Nadie se salió de su guión, nadie rompió el protocolo. Todos se apegaron a su plan, y el resultado es que todo sigue igual, en sus mismas posiciones, y con sus mismas tendencias.
El Órgano Público Local Electoral (OPLE) realizó el pasado domingo el primero de dos debates que acordó con representantes de los siete candidatos a la gubernatura de dos años.
No hubo sorpresas.
Héctor Yunes insistió en exhibir el lado flaco del candidato de la alianza PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares, a quien terminó retando para que ambos abran las puertas de sus casas, y las de sus hijos, para que los veracruzanos conozcan quién se ha hecho millonario gracias a su paso por el servicio público.
Yunes Linares, por su parte, mantuvo sus baterías enfiladas al Gobernador Javier Duarte, a quien acusó todo el tiempo de corrupto y llegó a prometer que lo meterá a la cárcel. Utiliza la misma estrategia que aplicó en el 2010, cuando se dedicó a atacar a Fidel Herrera con la esperanza de que eso le restaría votos a su delfín, Javier Duarte. Los resultados están ahí: Duarte es hoy gobernador y Miguel Ángel Yunes la sigue buscando.
Cuitláhuac García, el abanderado de Morena, lució tieso, acartonado, tratando de imitar, hasta en los gestos, a su padrino y guía Andrés Manuel López Obrador. Se siente cómodo en la tercera posición y no hizo ningún esfuerzo para acercarse a quienes lo superan (Héctor y Miguel Ángel). Sus estrategas asumieron que la guerra de lodo entre los dos principales contendientes le habrá de sumar votos a Cuitláhuac, por lo que estuvieron más atentos a que no se equivocara, por lo que evitaron la confrontación.
Alba Leonila volvió a sorprender por su frescura y su mensaje testimonial. Para los que la señalaban como un «instrumento del gobierno y el PRI para atacar a Miguel Ángel Yunes», la sorpresa fue se encontraron con una candidata que repartió parejo. Acusó a los dos Yunes de ser parte de la crisis que vive Veracruz y les dijo a los seis candidatos que no pueden hablar de pobreza porque nunca la han padecido, porque nacieron en pañales de seda.
No pueden hablar de pobreza, dijo, si no han tenido que ir a la escuela con el estómago vacío. No pueden presumir de fórmulas mágicas, cuando no se han encontrado en la situación de haber enfermado y que sus padres no hayan tenido dinero para las medicinas. Ella sí lo vivió.
Armando Méndez de la Luz se presentó con un discurso cargado de cifras, que nunca logró prender. Se le conoce como un eficiente servidor público, pero necesitaba mayor compromiso, más pasión en sus mensajes para que el auditorio se la creyera. Al final queda en la percepción que el candidato de Movimiento Ciudadano habrá de declinar en la recta final del actual proceso.
Alejandro Vázquez Cuevas, cobijado por el Partido Encuentro Social, hizo el papel del «humanista», de quien le apuesta a la voluntad de los veracruzanos y a su deseo por salir adelante, un discurso poco creíble en alguien que durante muchos años mantuvo el control del Partido Acción Nacional y defendió la plataforma política de ese organismo político.
Juan Bueno Torio, el único candidato con etiqueta de «independiente» fue la decepción. Alguien le sugirió que se esforzara en hacer que prendiera su lema de campaña («Estamos hasta la madre»), pero ya no le dio más argumentos. La absurda reiteración de la frase lo mostró como un sujeto vulgar, sin discurso ni propuestas constructivas.
Este primer debate poco habrá de modificar el panorama. Héctor Yunes sigue a la alza y Miguel Ángel a la defensiva. Cuitláhuac García apostándole a los votos que pierdan los de arriba, y Alba Leonila empeñada en colarse a la competencia de los punteros. Los demás, en su justo papel, de relleno.
Finalmente esta fue otra «instantánea» electoral. Muchas cosas habrán de suceder en el próximo mes.
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