y tenían acuerdos; era común que comieran en la casa de uno y de otro. Es más, la campaña de los candidatos al Senado, por parte del PAN, se las pagó Javier, si no (lo crees) pregúntale a algunos radiodifusores; pregúntales quién les pagó la campaña de los candidatos del PAN, fue un acuerdo de Javier con Miguel».

Horas después de la revelación de Vázquez Cuevas, circularon en internet presuntas conversaciones entre Miguel Ángel Yunes Linares y alguien llamado Francisco Vicente Rodríguez, a quien se le conoce más en el gremio periodístico y político como «el chuletas» y quien, efectivamente, durante un tiempo laboró para la familia de los Yunes azules.

En esas supuestas conversaciones el hoy candidato de la alianza PAN-PRD le encargaba a su colaborador que se pusiera en contacto «con Gina» (Domínguez) para confirmar los espacios que se abrirían en medios de comunicación «para Fer» (Fernando Yunes, en ese entonces candidato al Senado) y que operara con columnistas para que bajaran las críticas contra el abanderado panista.

Otras charlas vía internet parecen confirmar que el acuerdo de impulsar la campaña de Fernando Yunes Márquez (quien competía contra la dupla de Pepe y Héctor Yunes) se concretó y que tuvo un costo, para el gobierno estatal, de 18 millones de pesos.

(Cabe aclarar aquí que esta es, quizá, la parte más endeble de la nueva acusación contra Miguel Ángel Yunes Linares. «El chuletas» no es alguien de fiar. Brinca de un bando al otro y ofrece a todos un enorme caudal de lodo, para dirigir la guerra sucia. Fue el mismo que apenas en el mes de marzo, a través de una de sus cuentas -eleccionveracruz@nullhushmail.com- difundió una de mis columnas -Punto de Vista. «Héctor, a ratificar la ventaja»- como si fuera una nota informativa, modificada y sin acreditarla. A través de esa misma cuenta de correo se difundieron las supuestas instrucciones que él habría recibido por parte de Yunes Linares).

Pero de las operaciones para favorecer a Fernando Yunes Márquez hay múltiples fuentes que las confirman.

Se sabe que estos acuerdos incluyeron ayudarlo en la contienda interna del PAN, donde desplazó a Alejandro Vázquez Cuevas y mandó como segundo de la fórmula a Julen Rementería. El encargado de esa operación, por parte de Javier Duarte, fue el expanista Gerardo Buganza.

Esta no es la única ocasión en la que alcanzaron acuerdos Yunes Linares y Javier Duarte. Se sabe de otros casos. En algunos fungió como intermediario Érick Lagos, y en otros lo hizo Jorge Carvallo, hoy ambos diputados federales por el PRI.

El mensaje de Miguel Ángel Yunes era consistente: «Dile a Javier que yo no tengo bronca con él, que mi pleito es con Fidel».

Hoy no valen los acuerdos pasados. Hoy el escenario es otro. En la estrategia de Miguel Ángel es prioritario el ataque sistemático a Javier, para generar la percepción de que votar por el candidato priista será «más de lo mismo».

Si así lo exigen futuras circunstancias, ambos habrán de sentarse a la misma mesa y alcanzarán acuerdos benéficos para ambos.

¿Lamentable? ¿Asqueroso? Quizá… Pero así es la política.

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